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2012/09/15

La tecnología 'drone' salta del ejército a la sociedad de consumo

La producción y buena parte de la tecnología que se oculta tras los aviones no tripulados (drones) ha sido patrimonio durante mucho tiempo de la compañía General Atomics, que gozaba del contrato exclusivo de fabricación de estas armas letales. Se desconocen las cifras de miles de millones de dólares que costó el desarrollo del primer modelo de drone, el Predator, así como de su sucesor, el Reaper, más grande y rápido. Como en el resultado de las operaciones militares ejecutadas por drones, la falta de transparencia se extiende también a esta parcela. De hecho, las cuentas de General Atomics no son públicas.
Ahora, la compañía cuenta con otro competidor oficial, la empresa AeroVironment,  que fabrica el modelo Switchblade, también conocido como el ‘drone kamikaze', porque se ha concebido para volar entre las filas enemigas y, entonces, se detonado. A pesar de que originariamente los aviones se utilizaron para misiones de vigilancia y reconocimiento, su uso no tardó en ampliarse a misiones de ataque.
Los misiles Hellfire que porta un Predator están diseñados para destruir tanques blindados y, sin embargo, durante mucho tiempo se utilizaron contra casas de adobe. Con el tiempo, su potencia se rebajó hasta la mitad con el fin de minimizar los daños colaterales, esto es, bajas civiles, fundamentalmente.
Este tipo de aviones, capaces de volar a una altitud de 50.000 pies y alcanzar velocidades de más de 360 km/h, cuentan con tecnología punta que les permite escuchar conversaciones de teléfonos móviles, localizando al emisor sobre el terreno e, incluso, analizar emisiones en caso de sobrevolar, por ejemplo, un potencial laboratorio nuclear. Su tecnología de reconocimiento facial de última generación posibilita la detección de un individuo entre la multitud o, incluso y gracias a sus sensores térmicos, saber si un arma ha sido disparada recientemente por el calor que desprende.

Precisión quirúrgica

Los drones utilizan un receptor GPS para establecer su localización y recibir las instrucciones de navegación vía satélite desde localizaciones remotas. Gracias a la multiplicidad de cámaras repartidas por todo el avión, el piloto disfruta de una panorámica completa a vista de pájaro, con cámaras de infrarrojos y visión nocturna. Cada una de las múltiples cámaras puede hacer seguimientos individualizados de diferentes vehículos, pudiendo transmitir en tiempo real y con alta resolución las imágenes a unidades sobre el terreno, gracias a la tecnología GhostLink. Según los expertos y a pesar de la interminable lista de bajas de civiles, la tecnología permitiría atacar objetivos con precisión quirúrgica.
Asimismo, está equipado con un sofisticado radar para poder pilotar en condiciones de muy baja visibilidad debido al humo, niebla o calima, capaz de traducir en imágenes detalladas lo que se oculta tras las nubes. Algunas de estas cámaras disponen de miras láser y telémetros para los misiles de abordo. La carga de imágenes y datos recogidos por estas aeronaves es tal, que las Fuerzas Armadas estadounidenses ha tenido que multiplicar por cinco el personal de Inteligencia que analiza toda esa información.

En el ojo de un huracán

La versatilidad de estas aeronaves abre, además, las puertas a los usos en espacios civiles. De hecho, durante los pasados Juegos Olímpicos de Londres, un drone de la Royal Air Force sobrevoló los cielos de la capital británica en el que su ministra del Interior, Theresa May, calificó como "el mayor despliegue de seguridad en Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial". Tanto las autoridades estadounidenses como europeas trabajan ya en la legislación necesaria para poder generalizar este uso y, aunque en el caso de EEUU se prevé para 2015, este mismo otoño la Unión Europea (UE) podría tener un primer informe para abordar el asunto.
Entre los campos de aplicación que tiene estos aviones destacan el que realizan los granjeros japoneses desde hace años, fumigando sus campos, o el de los pescadores para seguir los bancos de atunes. Asimismo, en 2007 se utilizó un drone, en una misión promovida por la NASA; para volar en el ojo del Huracán Noel. Este mismo año, se repitió la experiencia con la tormenta tropical Leslie, cerca de las Bermudas, con el fin de recoger más datos (viento, temperatura, vapor de agua, precipitaciones...) que ayuden a predecir la formación de estos fenómenos atmosféricos.

'Drones' de juguete

Por otro lado, la tecnología militar se está trasladando al consumidor, popularizando cada vez más los drones domésticos. Por algo más de 300 euros es posible comprar uno de estos aparatos, manejándolo desde una tableta o un smartphone. No en vano, el año pasado, investigadores de Boeing fueron capaces de pilotar un avión unos 4.000 kilómetros alrededor del campus del MIT, manejándolo desde un iPhone.
En este sentido, llega el modelo Parrot, presentado durante la última feria de CES en EEUU: una aeronave que con cuatro rotores que puede volar con precisión y estabilidad, disponiendo de dos cámaras -delantera y trasera-, para permitir su control remoto vía WiFi un radio de 50 metros.
Algunos gurús, como el redactor jefe de la prestigiosa revista Wired, Chris Anderson, ya hablan de "la Era de los Drones", equiparando su impacto con el que tuvo la revolución de los ordenadores personales desde finales de los años 70. Ya existen numerosos vídeos en la red que ilustran a la perfección el éxito que augura Anderson, como el vídeo grabado con un drone por un manifestante polaco durante una concentración que terminó con enfrentamientos entre nazis, policías y antifascistas.

El veto de Apple

La pasión por los aviones no tripulados también ha saltado al lado de los desarrolladores de software. Josh Begley, un estudiante de la Universidad de Nueva York, desarrolló Drones+, una aplicación que proporciona información actualizada sobre los ataques su localización y número de víctimas, alimentándose para ello de la información obtenida del Bureau of Investigative Journalism de Londres.
Sin embargo, se topó con el cerrojazo de Apple, que bloqueó su aplicación en el App Store. Según explica la American Civil Liberties Union (ACLU), a pesar de que las primeras objeciones de Apple se escudaban en problemas de funcionalidad, finalmente la multinacional admitió que "recogía contenido que a una buena parte de la audiencia le parecería objetable". Begley ya trabaja en el desarrollo para Android.
ACLU destaca que no es la primera vez que Apple censura contenido en su tienda online de aplicaciones; según explica, ya lo hizo en el pasado con la aplicación de WikiLeaks y se ha mostrado especialmente beligerante con todo lo que tuviera relación con contenido gay, llegando a advertir a un desarrollador que sería bloqueado si usaba la palabra ‘gay' o, incluso, viéndose obligada a retirar una guía de cura para la homosexualidad tras las quejas masivas de los usuarios.

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