El presidente de EEUU, Barack Obama, ha llegado a bramar que quiere "patear el culo" de los directivos de BP, la petrolera responsable de la plataforma que estalló el pasado 20 de abril provocando una fuga de más de 400 millones de litros de crudo hasta la fecha. Sus ataques contra la multinacional de origen británico han hecho que la compañía se tambalee y pierda la mitad de su valor en bolsa. Durante dos meses, sólo ha existido un vertido. Ni una palabra sobre lo que ocurre a miles de kilómetros, en el delta del río Níger. Podría justificarse a Obama aduciendo que se debe preocupar por lo que ocurre en su país, pero el 40% del petróleo que importa EEUU procede del delta del Níger. Y la marea negra del Golfo de México ha cubierto las negligencias de las petroleras en este rincón olvidado del mundo.
El pasado martes, el ministro de Medio Ambiente de Nigeria, John Odey, expresó su "preocupación" ante la exagerada cantidad de vertidos de la compañía estadounidense Exxon Mobil en el delta del río Níger. En los últimos cuatro años, 2.400 fugas han teñido de negro la región, la mayor parte provocadas por sabotajes, según la Agencia Nacional de Detección y Respuesta a los Vertidos de Petróleo. Una marea negra como la que inunda hoy los telediarios de todo el mundo no sería noticia en Nigeria. En sus costas, según algunas estimaciones, se han vertido casi 40.000 toneladas de crudo cada año en el último medio siglo. Es como si un petrolero como el Exxon Valdez naufragara todos los años en el delta del río Níger.
"Es necesario que Exxon Mobil muestre más prudencia en la gestión de sus vertidos", demandó con tibieza Odey tras una reunión con directivos de la petrolera. Es un cambio de estrategia en un gobierno acostumbrado a callar ante los desastres medioambientales causados por las petroleras. Nada que ver con Obama y sus patadas en el culo. El 85% de los ingresos de Nigeria depende del gas y del petróleo.
Pescado contaminado
"De qué manera tan diferente funcionan las cosas en Nigeria. El gobierno normalmente no se molesta en emitir comunicados, pero no sólo eso: nunca siente la necesidad de desprestigiar estos vertidos", denunció hace unos días el profesor nigeriano Anene Ejikeme, de la Trinity University de San Antonio (Texas), en las páginas de The New York Times.La directora de asuntos globales de Amnistía Internacional, Audrey Gaughran, autora de un exhaustivo informe sobre el desastre medioambiental en el Golfo de Guinea, describió así la situación ya hace un año: "Quienes habitan el delta del Níger tienen que beber, cocinar y lavarse con agua contaminada. Comen pescado contaminado con petróleo y otras toxinas, si es que consiguen encontrar todavía bancos de pesca. La tierra que cultivan se está degradando. Tras los vertidos de petróleo, el aire que respiran huele a petróleo, gas y otros agentes contaminantes. La gente se queja de problemas respiratorios y lesiones en la piel y, sin embargo, ni el Gobierno ni las petroleras vigilan los efectos de la contaminación del petróleo en los seres humanos".
La responsabilidad de la tragedia en Nigeria no es sólo de Exxon Mobil. La compañía angloholandesa Shell, el mayor operador en el país, admitió en mayo que, sólo en 2009, más de 100.000 de su barriles de petróleo (14.000 toneladas) acabaron derramados en Nigeria. Una marea negra de Shell cada cuatro días. "La gran mayoría de los vertidos [el 70%, según sus cálculos] en el delta del Níger son resultado del sabotaje o debidos a fugas causadas cuando ladrones perforan los oleoductos para robar petróleo", se defendió la compañía, que asegura estar "comprometida a limpiar todos los vertidos tan rápido como es posible".
La opinión de Amnistía Internacional es muy diferente. "Aunque Shell asegura que es una empresa social y ecológicamente responsable, sigue causando daños directos a los derechos humanos al no prevenir debidamente y mitigar los efectos de la contaminación y el daño medioambiental en el delta del Níger", ha criticado Gaughran. Shell pagó poco más de tres millones de euros en compensaciones a los propietarios de las tierras afectadas en 2009.
280.000 millones en ingresos y a vivir con 80 céntimos al día
En la Arabia Saudí de África, Nigeria, donde los políticos corruptos se llenan los bolsillos con fajos de petrodólares, la esperanza de vida al nacer de un ciudadano es de 48 años, 33 menos que un español. Y casi 100 de cada 1.000 bebés mueren antes de cumplir un año.Un viejo análisis, elaborado en 2003 pero todavía vigente, derrumba el discurso de las petroleras sobre su efecto beneficioso en la sociedad. El economista español Xavier Sala i Martín, de la Universidad estadounidense de Columbia, y Arvind Subramanian, del Fondo Monetario Internacional, desvelaron que el porcentaje de personas que vivían con menos de un dólar (0,8 euros) al día en Nigeria había saltado del 36% al 70% de la población (unos 140 millones de personas) entre 1970 y 2000. En el mismo periodo de tiempo, los gobiernos nigerianos ingresaron unos 280.000 millones de euros gracias al petróleo.
La principal operadora del país, Shell, admite que el dinero del crudo no llega a los ciudadanos, pero se vanagloria de su aportación económica. “La corrupción ha sido una de las barreras para transformar los ingresos del petróleo en beneficios para la población de Nigeria”, asegura la multinacional en un informe publicado hace unas semanas.
En el mismo documento, la petrolera presume de haber firmado contratos con empresas nigerianas por valor de 720 millones de euros en 2009 y de haber ingresado otros 36 millones en un fondo para mejorar la educación en el país.
La multinacional asegura que el oro negro no basta para crear riqueza. “Aunque se invirtiera bien, los ingresos del petróleo en Nigeria no dan para mucho en el país más poblado de África. Los ingresos totales por gas y petróleo divididos entre los 140 millones de habitantes se reducen a menos de un dólar al día por persona”, explica Shell en su informe.
El análisis de Sala i Martín es mucho menos autocomplaciente: “El petróleo ejerce un impacto negativo en el crecimiento a causa de su impacto dañino en la calidad de las instituciones”.
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