En la línea de la medida iniciada hace 10 días por la capital Pekín, la ciudad de Shanghái comenzará a exigir a sus usuarios de "microblog" que faciliten a las autoridades su nombre real, lo que ya se ha anunciado también para otras grandes urbes chinas como Shenzhen y Cantón.
Los usuarios de este tipo de servicios, donde habitualmente se divulgan opiniones e información censurada en la prensa oficial, podrán seguir utilizando sus pseudónimos, pero para poder usar sus cuentas deberán estar identificados ante las autoridades con sus datos reales.
Las nuevas normas de Pekín también prohíben publicar en internet "contenidos ilegales", incluida, según el diario, "información que revele secretos de Estado, dañe los intereses o la seguridad nacional, e instigue el resentimiento étnico, la discriminación o concentraciones ilegales que alteren el orden social".
El Gobierno de Shanghái hizo este anuncio y explicó que uno de los objetivos de la medida es mejorar el control oficial de estos servicios de mensajes públicos instantáneos.
Pekín fue la primera ciudad china en poner en marcha esta medida, aunque en su preparación participaron también la Oficina de Seguridad Pública (policía) local y las autoridades de administración de internet, con jurisdicción nacional, por lo que se esperaba su posible aplicación a otras regiones.
En los últimos meses Weibo, del grupo Sina.com, que funciona de forma similar a Twitter (la red más popular en el resto del mundo, pero que está censurada en China), ha aireado asuntos de interés público, corruptelas y otras injusticias que ponen en entredicho la gestión de las autoridades chinas, a menudo las locales.
China cuenta con 300 millones de usuarios de servicios de "microblog", una importante parte de los alrededor de 500 millones de internautas que tiene el país asiático, el mayor mercado del mundo, por delante de Estados Unidos, según datos oficiales de noviembre.
Sin embargo, grupos de defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos, como Reporteros Sin Fronteras o Amnistía Internacional, señalan que el país asiático es uno de los más censores del mundo, con varios "ciberdisidentes" encarcelados, y cuenta con la tecnología más sofisticada para silenciar la red.
Los usuarios de este tipo de servicios, donde habitualmente se divulgan opiniones e información censurada en la prensa oficial, podrán seguir utilizando sus pseudónimos, pero para poder usar sus cuentas deberán estar identificados ante las autoridades con sus datos reales.
Las nuevas normas de Pekín también prohíben publicar en internet "contenidos ilegales", incluida, según el diario, "información que revele secretos de Estado, dañe los intereses o la seguridad nacional, e instigue el resentimiento étnico, la discriminación o concentraciones ilegales que alteren el orden social".
El Gobierno de Shanghái hizo este anuncio y explicó que uno de los objetivos de la medida es mejorar el control oficial de estos servicios de mensajes públicos instantáneos.
Pekín fue la primera ciudad china en poner en marcha esta medida, aunque en su preparación participaron también la Oficina de Seguridad Pública (policía) local y las autoridades de administración de internet, con jurisdicción nacional, por lo que se esperaba su posible aplicación a otras regiones.
Libertad de expresión
Varios presos políticos chinos cumplen condena por desvelar injusticias en internet o pedir mayores libertades, como el premio nobel de la paz 2010, el intelectual Liu Xiaobo.En los últimos meses Weibo, del grupo Sina.com, que funciona de forma similar a Twitter (la red más popular en el resto del mundo, pero que está censurada en China), ha aireado asuntos de interés público, corruptelas y otras injusticias que ponen en entredicho la gestión de las autoridades chinas, a menudo las locales.
China cuenta con 300 millones de usuarios de servicios de "microblog", una importante parte de los alrededor de 500 millones de internautas que tiene el país asiático, el mayor mercado del mundo, por delante de Estados Unidos, según datos oficiales de noviembre.
Sin embargo, grupos de defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos, como Reporteros Sin Fronteras o Amnistía Internacional, señalan que el país asiático es uno de los más censores del mundo, con varios "ciberdisidentes" encarcelados, y cuenta con la tecnología más sofisticada para silenciar la red.
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