Pero en medio de semejante descalabro, que aunque parecido fue mucho peor a lo que sufren países europeos como Grecia, Italia y España, hubo gente que salió beneficiada.
Gente común, de a pie. No especuladores financieros. Simplemente, gente. Que sin quererlo o forzarlo puede mirar retrospectivamente hacia ese período traumático y darse cuenta que ganó.
Una de estas personas es Micaela Restano.
"En definitiva no tengo un gran recuerdo de esa época pero tuve un premio, una cosa positiva", dijo a BBC Mundo esta joven empresaria, quien acaba de abrir un pequeño local comercial en Buenos Aires.
Ganancia en río revuelto
Pocos meses antes del 3 de diciembre, cuando el gobierno introdujo la restricción a los retiros de los bancos (el llamado "Corralito") que fue el detonante del descalabro social político y económico, Restano había recibido un préstamo hipotecario en dólares.
En ese entonces el peso argentino estaba anclado desde hace una década al mismo valor que el del dólar estadounidense (1 peso era 1 dólar). El sistema era conocido como la convertibilidad y su ideólogo fue el economista Domingo Cavallo, cuando ejercía dicho rol con el gobierno de Carlos Menem en los años '90.
Tras la crisis que generó el "Corralito", y el paso de 4 presidentes, el mandatario nombrado por el Congreso Eduardo Duhalde decide en 2002 "pesificar" los ahorros y créditos en dólares.
"Yo tenía unos ahorros en dólares y fui a la puerta del banco a vender mis dólares a la gente que estaba desesperada por comprar dólares. Con esos pesos que pude obtener pagué el crédito a los seis meses", señaló Restano.
Lo que comenzó como un crédito de US$40.000 pudo al final pagarse con US$6.000. La transacción tuvo además sus visos de complejidad porque primero se cambiaban las divisas a papeles emitidos por el gobierno de Buenos Aires y estos instrumentos eran luego canjeados, con un importante margen de ganancia, por pesos.
"Nosotros insistimos en ofrecer una alta tasa de interés para así atraer la liquidez de nuevo a los bancos. Incluso con tasas de 140%. El eslogan era tratar que la ambición superase al pánico", explicó a BBC Mundo el ex vicepresidente del Banco Central en 2001, Mario Blejer.
En ese entonces el peso argentino estaba anclado desde hace una década al mismo valor que el del dólar estadounidense (1 peso era 1 dólar). El sistema era conocido como la convertibilidad y su ideólogo fue el economista Domingo Cavallo, cuando ejercía dicho rol con el gobierno de Carlos Menem en los años '90.
Tras la crisis que generó el "Corralito", y el paso de 4 presidentes, el mandatario nombrado por el Congreso Eduardo Duhalde decide en 2002 "pesificar" los ahorros y créditos en dólares.
"Yo tenía unos ahorros en dólares y fui a la puerta del banco a vender mis dólares a la gente que estaba desesperada por comprar dólares. Con esos pesos que pude obtener pagué el crédito a los seis meses", señaló Restano.
Lo que comenzó como un crédito de US$40.000 pudo al final pagarse con US$6.000. La transacción tuvo además sus visos de complejidad porque primero se cambiaban las divisas a papeles emitidos por el gobierno de Buenos Aires y estos instrumentos eran luego canjeados, con un importante margen de ganancia, por pesos.
"Nosotros insistimos en ofrecer una alta tasa de interés para así atraer la liquidez de nuevo a los bancos. Incluso con tasas de 140%. El eslogan era tratar que la ambición superase al pánico", explicó a BBC Mundo el ex vicepresidente del Banco Central en 2001, Mario Blejer.
Reflexión
"Yo me sentí afortunada, pero ese momento fue muy traumático. Afuera de los bancos había gente muy desesperada. La situación era muy incómoda", señaló Restano.
No obstante, en su entorno laboral esta empresaria sufría la misma crisis que el resto de los argentinos. Su compañía estaba endeudada en dólares en el exterior y sus ingresos eran en pesos. La "pesificación" del dólar en Argentina cuadruplicó sus deudas ya que la moneda local inmediatamente se devaluó cuando se "pesificó" el dólar
"Por lo menos a nivel personal las cosas fueron positivas porque pude comprar mi apartamento. Pero todo fue muy estresante y tenso", dice Restano.
¿Y cómo manejar la situación de ganar algo, mientras que millones de tus compatriotas están perdiendo prácticamente todo?
"No siento nada de vergüenza por lo que me sucedió. Conozco a otras personas que les pasó lo mismo, pagaron sus créditos (en dólares) y ahora están contentos", señala.
"Es algo que simplemente te pasa. Yo no fui elegida, ni lo busqué, me pasó y quedé contenta", agregó.
No obstante, en su entorno laboral esta empresaria sufría la misma crisis que el resto de los argentinos. Su compañía estaba endeudada en dólares en el exterior y sus ingresos eran en pesos. La "pesificación" del dólar en Argentina cuadruplicó sus deudas ya que la moneda local inmediatamente se devaluó cuando se "pesificó" el dólar
"Por lo menos a nivel personal las cosas fueron positivas porque pude comprar mi apartamento. Pero todo fue muy estresante y tenso", dice Restano.
¿Y cómo manejar la situación de ganar algo, mientras que millones de tus compatriotas están perdiendo prácticamente todo?
"No siento nada de vergüenza por lo que me sucedió. Conozco a otras personas que les pasó lo mismo, pagaron sus créditos (en dólares) y ahora están contentos", señala.
"Es algo que simplemente te pasa. Yo no fui elegida, ni lo busqué, me pasó y quedé contenta", agregó.
La otra cara
Pero lo que vivió Micaela Restano es una excepción a la regla.
La gran mayoría de los argentinos, en ese período entre finales de 2001 y 2002, enfrentó una situación como la de Carina Etchegaray.
Poco antes de decretarse el "Corralito" esta periodista y madre de dos niños había recibido un dinero que esperaba de un largo juicio laboral.
Mientras definía la compra de un nuevo apartamento para acomodar a su familia que había crecido, colocó el dinero en el banco. Y ahí quedó encerrado, devaluándose, por largo tiempo. Al menos hasta que el "Corralito" se levantó a finales de 2002.
"Nos lo devolvieron (el dinero) mucho tiempo después. Lo que teníamos inicialmente nos servía para comprar un apartamento de dos habitaciones, y cuando lo recuperamos apenas alcanzaba para comprar un auto", señaló Etchegaray a BBC Mundo.
"Ese tiempo fue de angustia tremenda. Acabábamos de tener a los niños y era la posibilidad de vivir un poco mejor. Que justo nos tocara esto fue un momento de angustia y tristeza", dice.
"Pero eran tantos los afectados, los jubilados (cuya pensión se devaluó), la gente que quedó en la calle porque no pudo pagar créditos, que era una angustia compartida. Había una incertidumbre de zozobra muy fea. El clima en la calle era feo. Había que seguir viviendo pero era complicado. Salías a comprar comida y encontrabas al supermercado saqueado", recuerda Etchegaray.
Esta periodista, como millones de argentinos, salió a protestar con la cacerola en ese momento. También fue una de tantas que acudió al banco en busca de respuestas infructuosamente.
"No sabías que hacer, a dónde ir. En el banco preguntabas y nadie respondía".
"Por eso no puse plata en el banco nunca más. Cuando me depositan la saco inmediatamente, sólo dejo lo necesario para el día a día", señaló esta periodista argentina que ahora opta por caja de seguridad y no meterlo "bajo el colchón".
"El banco es el lugar donde depositas tu dinero y se supone que lo entregas con confianza. Que no te lo devuelvan es muy fuerte. Yo prefiero no volver a probar", añadió Etchegaray.
Quizás el ejemplo más gráfico de lo que fue el "Corralito" en Argentina lo da Daniel Marx, ex Secretario de Finanzas argentino en 2001, quien renunció tras anunciarse la medida.
"Dificultar el sistema de pagos es el equivalente a interrumpir la circulación de la sangre en un cuerpo y eso tiene consecuencias serías2, dijo a BBC Mundo.
La gran mayoría de los argentinos, en ese período entre finales de 2001 y 2002, enfrentó una situación como la de Carina Etchegaray.
Poco antes de decretarse el "Corralito" esta periodista y madre de dos niños había recibido un dinero que esperaba de un largo juicio laboral.
Mientras definía la compra de un nuevo apartamento para acomodar a su familia que había crecido, colocó el dinero en el banco. Y ahí quedó encerrado, devaluándose, por largo tiempo. Al menos hasta que el "Corralito" se levantó a finales de 2002.
"Nos lo devolvieron (el dinero) mucho tiempo después. Lo que teníamos inicialmente nos servía para comprar un apartamento de dos habitaciones, y cuando lo recuperamos apenas alcanzaba para comprar un auto", señaló Etchegaray a BBC Mundo.
"Ese tiempo fue de angustia tremenda. Acabábamos de tener a los niños y era la posibilidad de vivir un poco mejor. Que justo nos tocara esto fue un momento de angustia y tristeza", dice.
"Pero eran tantos los afectados, los jubilados (cuya pensión se devaluó), la gente que quedó en la calle porque no pudo pagar créditos, que era una angustia compartida. Había una incertidumbre de zozobra muy fea. El clima en la calle era feo. Había que seguir viviendo pero era complicado. Salías a comprar comida y encontrabas al supermercado saqueado", recuerda Etchegaray.
Esta periodista, como millones de argentinos, salió a protestar con la cacerola en ese momento. También fue una de tantas que acudió al banco en busca de respuestas infructuosamente.
"No sabías que hacer, a dónde ir. En el banco preguntabas y nadie respondía".
"Por eso no puse plata en el banco nunca más. Cuando me depositan la saco inmediatamente, sólo dejo lo necesario para el día a día", señaló esta periodista argentina que ahora opta por caja de seguridad y no meterlo "bajo el colchón".
"El banco es el lugar donde depositas tu dinero y se supone que lo entregas con confianza. Que no te lo devuelvan es muy fuerte. Yo prefiero no volver a probar", añadió Etchegaray.
Quizás el ejemplo más gráfico de lo que fue el "Corralito" en Argentina lo da Daniel Marx, ex Secretario de Finanzas argentino en 2001, quien renunció tras anunciarse la medida.
"Dificultar el sistema de pagos es el equivalente a interrumpir la circulación de la sangre en un cuerpo y eso tiene consecuencias serías2, dijo a BBC Mundo.
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