Hace unos meses el gobierno británico tuvo la absurda idea de que la mejor manera para proteger a la población del contenido erótico en la red, era una serie de filtros institucionales que bloquearan el tráfico a páginas porno de forma predeterminada, de manera que sólo podían abrirse pidiendo un permiso especial al gobierno. Independientemente de la patada a la libertad de expresión, el problema es que los filtros bloquean muchas otras páginas.
Entre las víctimas de este sistema restrictivo están ONGs, páginas educativas, páginas como TorrentFreak (que casualidad, ¿no?) y hasta centros de ayuda a la mujer. El problema radica en usar filtros automáticos que han ido revisando palabras y otros datos en lugar del verdadero contenido, por lo que sitios donde se hablara de educación sexual, malos tratos, drogas, porno, etc… han sido bloqueadas.
El gobierno británico ha dicho que los casos son aislados, pero la realidad es que, como ocurre siempre con la censura, en lugar de hacer algo coherente, útil y con conocimiento, se está haciendo según designios arbitrarios y moralistas, alejados de lo que realmente beneficiaría a la sociedad. Bloquear el porno, las drogas u otras cosas que están a nuestro alrededor queramos o no, en lugar de educar a la población sobre las mismas para saber enfrentarse a ellas y decidir, sólo genera ignorantes.
Ahora para “solucionarlo” van a crear listas en las que se incluyan manualmente a páginas que estén siendo bloqueadas por error, pero que un gobierno decida lo que sus ciudadanos pueden o no pueden ver por Internet, no puede ser nunca algo bueno.
Recordemos que en Reino Unido se bloquean también páginas de torrents y streaming, así que se empieza así y finalmente se termina bloqueando todo lo que no interese como en China.
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