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2012/04/30

Proliferan las empresas en internet que venden amigos para las redes sociales

Ciento cincuenta contactos o amigos. Es el número fijado, hace ahora veinte años, por el antropólogo Robin Dunbar como la cifra ideal de contactos con los que una persona puede relacionarse de forma estable sin llegar a la saturación. Es lo que se conoce, en el mundo de la relaciones personales, como el número Dunbar. Una cifra, afirma Ferran Lalueza, director de los programas de Comunicació, Publicitat i Relacions Públiques de la Universitat Oberta de Catalunya, que ha quedado pulverizada, dos décadas después, "con las herramientas de las redes sociales".

Ahora los contactos establecidos a través de la red se cuentan por miles y además crece la tendencia de comprar amigos y seguidores en Twitter o Facebook para aparentar popularidad.

Proliferan en internet los anuncios que ofrecen, previo pago, engrosar las listas de contactos en la red social. "Añada ya mil usuarios a su cuenta de Twitter por 29 dólares", rezan algunas de esas ofertas. El precio de esa compra de amigos se encarece conforme aumenta el número de seguidores. Por 67 dólares se prometen añadir en una cuenta personal, en un plazo no superior a las dos semanas, cinco mil nuevos amigos y por 97 dólares se garantizan diez mil seguidores.

Lalueza no niega que con las actuales herramientas de las redes sociales "se puede gestionar de una forma más eficaz un número de contactos, mayor que el fijado por Dunbar, e interactuar con ellos". Pero recalca que hoy lo importante "no es el número de amigos que tenemos en Facebook o la cantidad de seguidores en Twitter, sino la calidad de esos contactos o los vínculos que mantenemos con los mismos". Una postura muy diferente a la expresada en sus anuncios por esas empresas que venden amigos por la red (presuntamente la mayoría de los perfiles son falsos) con mensajes en los que se prima la cantidad más que la calidad. Para Lalueza esos contactos "son impostados al no haber vínculos reales que los justifiquen".

Javier Leiva, consultor en gestión de la reputación on line y estrategia de las organizaciones en internet, habla directamente de fraude, al referirse a ese negocio de compra de amigos en la red. Considera, además, para desánimo de los que se han gastado dinero para engrosar sus listas de contactos, que esa práctica "no va a reportar a la larga beneficio alguno a los compradores". Conocida la existencia de esa venta de amigos virtuales, "resulta fácil detectar la impostura de los contactos. Basta comprobar si ha habido interacción o entrar en los perfiles para comprobar que muchos están vacíos", afirma Leiva, fundador de la empresa Catorze.com y autor del libro Gestión de la reputación on line.

Esta práctica no es más, añade Leiva, que una evolución en la vida de las redes sociales. "Los que ahora venden amigos hace unos años contrataban ejércitos de personas en países en vías de desarrollo para que hicieran un clic sobre los anuncios de páginas web a las que prometían un aumento de visitas. Y la cosa funcionaba más o menos así: yo pago un céntimo por clic a un chino y después cobro cinco céntimos a la página web por ese mismo clic. Un buen negocio, continúa Leiva, pero lógicamente, eso a medio plazo lleva al empobrecimiento de un modelo que bien llevado podría ser sostenible".

"Anteriormente a eso -recuerda este consultor- las empresas se peleaban por tener miles y miles de usuarios registrados en sus bases de datos. Para promover esos registros regalaban cualquier cosa, porque el objetivo era aumentar artificialmente el valor percibido de la empresa y venderla por una millonada a un inversor que creyera que miles de usuarios equivaldrían a millones de dólares. Es la cultura del pelotazo y que dio paso a la burbuja de las puntocom hacia el año 2000: unos cuantos se hicieron ricos pero muchos otros se arruinaron en el intento".

Con la compra de amigos está ocurriendo ahora algo similar, cuando esa práctica la ponen en práctica grandes empresas. Buscan engrosar sus listas de seguidores en un intento por ganar una reputación falsa frente a sus competidores. Hay casos, como el de una conocida marca de bebidas, que consiguió multiplicar su popularidad por diez en Facebook en menos de un mes. Sólo en cuatro días se consiguieron 40.000 nuevos seguidores. Una cifra que para los expertos en la materia es imposible de alcanzar sin la intervención de estas empresas que venden contactos en la red. Algunos bancos han llegado a regalar pequeñas cantidades de dinero a cambió de un clic en el "me gusta" de su página de Facebook o por seguir a la entidad en su cuenta de Twitter.

En las ofertas lanzadas en este mercado negro de contactos se envían mensajes como el de "Tener más seguidores en Twitter animará a más actividades en su empresa" o "Nuestro lema es ayudar a que su negocio prospere en línea". Las empresas saben que la mayoría de esos seguidores ni tan siquiera entran en el perfil de sus potenciales clientes, pero lo que buscarían, dicen los expertos, es al usuario que suele añadirse a una lista por el simple hecho de que tenga un abultado número de seguidores. Caen en la trampa de una popularidad irreal. La compra de seguidores sólo seguirá resultando, por lo tanto, eficaz (en el caso de grandes empresas o personas que buscan promocionarse con la tarjeta de la popularidad), mientras la mayoría de usuarios ignoren la existencia de ese mercado negro. Pero cada vez se valora ya más la calidad de esos amigos o seguidores o la interacción con los mismos, que la cantidad de contactos de una cuenta.

Ferran Lalueza apunta que la clave del éxito en la relación "social del futuro es el diálogo, la interacción y la bidireccionalidad". Si se tienen muchos amigos y seguidores "a los que llegan nuestros mensajes, pero precisamente por su elevado número es inviable que nosotros también les escuchemos y que se genere un verdadero diálogo, no los fidelizaremos", añade. "Interpelar ya no funciona", asegura Lalueza. "Hoy hay que implicar y eso es imposible conseguirlo si antes no somos capaces de escuchar", concluye este profesor de Comunicación, Publicidad y Relaciones Públicas.

Para Javier Leiva "no sirve para nada sumar muchas relaciones falsas en las redes sociales; lo verdaderamente efectivo es rentabilizar las que se tienen, aunque sean menos. A un nivel más casero, a menudo veo en Twitter personas que piden seguidores para llegar a mil o dos mil... y me pregunto: ¿para que? De verdad eso sirve para algo más que para alimentar el ego? Leiva está convencido de que este mercado de venta de amigos no tiene futuro.

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