En una noche cálida de fines de octubre, Steven Sinofsky estaba parado en una plataforma en el Times Square de New York, sonriendo mientras una inmensa multitud rugía al hacerse una presentación en un negocio minorista de Microsoft, donde estaban por salir a la venta Windows 8 y la nueva tableta de la compañía, Surface .
Menos de tres semanas más tarde, Sinofsky -que podía sostenerse que, como jefe de Windows, era el segundo líder de Microsoft- de pronto dejó la compañía . Su estilo abrasivo era fuente de discordia dentro de Microsoft, y con Steven A. Ballmer, el CEO de Microsoft, acordaron que era hora de que se fuera, según una persona informada de la situación pero no autorizada a hablar de ella en público.
Sinofsky era admirado ampliamente por su efectividad en la conducción de una de las mayores y más importantes organizaciones de desarrollo de software en el planeta. Pero su partida, que Microsoft anunció a última hora del lunes, se asemeja en muchos aspectos a la de Scott Forstall , el ex jefe cabeza dura de desarrollo de software móvil de Apple, que fue echado por el CEO de esa compañía, Tim Cook , a fines de octubre.
Ambos casos destacan un dilema que los CEO enfrentan a veces: ¿cuándo pesan más los costos que los beneficios de mantener a líderes brillantes que no parecen poder llevarse bien con los demás?
El punto de ruptura que llevó a la partida de Sinofsky se produjo luego de una acumulación de choques con Ballmer y otros líderes de la compañía y no por un solo incidente, según entrevistas con varios ejecutivos actuales y anteriores de Microsoft que no quisieron ser nombrados en conexión con cuestiones internas.
Un ejemplo del tipo de conducta que afectó la situación de Sinofsky en la compañía se vio este año en un encuentro de altos ejecutivos de Microsoft de dos días en el centro turístico de Semiahmoo en la costa justo debajo de la frontera con Canadá, en el estado de Washington. En la reunión estaba previsto que varios jefes de división hicieran presentaciones sobre sus asuntos, respondieran preguntas y se quedaran para oír a sus pares repetir el ejercicio.
Cuando Sinofsky se puso de pie para hablar sobre la división Windows, le dijo al grupo que no había preparado una presentación y que si querían ponerse al día con los progresos de Windows 8, podían leer su blog oficial , donde hacía la crónica pública del desarrollo del software. Contestó preguntas del público y luego se fue del lugar, mientras sus colegas se quedaban hasta el día siguiente, según varias personas que estuvieron presentes.
La temprana partida y la presentación poco entusiasta de Sinofsky fueron ampliamente comentadas por sus colegas, molestando incluso a sus admiradores en la compañía. "Perdió mucho apoyo" dijo un participante.
Pero no fue hasta este lunes que Sinofsky y Ballmer decidieron que era mejor que se fuera. Bill Gates, presidente de Microsoft, apoyó la decisión, dijo una persona informada del asunto. Sinofsky fue asistente técnico de Gates en la década de 1990.
En un correo electrónico a empleados de Microsoft, Sinofsky dijo que la de irse "fue una decisión personal y privada". Muchos empleados de Microsoft sorprendidos señalaron que la partida de Sinofsky fue inmediata, algo inusual para una persona con una historia de 23 años en la compañía. Un vocero de Microsoft, Frank Shaw, dijo que Sinofsky no haría comentarios.
Si bien creció la impaciencia de Ballmer con Sinofsky a lo largo del año, no quiso actuar antes para evitar problemas en el lanzamiento de Windows 8, el producto más importante que Microsoft haya presentado en años, dijo una persona que conoce su pensamiento.
La decisión final no pudo haber sido fácil. Si bien mucha gente en Microsoft lo veía como un manipulador corporativo sin escrúpulos, Sinofsky dirigía la muy compleja organización responsable de Windows como un ejército disciplinado que cumplía plazos y la gente de su equipo lo respetaba.
Alcanzó status de héroe en Microsoft hace varios años haciéndose cargo de la conducción de Windows luego de la debacle que fue Windows Vista, un sistema operativo muy demorado, cuyo funcionamiento lento y sus problemas técnicos empeoraron la reputación de Microsoft de producir software mediocre. Sinofsky dirigió el desarrollo de una nueva versión del sistema operativo, Windows 7, que recibió buenas críticas y se vendió bien.
"Hizo cosas muy buenas con Windows", dijo Michael Cusumano, profesor de la Sloan School of Management del Massachusetts Institute of Technology. "Ese sigue siendo el corazón de la compañía".
Pero si bien Sinofsky era efectivo, dijo Cusumano, podía ocultar cosas y ser difícil de tratar, cosa que aprendió en el trato con él mientras escribía un libro sobre Microsoft a comienzos de la década de 1990. "Podía imaginarme que quemó muchos puentes y creó muchos enemigos", dijo.
El puente de Sinofsky con Ballmer comenzó a debilitarse con el paso del tiempo. Ballmer y otros ejecutivos de Microsoft se sintieron irritados porque Sinofsky este año no se hizo responsable por el hecho de que la compañía no cumplió un acuerdo con reguladores europeos respecto de navegadores en la red, lo que podía resultar en una importante multa. Microsoft se había comprometido a incluir una pantalla en su sistema operativo que permitiera a los usuarios instalar navegadores de la competencia fácilmente.
Ballmer también se vio frustrado por la relativamente escasa selección de aplicaciones disponibles para Windows 8. Ballmer desde hace mucho da gran importancia a los desarrolladores independientes en el éxito de Windows.
El éxito de Sinofsky con Windows llevó a constante especulación respecto de que era el heredero de Ballmer, cuyo período como CEO ha estado marcado por errores. Sinofsky, ingeniero, tenía el conocimiento técnico que Ballmer, con antecedentes en ventas, no tenía.
Pero Ballmer no ha hablado de planes de irse de Microsoft. Y aunque lo hubiera hecho, los detractores de Sinofsky habían predicho un motín dentro de la compañía si se le daba el cargo más alto. Lo que es más, gente que conoce a Sinofsky no cree que él estuviera interesado en ser CEO.
"No me parece que fuera la ambición de su vida" dijo Marco Iansiti, profesor de la Harvard Business School que escribió un libro sobre management con Sinofsky. "No sé si tenía realmente la aspiración de conducir la empresa".
Al igual que Sinofsky, a Forstall, el ex ejecutivo de Apple, a veces se lo consideraba como sucesor potencial de Cook como CEO. Forstall también tiene formación técnica y fue discípulo de Steve Jobs, el desaparecido patrón de Apple.
Forstall logró grandes cosas como líder de los equipos que produjeron el software para el iPhone y el iPad de Apple. Pero otros miembros de la más alta conducción de Apple le tenían tal antipatía que no podían estar en reuniones con él, según gente conocedora del funcionamiento interno de Apple.
Una preocupación al deshacerse de ejecutivos de peso como Forstall y Sinofsky es que los empleadores comenzarán a desarrollar productos a través de comités, en vez de a través del choque, a veces acalorado, de personalidades, donde alguien que tiene la mejor visión puede imponerse.
Pero un ejecutivo de Microsoft dijo que la partida de Sinofsky no significa que se valore más la armonía que la tensión creativa.
"Se necesita ambas cosas" dijo esta persona.
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