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2010/10/18

Corea a 1000, Europa a 30

El Mundo

Este fin de semana he resuelto mi primera incidencia técnica por Twitter. Durante todo el verano mi conexión a Internet por cable ha estado dándome velocidades inferiores a 1 Mbps cuando en realidad debería estar cerca de los 15 Mbps. Cansado de que todas las películas y series en streaming parecieran obras de arte abstracto envié una captura de un test de velocidad a la cuenta de Twitter de mi operador. Una semana después el técnico estaba cambiando las terminaciones de los cables coaxiales de la azotea del edificio. Si hubiese intentado lo mismo por teléfono habría recibido la respuesta estándar de cualquier servicio de atención técnico: apague y encienda el router.
De vuelta en el siglo XXI –ahora tengo una velocidad de descarga de entre 15 y 20 Mbps- me entero de que el gobierno de Corea del Sur acaba de poner en marcha un plan para llevar velocidades de hasta 1000 Mbps a los hogares del país. Se invertirán 21.000 millones de euros para casi multiplicar por 100 la que ya es la banda más ancha del mundo (de media 12 Mbps, pero lo normal es que los hogares en Seúl tengan entre 50 y 100 Mbps). Los responsables del proyecto esperan que la conexión de 1 Gbps esté disponible para la mayoría de los hogares en el año 2012.
Mientras tanto, en España, tenemos a las operadoras diciendo tonterías como que la tarifa plana no es un modelo económico sostenible, a pesar de que los índices de piratería en Corea del Sur son también estratosféricos y los usuarios también pasan el día descargando vídeo y jugando online. En su defensa Corea está realizando la instalación con dinero público, es cierto. ¿Qué gana el gobierno de Seúl con ello?  
Medir el impacto de la banda ancha en la economía no es fácil. Muchos de los estudios europeos que he encontrado mientras preparaba este post hacen referencia exclusivamente a la penetración de banda ancha, no al aumento específico de velocidad. Con esto quiero decir que muchos de los estudios consideran como banda ancha conexiones ADSL que son, a todos los efectos, irrisorias y no hacen distinción entre un hogar con fibra a 30 Mbps y uno con DSL a 1 Mbps y el efecto particular de cada caso.
Con los estudios en Estados Unidos he tenido más suerte. En el año 2007 la Brookings Institution, por ejemplo, estimaba que por cada percentil que aumenta la velocidad de acceso media, el empleo crece entre un 0,2 y 0,3% por año. Hay también efectos secundarios muy beneficiosos: aumenta el número de teletrabajadores y se reducen los desplazamientos y las emisiones de CO2; sube la productividad por empleado y hay un gran impulso para el sector educativo.
La Comisión Europea, de cualquier forma, considera que la implantación de banda ancha tiene un impacto positivo en el PIB de un país (aproximadamente un crecimiento de un 1%) y en la creación de empleo y ha fijado la expansión de este servicio como una de sus prioridades. Lo ha hecho, por supuesto, en los términos vagos que cabe esperar de este tipo de iniciativas.
Cuando se comparan con el anuncio de Corea del Sur, casi da risa. El programa “Agenda Digital” para fomentar el crecimiento de la Sociedad de la Información apunta que en el año 2020 todos los ciudadanos europeos deberían tener una conexión de 30 Mbps disponible. Eso quiere decir que ocho años después los europeos tendremos una velocidad treinta veces inferior a la de Corea del Sur –y eso si Corea del Sur no sigue aumentando-. China, Japón e incluso Estados Unidos (que tradicionalmente ha tenido velocidades de acceso lentas y muy caras) están también acelerando así que la próxima vez que escuche hablar de la conocida como “brecha digital” sepa que no sólo existe, sino que parece que estamos en el lado equivocado.

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