Buscar

2011/12/21

La batalla por la pesca de Marruecos: el Sahara Occidental en juego

Los pescadores del bullicioso puerto de El Aaiún descargan cientos de cajas cargadas de plateadas sardinas y hielo en contenedores refrigerados.
En el mar, hacia el sur, se pueden ver los confines de la gigantesca cinta transportadora de 98 kilómetros que provee al puerto de fosfato, materia prima de fertilizantes agrícolas, desde una mina ubicada en pleno desierto hasta los barcos cargueros.

La pesca y el fosfato, junto a potenciales reservas de petróleo y gas, están detrás de la disputa territorial en el Sahara Occidental, que lleva años políticamente estancada.
El gobierno de Marruecos asegura que proporcionan las bases del desarrollo económico, ayudando a impulsar el territorio a la modernidad.
Pero para los activistas saharauis que todavía sueñan con la independencia, lo que se ve en El Aaiún no son más que las marcas que deja una ocupación ilegal que busca la explotación de sus recursos naturales.
La discusión llegó la semana pasada al Parlamento Europeo en Estrasburgo, donde los eurodiputados vot

"Hay escuelas, hospitales con especialistas, agua potable, dos desalinizadoras y otra en camino, un gran puerto".
De hecho, las autoridades aseguran que la región se ha beneficiado de más inversiones que en Marruecos.
Las autoridades declararon El Aaiún y Bojador "ciudades libres de barriadas de extrema pobreza", algo discutible, pero que está muy lejos de poder hacerse en Casablanca y otras ciudades marroquíes del norte.
En los últimos 35 años, los incentivos económicos han atraído a marroquíes del norte. Estos inmigrantes se cree que ahora incluso son el doble que los originarios.
Ould Errachid, saharaui vestido con la tradicional túnica blanca y dorada, opina que la brecha entre los originarios y los colonos puede ser incluso mayor, aunque defiende que su llegada ha sido necesaria para el desarrollo.
"Si queremos vivir sólo entre saharauis, no vamos a tener profesores, médicos, farmacéuticos o ingenieros", dice.
Errachid agrega que muchos de los programas impulsados por las autoridades marroquíes han desarrollado el nivel de empleo entre los saharauis y asegurado trabajo en la industria del fosfato y la pesca.
Pero quienes se oponen a la presencia marroquí denuncian que la llegada de pobladores del norte busca establecer un control de facto del área.
Se quejan además de una continua discriminación social y económica.
"El Estado marroquí usa a los saharauis promarroquíes y viven en el lujo, por supuesto", afirma Lahbib Salhi, empleado de la productora de fosfato, Phosboucraa.
"No pueden hacer nada independientemente o reaccionan contra los intereses de los indígenas".
Salhi cree también que pese a las afirmaciones de las autoridades, "la realidad muestra que los saharauis viven marginados".

Alto gasto público

Salhi asegura que en Phosboucraa se los hace trabajar más por un salario inferior después de que Marruecos se hizo con el control de la empresa. Y una pequeña proporción de los empleados son saharauis.
En contra de cualquier ventaja económica para el gobierno de Marruecos, Rabat ha tenido que realizar un alto nivel de gasto público en la zona.
International Crisis Group estimó en 2007 que Marruecos había invertido US$2.400 millones en infraestructura básica los últimos 30 años y estaba gastando alrededor de la mitad de su presupuesto militar en la zona.
La ONG concluyó que los marroquíes estaban teniendo que "cargar con un exorbitante costo financiero que había obstaculizado el desarrollo nacional".
Pero Marruecos habla de inversiones más que de gastos, y el fosfato y la pesca son sectores estratégicos. Cuando los precios del fosfato se dispararon en 2008, llegaron a suponer un tercio de las exportaciones y aportaron US$4.500 millones a sus arcas.
Alrededor del 10% del fosfato del país llega del Sahara Occidental. Si el territorio fuera independiente, sería un competidor directo y podría llegar a hacer caer los precios globales.
Por otro lado, la industria pesquera emplea al 6,5% de la masa laboral del país, y Marruecos pretende hacer crecer el valor del sector en los próximos ochos años. Cerca del 40% de las capturas del país provienen del puerto de El Aaiún.

La Unión Europea, "cómplice"

La pesca se ha convertido en la industria políticamente más sensible en la controversia del Sahara Occidental, sobre todo por el acuerdo pesquero entre Marruecos y la Unión Europea, de 2006.
El acuerdo, enmarcado en un protocolo renovable anualmente, cuesta casi US$47 millones y da acceso al banco canario-sahariano a más de cien barcos europeos.

Sus críticos dicen que ofrece poco a cambio de un precio demasiado alto y que es antiecológico. Además, aseguran que es ilegal porque Naciones Unidas no le reconoce a Marruecos la soberanía del Sahara Occidental, y porque no está claro que beneficie al pueblo saharaui.
Isabela Loevin, europarlamentaria sueca del Partido Verde, denunció la semana pasada que "el 74% de la capacidad de la flota europea opera en aguas del Sahara Occiental y el pueblo de la zona no ha sido consultado sobre el asunto".
"Está extremadamente claro que Marruecos sólo quiere mantener los acuerdos pesqueros con Europa por una razón: legitima la ocupación ilegal del Sahara Occidental haciendo a la UE su cómplice en su comportamiento criminal".
Incluso en un informe confidencial de la Comisión Europea al que ha tenido acceso la BBC se califica a los primeros cuatro años del acuerdo como "decepcionantes".
Marruecos asegura que ha creado empleos y que era sostenible. Pero los europarlamentarios lo rechazaron en su forma actual por 326 votos contra 296, lo que llevará a su inmediata suspensión.
De vuelta en El Aaiún, Ismaili Mohamed Barek, llevaba tiempo esperando algo así. Trabajó seis meses como aprendiz en un barco pesquero, pero ni a él ni a otros saharauis les ofrecieron nada.
"La pesca está copada casi al 100% por marroquíes", se queja.
"Por esto es que queremos ver el final del saqueo del pueblo saharaui, y queremos que termine el acuerdo con la Unión Europea".

No hay comentarios: