Hay ingredientes esenciales en muchos productos de alta tecnología. Y no se trata sólo de funcionalidad, diseño o capacidad de procesamiento. Hay componentes que necesitan de materias primas concretas, de elementos poco comunes en la tierra.
Materiales como la bauxita, el coque, magnesio, manganeso y zinc provienen en su mayoría de China. Esta región asiática controla hasta el 95% de los suministros mundiales de este tipo de materiales; una ventaja competitiva que ahora se ve amenazada.
Ya en 2009, Estados Unidos, Europa y México sobre todo pusieron en marcha diversos casos legales ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) en los que se acusaba a China de restringir las exportaciones de materias primas. Esto tiene varias consecuencias: el encarecimiento de los dispositivos y sobre todo, el control absoluto de Pekín en esta materia.
Los estadounidenses ven aquí el principal motivo de que existan “dos niveles de precios” a nivel mundial; una cuestión que tanto preocupa y que otorga una ventaja a los de Pekín. Los analistas no son tan drásticos y no creen que la situación cambie con el ajuste que China habrá de hacer en sus políticas de exportación.
Era de esperar que ante los ataques las autoridades chinas presentasen repetidos recursos contra esta petición de restringir exportaciones. Alegaban impacto ambiental; los reguladores internacionales permiten a un país la limitación del comercio por razones ambientales y relacionadas con la salud.
Y Pekín se ha abraza a ese derecho: la explotación no regulada en regiones como Mongolia, rica en materiales poco comunes, podría causar un daño incalculable. El gigante asiático tampoco quiere ser quien lleve la carga de la producción mundial y barre para casa: su demanda interna crece sin cesar.
Ahora, ante el rechazo del recurso por parte de la OMC, todo apunta a que deberán de introducir modificaciones en su política de exportaciones
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