La City, el centro financiero de Londres, está irreconocible.
No sólo por la manera cómo luce y el espacio que
ahora ocupa, que incluye los Docklands (una antigua zona portuaria),
sino por cómo se comporta.Cuando empecé a pasear en bicicleta por la City en 1975, el Banco de Inglaterra exigía que todos los bancos en el distrito financiero londinense estuvieran a diez minutos de caminata de la oficina del gobernador del banco central británico.
La idea era, se argumentaba entonces, que en momentos de crisis el director del Banco de Inglaterra pudiera convocar a su oficina a los jefes bancarios con una anticipación de tan solo media hora.
El gobernador podía manejar la City con simplemente levantar sus cejas en esos encuentros cara a cara, se decía.
La gobernabilidad bancaria se manejaba eficientemente tras bambalinas. El gobernador nunca hablaba en público, con lo que mantenía su misterio.
Espíritu cambiante
Fue en los años 80, cuando el Banco de Inglaterra relajó esa regla de los diez minutos de caminata, que fue posible que la zona que se conoce como Canary Wharf -en el este de Londres- se convirtiera en un lugar aceptable para establecer bancos en Londres.Y luego, en octubre de 1986 con el Big Bang (la desregulación del mercado financiero en tiempos de Margaret Thatcher) todo cambió.
De la noche a la mañana, el antiguo monopolio de caballerescas asociaciones de operadores y corredores de la Bolsa de Valores de Londres fue oficialmente abolido.
Entonces se dijo que la movida creó el equivalente de 1.500 millonarios, cuando los miembros de aquellas asociaciones vendieron sus intereses a los banqueros y se retiraron a sus parroquias campestres.
La City floreció con miles de nuevos trabajos que surgieron de las nuevas oficinas y la industria de servicios financieros se convirtió en un sector en expansión.
Las recién edificadas torres de Canary Wharf se convirtieron no en oficinas traseras excedentes sino en contribuyentes vitales para la economía.
Banca universal
Bancos extranjeros acudieron en masa a la City y los bancos británicos sintieron que tenían que participar en la carrera por la banca universal que se hacía evidente en todo el mundo. Después de todo, ellos siempre habían sido grandes.Un nuevo problema era la brecha entre la cautela natural del banquero tradicional y el inmenso apetito por el riesgo de la nueva camada de corredores creada por el influjo de la banca de inversiones.
Durante generaciones, los bancos eran manejados por banqueros tradicionales que habían escalado posiciones dentro de la estructura, que no tenían los instintos para hacer lo que los corredores estaban haciendo y que bien podrían no haberlo entendido.
Frecuentemente los jefes, directores y gerentes de esos bancos ganaban menos que el monto de los bonos que recibían muchachos que trabajaban en las operaciones bursátiles.
Los mismos bonos eran otra curiosidad en la nueva City de Londres.
En el viejo mundo de los asociados las ganancias se dividían al final del año financiero, y los socios compartían las recompensas del mando. En años malos no había pagos, en años buenos venía la bonanza.
En la City pos Big Bang se reprodujo esta estructura de recompensas para motivar a los empleados llenos de adrenalina pero sin las desventajas. Sólo se compartían las ganancias
Espíritu capitalista
Para el Banco de Inglaterra aquel viejo sistema de regulación basado en los gestos y muecas del gobernador no podía seguir funcionando.En la nueva City muchos eran participantes internacionales que no respetaban o siquiera entendían caballerosos y familiares conceptos de la City como el lema de la Bolsa de Valores: "Mi mundo es mi bono".
Aparecen aquí los reguladores oficiales con sus libros de normas. Aparecen los funcionarios con su autoridad basada en reglas. Aparecen los abogados y los contadores, cobrándole por minuto a sus clientes para mantenerlos dentro de las reglas y al mismo tiempo buscándoles atajos que explotar.
El verdadero cambio en la City de Londres, sus bancos y otras instituciones es el cambio de la cultura de normas éticas de los 60 y 70 al ambiente regulado posterior al Big Bang.
Al definir lo que está regulado se crean enormes oportunidades para lo que no lo está.
De allí que el uso de las llamadas "hojas fuera de balance" -que metió a los bancos de EE.UU. en grandes problemas con la crisis de los préstamos de alto riesgo- viera un tremendo crecimiento, porque quedaban fuera de la supervisión de las autoridades.
Ganancias inmediatas
Donde el regulador define una línea clara, el espíritu animal del capitalismo de libre mercado buscará una línea lateral para operar fuera de las regulaciones. Y por hacerlo será inmensamente recompensado.Así, en la mente de los participantes del mundo financiero, hacer "lo correcto" fue reemplazado por hacer "lo que puedas sin ser pillado".
Sería tonto añorar demasiado la desaparecida vieja City. Al fin y al cabo era estirada, introvertida, nada competitiva y llena de prácticas restrictivas, y por tanto muy poco saludable.
Pero ha sido reemplazada por algo mucho más inquietante: un sistema donde reinan las ganancias a corto plazo y donde todo lo demás queda relegado a un segundo plano.
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