En una época en la que las apariencias casi cuentan tanto como las aptitudes y en la que el personal branding –marca personal– se está convirtiendo en una necesidad prácticamente en cualquier sector laboral, diversas analistas han empezado a reivindicar los valores de la discreción e incluso de la timidez en la empresa.
Frente al ruido vacuo y la pirotecnia de un cierto tipo de marketing, expertas como Susan Cain o Lindsey Pollak luchan contra los prejuicios que a menudo condenan al olvido las ideas y las aportaciones de los profesionales de actitud moderada o silenciosa, pero muy válidos en su oficio.
Así, añaden que ellos suelen saber escuchar y contar con la capacidad de reflexionar profundamente y evitar la toma de decisiones a la ligera. Desde hace días, portales de internet y medios de comunicación, sobre todo norteamericanos, se están haciendo eco de estas propuestas.
Y es que las entrevistas de trabajo, los tests para los candidatos en los procesos de selección y hasta numerosas actividades planteadas en universidades y otros centros educativos parecen haber sido concebidos para penalizar a quienes son callados y modestos, indican estas especialistas.
Pollak, autora del exitoso Getting from College to Career, un libro con una edición revisada en 2012, apuesta por la tecnología para combatir los inconvenientes de ser reservado, sin llegar al extremo de lo patológico. A su entender, los correos electrónicos, las redes sociales y profesionales, la telefonía móvil, etc. ayudan a dejar de ser invisible.
En esta línea, Cain, responsable de otra novedad editorial, Quiet: The Power of Introverts in a World That Can't Stop Talking , recuerda que los empleados que más llaman la atención en las reuniones –muchas de ellas son prescindibles, en su opinión– no siempre son los más útiles.
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