El nerviosismo anuda el estómago de Carlos Mateo. El cartero jubilado de Sant Pere de Torelló y tutor de The Santperencs
está a punto de embarcar en el avión que les llevará a San Luis. "Los
chavales están encantados con la aventura, pero yo, hasta que
regresemos, no estaré tranquilo", reconoce. Carlos sabe que ha llegado
la hora de la verdad para Daniel Mateo, Marc Famada, Biel Jiménez y
Thomasz Sydor, cuatro adolescentes en busca de un sueño. Empieza la
cuenta atrás para la fase final del planetario concurso de robótica
First Lego League.
El pasado 19 de marzo, La Vanguardia contó que The Santperencs,
después de superar las eliminatorias catalanas del concurso mundial
patrocinado por la popular marca de juguetes y tras proclamarse
campeones de España por segundo año consecutivo, se veían obligados a
renunciar a su aventura americana porque no tenían dinero suficiente
para el viaje. Apenas nueve mil euros. A las pocas horas, Gas Natural Fenosa dijo que tanto esfuerzo no merecía una bofetada y anunció que sufragaba todos los costes de los chavales. Anteayer partió su vuelo con destino San Luis.
"El
otro día presentamos nuestro robot en el Colegio de Ingenieros y tuvo
fallos que no esperábamos -prosigue Mateo, preocupado, antes de
facturar-, y estos días lo hemos afinado... Pero ahora lo hemos
desmontado para el viaje..., veremos cómo funciona en San Luis. Allí
estaremos con institutos de todo el mundo, ojeadores de la NASA, aviones
sin piloto... Ahora primero vamos al Massachusetts Institute of
Technology, donde nos invitan unos días, y luego a la competición ¡Nos
va a recibir el vicecónsul! La verdad es que va a ser una oportunidad
única para los chicos".
Porque hay historias hechas para
conmover. Porque los chavales de Sant Pere de Torelló supieron
sobreponerse a sus limitaciones. Y yendo por libre, montando su robot en
las dependencias de la vieja biblioteca municipal de su pueblo,
supieron erigirse sobre docenas de institutos y colegios de toda España.
Y cuando La Vanguardia explicó su situación les salieron patrocinadores hasta debajo de las piedras: grandes empresas, startups, ciudadanos anónimos... Pero, en verdad, The Santperencs no son únicos. En verdad, son la punta de la lanza.
Por
suerte, hay cantera, y los ejemplos se suceden. Otro ejemplo este
diario lo encontró en la fundación Llor de Sant Boi de Llobregat, un
colegio nacido como cooperativa en los años setenta en la conturbación
barcelonesa. De este centro saldrá hacia Bruselas un grupo de escolares
para representar a España en el programa Euroscola de la Unión Europea.
Los escogidos del Llor han hecho un proyecto de voluntariado
semiprofesionalizado: fotografiaron los rincones de su barrio
inaccesibles para las personas con problemas de movilidad, entrevistaron
a personas mayores en residencias, diseñaron carteles para concienciar a
la ciudadanía de los incendios...
Según explican Josep Badia y
Àngel Franco, dos de los profesores de este instituto, "los programas
extraescolares están ahora muy en boga. Robótica, matemáticas, ciencias,
política, emprendeduría... Son un complemento al trabajo en las aulas,
un modo de acercar a los chavales al mundo real".
Los objetivos
van más allá del interés de un grupo por alcanzar un sueño que se veía
como un hito alcanzable. Estas competiciones sirven para dar profundidad
a los conocimientos enumerados en el currículum, acercar a los
estudiantes a la vida real, obligarlos a adaptarse a las circunstancias e
improvisar, ponerse en el pellejo de los demás, darse cuenta de que hay
muchas maneras de ver la realidad, apreciar los frutos del esfuerzo. Y
también que, en algunas (muchas) ocasiones, el empeño no siempre halla
recompensa... A veces los otros son sencillamente mejores, a veces los
demás piensan que lo que tú creías que era suficiente es, en realidad,
insuficiente.
"Nosotras diseñamos un corta-tartas, el
Cut&Eat, y montamos una empresa para comercializarlo", dicen las
alumnas del barcelonés colegio Sagrat Cor de Sarrià Laura Izquierdo,
Claudia Durany, Diana Bofill, Cristina Ros y Cristina Morales, primer
premio, entre 1.800 estudiantes, de la sexta edición de la competición
nacional de miniempresas de Junior Achievement, pasaporte a la final a
celebrar en Rumanía en julio. En las bambalinas están Repsol, JP Morgan y
otros nombres de igual calado en busca de cantera.
Las lucidas
listas de patrocinadores ilustran que estos certámenes no son los viejos
concursos de antaño con aires circenses donde un puñado de niños
prodigio despertaban sonoros aplausos y abrían bocas. Son toda una
inversión en un futuro que se antoja ahora incierto.
"Lo más
difícil fue inventar un producto que no existiera, que no se le hubiera
ocurrido a nadie, un modo de cortar tartas en pedazos iguales", siguen
explicando las estudiantes del Sagrat Cor. "Y conseguir que los
proveedores, los fabricantes, las tiendas, te hagan caso y la gente sólo
te hace caso si piensa que va a conseguir un beneficio!". "Si vas de
estudiante y de niña buena pues pasan de ti. Has de dejar claro que
crees en tu idea y estás dispuesta a todo". "Que luego descubran que
tienes dieciséis años".
"Luego se nos acabó el dinero e hicimos
la promoción por Facebook". "Empezamos invirtiendo 60 euros cada una.
Hemos vendido veinte unidades, tendremos beneficios a partir de 28...
pero tenemos un pedido de unas tiendas de decoración y vamos a hacer 150
más". "O 200, aún lo tenemos que decidir, todavía tenemos que ver
cuánto nos arriesgamos". "En el mundo real hay mucha competencia, muchos
que luchan por salir adelante, y tú has de estar a la altura. La vida
es dura".
"Sí, ves que la vida es agridulce", tercian los alumnos
de la fundación Llor, campeones de Catalunya y de España de la última
edición del programa Euroscola. Viajarán en mayo a Estrasburgo, al
Parlamento Europeo, y participarán en una particular sesión con sus
colegas del resto del continente sobre el voluntariado social, cómo
promocionarlo, sus retos... "Tú tienes tu perspectiva, tu modo de ver
las cosas -dicen las adolescentes Anna Borbonet, Èlia Vidal y Carla
Méndez-... y de repente te das cuenta de lo grande que es todo, de que
hay muchas maneras de ver el mundo, de que la tuya solo es una más, de
lo que hay que esforzarse para salir adelante, de que el empeño no es
garantía de nada... pero que merece la pena".
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