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2010/08/20

Fin a siete años de guerra en Irak por unas armas inexistentes... ¿Y ahora qué?

20minutos

20 de marzo de 2003. Cerca de 150.000 soldados del Ejército estadounidense invadían Irak, apoyados por tropas de países aliados. Su misión: derrocar al régimen de Saddam Hussein, cuyas supuestas armas de destrucción masiva suponían una amenaza para Occidente, según argumentaba el entonces presidente de EE UU, George W. Bush, apoyado por su homólogo británico, Tony Blair, y español, José María Aznar.
Comenzaba así la Operación Libertad Iraquí, que ha culminado este jueves con la retirada de las últimas tropas de combate de Estados Unidos, que ha puesto fin oficialmente a la guerra. En el país aún permanecerán 56.000 soldados más, que se dedicarán únicamente a tareas de asesoramiento y apoyo de las fuerzas de seguridad iraquíes, según ha anunciado el Departamento de Estado de EE UU. Sin embargo, según informa el New York Times, el Gobierno estadounidense duplicará el número de contratistas -trabajadores de empresas de seguridad privada- en Irak, con lo que el número de efectivos pasaría a 7.000 y se dedicarían a asegurar la protección de cinco campamentos fortificados del país, según publica el rotativo. Precisamente estas compañías de seguridad privadas acaban de ser prohibidas por el Gobierno afgano.
La invasión provocó una fractura entre las grandes potencias, entre aquéllas que apoyaron a EE UU, como España, Gran Bretaña o Portugal, y otras que se opusieron activamente, como fue el caso de Francia, Bélgica, Alemania, Rusia o China. EE UU apostó por la ocupación, pese a no contar con el apoyo de la ONU, aspecto que ha hecho pensar a muchos sobre la legalidad de la actuación estadounidense. Con ella se inició el mayor despliegue de tropas estadounidenses en el extranjero desde la guerra de Vietnam, con cerca de un millón de efectivos a lo largo de todo el conflicto.
Tras la caída de Bagdad, en mayo de 2003, el Gobierno estadounidense anunció una serie de medidas para instaurar un nuevo gobierno de transición y control en Irak. Mientras tanto, Hussein permanecía escondido hasta ser capturado en diciembre de ese mismo año por las fuerzas estadounidenses. La Justicia lo condenó a la pena capital y murió ejecutado en la horca en diciembre de 2006. Poco antes de abandonar su cargo, en diciembre de 2008, George W. Bush, reconoció que lo que más lamentaba de sus dos mandatos es el "error" de haber creído que en Irak había armas de destrucción masiva.
En febrero de 2009, el recién nombrado presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció la salida para agosto de 2010 del grueso de las tropas apostadas en el país árabe, donde quedarían unos 50.000 soldados para llevar a cabo tareas de formación y apoyo a los efectivos iraquíes hasta su retirada total a finales de 2011, cuando expira el plazo para la permanencia de las tropas pactado entre Washington y Bagdad en diciembre de 2008.
Siete años en suelo iraquí dejan una factura que supera el billón de dólares y un balance de 4.415 soldados norteamericanos fallecidos y entre 97.000 y 106.000 civiles iraquíes muertos, según cálculos de la organización no gubernamental Iraq Body Count. La mayoría de las muertes tuvo lugar en las primeras semanas de la invasión y en el periodo 2006-2007, cuando tuvo lugar una situación cercana a la de la guerra civil entre las milicias armadas chiíes y suníes.
Futuro difícil e incierto
Tras la retirada estadounidense, Irak se enfrenta un futuro difícil e incierto. Aunque la violencia está lejos de alcanzar los niveles registrados 2006 y 2007, los atentados continúan siendo una constante que cada semana deja decenas de muertos. El nuevo embajador de EE UU en Irak, James Jeffrey, que tomaba posesión de su cargo este mismo miércoles, ha asegurado que "EE UU permanecerá con su respaldo al proceso político que se lleva a cabo en el Irak democrático y unido".
Tras el repliegue estadounidense, el Gobierno iraquí ha manifestado que sus fuerzas nacionales son capaces de asumir las misiones para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Por su parte, el presidente saliente iraquí, Yalal Talabani, ha instado a los distintos bloques políticos a "evitar un aumento de la tensión en el país" y empezar un "diálogo amistoso" que acelere la formación de un nuevo Gobierno. Estas declaraciones de Talabani se producen un día después de que la coalición ganadora en los pasados comicios iraquíes, Al Iraqiya, y el bloque Sadr, leal al clérigo radical chií Muqtada al Sadr, anunciaran que en los próximos días tomarán pasos "verdaderos" para formar Gobierno.
Las formaciones iraquíes no han logrado aún ponerse de acuerdo para constituir un Gabinete después de los comicios legislativos del pasado 7 de marzo en los que Al Iraqiya obtuvo 91 de los 325 escaños del Parlamento, mientras que Estado de Derecho, del primer ministro Nuri al Maliki, se hizo con 89 asientos, y la Alianza Nacional Iraquí (ANI), setenta.
La ANI, dirigida por Amar al Hakim, y el grupo de Al Maliki formaron en junio pasado a alianza para crear un bloque de mayoría en el Parlamento, que consiguió reunir 159 legisladores, cuatro escaños por debajo de la mayoría absoluta. Sin embargo, el pasado 1 de agosto, ANI anunció que congelaba el diálogo con el Estado de Derecho, ya que rechazaba que Al Maliki pudiera ser candidato a jefe del Gobierno.

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