Los animales transgénicos llegarán a los supermercados. La pregunta ya no es si se permitirá el consumo humano de filetes de vacas modificadas genéticamente, sino cuándo. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) parece estar a punto de dar un paso que abrirá los estómagos de los consumidores a estos productos. La empresa biotecnológica estadounidense AquaBounty anunció el pasado 15 de junio "progresos" en su intención de llevar a los frigoríficos de los estadounidenses un salmón modificado genéticamente para crecer en la mitad de tiempo. Sería el primer animal transgénico destinado a servirse como comida.
El principal directivo de la compañía, Ronald Stotish, aseguró al diario The New York Times que el visto bueno de la FDA podría llegar "quizá en unos pocos meses". La agencia ha rechazado confirmar o negar esta información al tratarse de un asunto "confidencial". Según la empresa, un comité especializado en medicina veterinaria se reunirá en breve como paso previo a la autorización del salmón.
Esperando a EEUU
El veredicto de la agencia de EEUU será clave para desbloquear la investigación de animales transgénicos para consumo humano en otros países. "Todo el mundo está esperando a ver qué pasa en EEUU", admite el investigador del CSIC Josep Casacuberta, miembro del Panel de Organismos Modificados Genéticamente de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), homóloga de la FDA.La EFSA ya está allanando el camino para la llegada de los alimentos transgénicos de origen animal. Según explica Casacuberta a Público, el organismo europeo prepara una guía para asesorar a empresas e instituciones públicas en la investigación con animales transgénicos destinados a consumo humano o a la fabricación de medicamentos. Este libro de instrucciones estará listo a mediados de 2011 y acercará la autorización para crear ganado resistente al mal de las vacas locas, cochinos con una panceta más saludable y vacas de cuyas ubres manen medicamentos.
La guía, según Casacuberta, "se centrará en algunos ejemplos concretos, como la producción de peces para piscifactorías". Las empresas biotecnológicas venden las ventajas de estos animales. AquaBounty asegura que su salmón, bautizado AquAdvantage®, con el símbolo de registrado, servirá para "reducir la presión" sobre las poblaciones salvajes de salmones, sobrepescadas, como casi todas las pesquerías, hasta el borde del colapso.
Los científicos de la compañía han incorporado en el genoma del salmón atlántico un gen del salmón real, un gigante propio de las aguas del océano Pacífico. Gracias a este gen, los ejemplares producen más hormona del crecimiento y pueden alcanzar en año y medio un tamaño propio de los tres años, la talla que exige el mercado. "La hormona del crecimiento del salmón real es la misma que la del salmón atlántico, solamente se regula de manera diferente. Su habilidad para crecer más rápido no cambia las características biológicas del pez", afirma la empresa. Según su versión, uno de sus ejemplares transgénicos de 18 meses es indistinguible de otro salmón atlántico de tres años. Ahora falta que la FDA confirme que no supone riesgos para el consumidor ni para el medio ambiente.
Seguro para el consumo
El presidente de la Sociedad Española de Biotecnología, José Luis García, no duda de que si la FDA aprueba el salmón transgénico es que es seguro. "La hormona del crecimiento no es más que lo que le inyectaron a [el futbolista argentino Lionel] Messi cuando era pequeño para que creciera. En Europa está prohibida, pero en EEUU se le inyecta a las vacas", explica. Sin embargo, este científico del Centro de Investigaciones Biológicas (CSIC) es más escéptico sobre los efectos del nuevo gen en el bienestar de los animales. "Es probable que tengan una salud más frágil", opina.García también duda de que la FDA vaya a aprobar la comercialización del salmón de AquaBounty en breve, por falta de legislación adecuada, e interpreta que puede tratarse de "la típica noticia interesada que dan las empresas para conseguir fondos". Además, García subraya que la sociedad, sobre todo la europea, "no está preparada" para la llegada de animales transgénicos a los supermercados. En España, donde se siembran unas 76.000 hectáreas de maíz transgénico para consumo animal, el 31% de los ciudadanos rechaza los cultivos biotecnológicos, según el último Eurobarómetro. El 26% aplaude estos organismos modificados genéticamente. Y el 23% no sabe ni que existen.
El salmón AquAdvantage no será, en realidad, el primer pez transgénico que se convierta en alimento para las personas. Como recuerda García, “en Cuba desarrollaron hace mucho tiempo la tilapia transgénica y, según ellos, ya la habían utilizado al menos experimentalmente para consumo humano”. En 1996, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnológica (CIGB) de La Habana anunció que había creado tilapias –un grupo de peces de origen africano– transgénicas, con crecimiento acelerado. En los medios cubanos, el científico Mario Pablo Estrada explicó más tarde que 22 trabajadores del CIGB consumieron dos veces al día durante una semana la tilapia modificada genéticamente “y no se alteró ningún parámetro bioquímico de la sangre”. El jefe de AquaBounty también ha catado su salmón transgénico.
El 'peligro' de los genes troyanos
“Muchos laboratorios están estudiando si los organismos modificados genéticamente son seguros para el consumo humano pero, hasta donde yo sé, el nuestro es el único que estudia si serán seguros para el planeta”, declaró en febrero de 2004 el biólogo Richard Howard, de la Universidad de Purdue (EEUU). Exageraba. Científicos de la Universidad de Ohio, por ejemplo, habían analizado en 2003 más de 150.000 semillas cultivadas en México para buscar huellas de contaminación de genes de plantas transgénicas en el maíz nativo. No hallaron ni rastro, pero estos estudios eran poco conocidos cuando Howard se topó con una peligrosa carambola producida por un pez transgénico.Su equipo, con dinero del Departamento de Agricultura de EEUU, descubrió con un modelo matemático (no en condiciones naturales) que la versión modificada genéticamente de una especie de pez, el medaka japonés, se reproducía tres veces más rápido que sus hermanos no transgénicos debido a su mayor tamaño. Sin embargo, por cada 100 crías naturales que llegaban a adultas, sólo 70 transgénicas lo conseguían. “Imagina un pastel, y que te comes un tercio al día. La mitad habrá desaparecido en dos días y en una semana sólo te quedará una décima parte. Es concebible que un efecto similar ocurra en las poblaciones de peces si un organismo modificado con estos genes troyanos se escapa”, alertaba Howard.
Su estudio, publicado en la revista PNAS, es la principal munición de las ONG que se oponen a los “peces frankenstein”. Para AquaBounty, la empresa que desarrolla el salmón transgénico, el riesgo es ínfimo. La compañía, que sólo venderá los huevos a las piscifactorías, asegura que todos sus salmones serán hembras estériles que se criarán en instalaciones cerradas. “Como estos peces son incapaces de reproducirse, no puede haber flujo genético a los salmones salvajes”, arguyen.
Sin embargo, al responsable de la campaña de Transgénicos de Greenpeace, Juan-Felipe Carrasco, no le tranquiliza esta respuesta. Señala que los salmones pueden “desequilibrar los ecosistemas” si llegan al mar, “como ha ocurrido con truchas no transgénicas de piscifactoría que han escapado y están compitiendo por su mayor tamaño con las poblaciones naturales”. Para Carrasco, es necesario cambiar el sistema. “Para dar de comer a este monstruo hay que pescar más y plantar más soja, porque consume pienso vegetal y animal. Lo que hay que hacer es consumir productos locales y de temporada y evitar los derivados animales, no producir salmones transgénicos”.
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