El presidente de Amazon, Jeff Bezos, vendió en 1995 su primer libro a través de la que hoy es la mayor tienda on-line del mundo. Tan solo tres años más tarde, una empresa llamada NuvoMedia lanzaba uno de los primeros lectores de libros electrónicos, el Rocket eBook, cuya versión estándar podía almacenar 10 libros, una cifra que hoy resulta irrisoria.
Bezos pasó de trabajar en un garaje de Seattle a convertirse en el líder de un imperio digital basado en el papel, pero la carrera real en un mercado tan conservador como la lectura comenzó cuando hace un año lanzó Kindle, su propio lector de libros electrónicos. Con unas ventas que superan las 500.000 unidades, según los analistas, Amazon ha comenzado a vender una nueva versión mejorada, Kindle 2, capaz de almacenar hasta 1.500 libros. Sin ser el primero ni el más avanzado, Kindle 2 es el dispositivo de este tipo que más interés despierta, sobre todo por el poder de la compañía que lo respalda.
En paralelo al lanzamiento del primer Kindle, en España, una empresa granadina llamada Grammata se adentraba en este mercado con Papyre, un e-book del que, según la compañía, se vendieron 4.500 unidades el año pasado. El fundador y director general de Grammata, Juan González, recuerda que, con la aparición de los tablet PC, ordenadores portátiles que se pliegan, ya se empezó a hablar de que los sistemas digitales iban a sustituir a los libros clásicos. No ha sido así y, de hecho, según el estudio Digitalización del libro en España, realizado por dosdoce.com y la red social Ediciona, sólo un 15% de los profesionales del sector opina que los libros electrónicos llegarán a imponerse a los de papel.
Alejados de los móviles
Casi cualquier dispositivo móvil con pantalla puede ser utilizado como un lector de libros electrónicos. El secreto que diferencia a estos productos está en su pantalla y en la tinta electrónica, que permite algo que las pantallas de ordenador no pueden imitar: una lectura que se asemeja a un libro tradicional, tanto en definición como en ángulo. Además, al no necesitar retroiluminación, el grosor de la pantalla no supera los 3 milímetros, lo que facilita la fabricación de dispositivos que apenas superan los 300 gramos de peso.En el desarrollo de la tecnología de tinta electrónica, compiten dos sistemas: Gyricon y E-Ink. El primero, más antiguo, fue desarrollado por Xerox y, aunque su funcionamiento es similar al de E-Ink, ofrece menos resolución. Por eso, E-Ink es el sistema más utilizado hoy en la mayor parte de los libros electrónicos que se venden.
Pese a las ventajas que supone la utilización de lectores de libros electrónicos frente a la lectura en dispositivos no pensados específicamente para ella, también han comenzado a aparecer propuestas como la de Shortcovers, una aplicación que se autoproclama como la alternativa al Kindle 2 de Amazon y que ha sido desarrollada por Indigo, la librería más grande de Canadá. Disponible para dispositivos iPhone, Blackberry y el sistema operativo Android, ha sido diseñada para la compra de libros electrónicos.
La clave del éxito del libro electrónico reside, en todo caso, en la adaptación tecnológica de las editoriales. En España, González establece un paralelismo entre lo que ha sucedido en la última década con la industria de la música y la estandarización del MP3 y lo que puede llegar a ocurrir en el sector editorial.
"Nos encontramos en el momento en el que las editoriales permanecen ajenas a la tecnología o incluyen sistemas DRM [medida anticopia que, a día de hoy, están eliminando las discográficas después de comprobar su ineficacia]", señala. Pese a ello, González también detalla que en Internet se pueden encontrar más de 150.000 libros gratuitos en castellano, contando sólo con las digitalizaciones de Google y la Biblioteca Virtual Cervantes.
El precio, factor decisivo
Mientras algunos estudios sostienen que el formato digital de los e-books no es capaz de conseguir la inmersión que sí se logra con los de papel, los expertos responden que su éxito dependerá en la medida en la que este tipo de dispositivos logre trascender el interés de los estusiastas de la tecnología para atraer el del consumidor medio.Además de ofrecer conectividad WiFi para la descarga de contenidos, navegación o una posible pantalla en color (aún resultan muy caras) la proliferación de e-books a un precio competitivo se plantea como uno de los principales impulsores de este mercado. "En este momento, dos terceras partes del precio final corresponden a la pantalla", aclara González para justificar el precio de Papyre, similar al de los otros lectores.
Otras posturas, en cambio, defienden la utilización de los sistemas de código abierto como promotores de los libros electrónicos. El fundador de la editorial O'Reilly Media, Tim O'Reilly, sostiene en un artículo de la revista Forbes que el éxito de Kindle 2 denende de su adaptación a estándares abiertos como el formato epub, que permite la lectura en una amplia variedad de dispositivos. De hecho, predice que, de no hacerlo, "Kindle desaparecerá en dos o tres años".
Hacia las pantallas flexibles
Antes de que Bezos exhibiese su Kindle, buena parte de los incondicionales de los libros electrónicos estaban convencidos de que la compañía iba a presentar un e-book con pantalla flexible. La introducción de la tecnología OLED (Diodo Orgánico de Emisión de Luz) abre la puerta a la fabricación de este tipo de dispositivos, aunque aún se encuentra en fase de experimentación.La incorporación de la tecnología OLED no siempre se traduce en pantallas flexibles, pero su utilización es una condición imprescindible para la fabricación de las mismas. No sólo permite la flexibilidad sino también la construcción de pantallas más delgadas, de menor consumo y mayor contraste y definición.
Samsung ya ha presentado algunos equipos con una pequeña pantalla OLED que se balancea en el aire, aunque la compañía siempre matiza que se trata de un proyecto de investigación a largo plazo.
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