Esta no es la primera historia -ni la última- de inventos creados con un motivo muy diferente a su uso final.
Los científicos que inventaron la webcam en realidad tenían un objetivo muy distinto al de mejorar la comunicación entre seres humanos: era vigilar su café.
Y es que la cafeinada bebida era sumamente importante para estos fanáticos de la tecnología.
Así, según explica la BBC en un reportaje, la cafetera estaba ubicada en el laboratorio principal, conocido como la habitación Troyana, y muchos investigadores trabajaban en distintos laboratorios en otros pisos del edificio.
Cuando muchos de ellos iban a servirse café, descubrían que ya se lo habían tomado, tal y como relata el Dr. Quentin Stafford-Fraser.
"No me toquen mi café"
¿La solución?
Stafford-Fraser y un colega de trabajo, el Dr. Paul Jardetzky, crearon una cámara para, literalmente, vigilar la cafetera y su consumo.
La cámara tomaba imágenes tres veces por minuto y diseñaron un programa que les permitía verlas en su red interna de ordenadores, informó BBC.
De la oficina a la web
Poco después, también a principios de los 90, la cámara espía se coló en Internet gracias también al trabajo de otro científico inquieto.
Diez años más tarde, los científicos decidieron desconectar la emisión. Por ello, la última imagen que se pudo ver es la de ellos pulsando el botón de apagado.
La cafetera más famosa del mundo fue subastada en Internet y comprada por la revista alemana Der Spiegel, que pronto devolvió a la cafetera su uso original.
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