A menos que seas mi mejor amiga o mi marido, no necesito conocer los macabros síntomas de tu virus gastrointestinal. No necesito saber cuántas golosinas ha comido otro que no sea yo. En cuanto a mi ex novio, no necesito saber de lo bien que es su esposa.
Hay cosas que preferiría no saber de vos.Pero yo, como la mayoría de la gente, me he visto inundada con demasiada información acerca de la gente que conozco y la gente que quisiera no conocer pero con la que ahora estoy conectada. Como si todos estuviéramos atrapados en una permanente reunión con todos los que nos hemos cruzado en una feria callejera o a los que saludamos equivocadamente en el comedor.
"El mundo entero se ha convertido en una serie dickenseniana en la que a uno no lo visitan tres fantasmas sino ocho millones de fantasmas" dijo Sloane Crosley, autor de "How did you get this number" (Cómo conseguiste este número). "Siento que veo cosas de la gente que no quiero ver y entonces eso queda instalado en mi subconsciente como un grano de maíz".
Sea vía Twitter, Facebook, Foursquare, LinkedIn, correo electrónico u otra forma de conexión de Internet, una tiene encajados en la cara los últimos titulares de su súper exitoso amigo-enemigo de la escuela secundaria, el patrón que lo echó y el horrible chico de 14 años del que está enamorado su hija. En algunos casos una no quiere saber nada de esa gente. En otros casos una no quiere saber tanto.
"Mis amigos de la secundaria de Kansas son gente dulce y querida", dijo Colby Hall, fundador de Mediaite.com. "Pero nada indica una depresión tanto como la gente que le pide a uno que alimente las vacas en la Granja".
El mes pasado, Google anunció que lo que se coloque en los perfiles de los miembros de Google+ aparecería en los resultados de búsquedas de la compañía. Por ejemplo, si una busca con la frase "bikini amarillo" podría ver una foto de su ex profesora de inglés en una playa de Aruba. Un vocero de Google afirma que el programa está diseñado para combatir "la red sin rostro".
¿De veras la red sin rostro? Más bien la red con demasiados rostros.
"Hay una persona que me aparece sistemáticamente en el anuncio de "Gente que usted puede conocer de Facebook", y la mera mención de esta persona me arruina todo el día", dijo Pam Houston, la novelista. "Es esencial para mi bienestar crear la ilusión que esa persona no existe".
Aunque una persona nos guste, no necesariamente nos gusta -o siquiera nos "gusta"- lo que descubrimos sobre la misma on line. ¿Necesitamos ver los comentarios ingeniosos de un rival repetidos de manera promiscua en Twitter? "Tuve que dejar de seguir a ciertos amigos porque veía constantemente sus tweets acerca de todas las fiestas a las que no era invitada", dijo Laurie David, productora y escritora de Hollywood. "Lo peor son las fotos por Twitter: la gente toma fotos de sí misma en estas cenas divertidas y una no está allí".
Por supuesto que una puede dejar de seguir, des-suscribirse, deslinkearse o des-sintonizar gente. "Al menos Internet nos da la opción de bloquear esa gente, anulando su presencia para siempre", dijo Andy Borowitz, el humorista, en un mensaje de correo electrónico. "La única opción equivalente en el mundo real es el estrangulamiento".
Pero mucha gente no encuentra salida. "Aunque uno oculte las noticias de una persona, sabe que están allí" se lamentó Crosley. "Y entonces uno puede terminar yendo a su página para tener noticias directas, lo que resulta peor".
Hablemos claro: no es solo que nos bombardean con las minucias de otra gente regularmente. A veces lo buscamos. Se trate de acechar en baja intensidad, ciber-acechanza o el incómodo término nuevo "creeping" (avanzar con sigilo), la gente ahora puede buscar por los bordes de la vida de ex íntimos, descubriendo demasiado acerca de ellos: puede hacer poses de yoga invertidas perfectas; se ha casado bien; la semana pasada cenó con Bono.
"Si viniera el FBI y se metiera en mi computadora diría: "¿Qué es esta obsesión con alguien del sexto grado de la escuela? ¿Por qué has mirado su foto un millón de veces?" dijo Julie Klam, cuyo próximo libro "Friendkeeping" (Conservar amistades) es acerca de amistades reales.
Los que tiemblan de solo pensar en espiar el diario de un amigo cercano no se inmutan cuando se trata de seguir un hilo de mensajes en los que no están involucrados. "Soy increíblemente intrusivo respecto de investigar antiguas novias para ver cómo son sus hijos" dijo Euan Rellie, un banquero de inversión. "Estoy constantemente mirando gente y pensando: ¡Qué hermosas vacaciones de esquí! Ojalá hubiese estado con ese grupo de gente linda en Aspen".
¿Cómo es que actividades en las que jamás participaríamos en la vida real -ver el álbum del bebé de un conocido, soportar la sesión de fotos de un pariente que estuvo en Turquía- se vuelven extrañamente atractivas online?
"Tuve que hacer dieta de fotos de vacaciones" reconoció Laura Zigman, la novelista. "Tenía este hábito extraño, voyerista de mirar las fotos de viajes de gente on line y preguntarme: ¿Por qué no estuve caminando en la Gran Muralla China? Y con culpa: Debiera llevar a mi hijo a España. ¡Ni siquiera me gusta viajar!"
Alguna gente te impone su información.
"La gente coloca en mi muro de Facebook -afirmaciones políticas que son extrañas- y tiradas religiosas que no reflejan mis valores", dijo Adam Werbach, jefe de sustentabilidad de Saatchi & Saatchi. "Siento que tengo que limpiarlo como si fuera un grafiti en una pared".
La información no solicitada de otra gente puede ser divertida o molesta, pero también puede provocar dolor. Para los solteros, Internet está lleno de recordatorios dolorosos. No hace falta que un hombre le diga a una mujer que conoció a otra y quiere avanzar con esa relación. Basta mirar su perfil activo en Match.com y se acabó el secreto.
"Una conoce alguien en una fiesta y en vez de que te pidan tu número dice Te busco en Facebook", se quejó Dodai Stewart, editora de Jezebel.com . "Entonces veo fotos del tipo borracho en una fiesta con otras mujeres con las que sale. Termino cortando la conexión porque no lo soporto".
Es imposible cortar electrónicamente con un ex sin generar un gran alboroto en la red extendida común.
"Una logró sacarse una persona de la cabeza pero entonces se encuentra con el comentario del amigo de un amigo sobre su status en Facebook, diciendo felicitaciones por tu compromiso", dijo Maura Kelly, co-autora de "Much Ado About Loving" (Mucho ruido sobre el amor).
"La felicidad de otras personas no me molesta a menos que yo haya salido con ellas", dijo Kelly. "Entonces realmente me molesta".
Sherry Turkle psicóloga y autora de "Alone Together: Why We Expect More From Technology and Less From Each Other" (Juntos y solos: por qué esperamos más de la tecnología y menos el uno del otro) habló de los efectos. "La gente paga un precio psicológico por ver información acerca de ex amigos y cónyuges y colegas que realmente no debiera ver" dijo. No es bueno para nuestra salud emocional y, dijo, "hace que la gente se sienta mal porque sabe que no debiera ver esas cosas, pero no pueden evitarlo".
Un estudio publicado el mes pasado en la revista Cyberpsychology, Behavior and Social Networking, concluye que cuanto más tiempo pasa la gente en Facebook, tanto más felices perciben que son sus amigos y tanto más tristes se sienten.
Lo que estamos perdiendo, dijo Turkle, es una sana forma de compartimentalización. Ya no podemos dejar a un lado aspectos de nuestra vida hogareña cuando vamos a trabajar o hacer a un lado episodios tristes del pasado. Y no hablemos ya de superar las cosas.
Piensen en una vida en la que nada se termina: el chico por el que pasaste vergüenza en la escuela secundaria ahora es un rey del capital privado con 400.000 seguidores. La cara del tipo que te increpó en una salida en la universidad aparece como "Alguien que Podrías Conocer".
"Durante gran parte de mi vida, me encontraba con gente que luego desaparecía" dijo Caitlin Flanagan, la crítica cultural. "Había que ir a una biblioteca importante y estudiar guías telefónicas o contratar un detective privado para rastrearlos". Ahora es demasiado fácil. "Una puede hacer una descarga instantánea y descubrir toda su historia con todas las fotos" dijo. "Pero entonces una dice: Ya basta de esa persona".
¿No estábamos mejor sabiendo un poco menos, un poco menos a menudo, sobre todos los demás? Luego de la graduación de la secundaria, un loco por el teatro podía teñirse el pelo azul, declararse homosexual o dedicarse a la semiótica sin mirar atrás. Una vez resueltos los problemas menores podía presentar su nueva persona, y nadie se acordaría de quién era antes. Hoy, los chicos que se gradúan tienen que arrastrar consigo todos sus "amigos" de la primaria y la secundaria.
"El sistema da a la gente muy ambiciosa mucho menos oportunidad de reinventarse" dijo Jaron Lanier, autor de "You Are Not a Gadget" (Usted no es un aparatejo) y el cambio es menos dramático. ¿Cómo sería Bob Dylan -se pregunta- si Zimmerman estuviera con él todo el tiempo?
Y mientras una sigue en la infancia, hay información social innecesaria por todas partes. "No hay tal cosa como una fiesta chica de la que uno se entera un mes más tarde porque ahora los chicos se aseguran de que todos sepan que hay una fiesta y que los demás no están invitados" dijo Mark Bauerlein, autor de "The Dumbest Generation: How the Digital Age Stupefies Young Americans and Jeopardizes our Future" (La generación más tonta: cómo la era digital estupidifica a los jóvenes estadounidenses y atenta contra nuestro futuro).
¿Qué significa esto para nuestra propia difusión de datos? "Honestamente me preocupa más que la gente descubra cosas sobre mí" dijo Jill Soloway, comediante y guionista y productora de TV. "Muchas veces escribo cosas como 'organicemos un sabat judío piola' y luego pienso qué pasaría si gente con la que trabajo cree que soy una persona religiosa judía. Algo que me parece divertido a mi le puede parecer extraño a un colega".
Lamentablemente lo que nos parece ingenioso, original y atractivo, a menudo al resto del mundo le resulta una confesión incómoda, auto-bombo o algo ingenuo. Confieso que es paradójica y molestamente difícil para mí escribir acerca de cuantas golosinas comí en un día. Ni siquiera yo quiero pensar en eso.
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