La muestra de que las compañías discográficas cada vez tienen menos poder se refleja en la condena a Jammie Thomas, una joven de Minnesota que en 2006 descargó 24 canciones en su ordenador.
Inicialmente su condena ascendió a millon y medio de dólares. El año pasado la cifra se rebajó a 2.250 dólares por canción guardada en su ordenador sin pagar por ella por lo que la compensación pedida por la RIAA, la asociación formada por las discográficas de Estados Unidos, sumaba 62.500 dólares. La corte federal de Estados Unidos ha rebajado la cifra 54.000 dólares.
El caso de Jammie Thomas se convirtió en polémico por la indefensión en que vivía la acusada, madre soltera de dos niños. Una ciudadana de poco más de 30 años que consiguió no solo la identificación de la comunidad internauta, sino también su solidaridad. Dado que entendieron que se quería hacer de su castigo un ejemplo, fueron otros ciudadanos los que recaudaron dinero para costear su causa. Incluso se hicieron camisetas con diferentes lemas para mostrar apoyo a Thomas.
El Pais
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