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2011/02/11

Un análisis localiza nuevos vertidos en Hungría

La empresa de aluminio cuya balsa de residuos reventó en octubre de 2010 causando el peor desastre medioambiental que ha vivido Hungría sigue realizando vertidos a pequeña escala, según un informe de la organización ecologista Greenpeace.
Los activistas aseguran que la compañía Magyar Aluminium, intervenida por el Gobierno tras el desastre, está vertiendo residuos líquidos cuyo contenido en arsénico y aluminio supera los límites legales hasta 100 veces.
Los datos se desprenden de cinco muestras, dos de ellas tomadas en la misma boca de la tubería por la que, según los activistas, la empresa achica residuos de la enorme balsa que reventó en octubre, y otra de menor tamaño que comenzó a usarse tras el accidente. "No tienen sitio para contener todos los residuos y por eso los están liberando", explicó ayer a este diario Balász Tömöri, uno de los miembros de Greenpeace Hungría que recogieron las muestras.
No es la primera vez que la organización presenta informes que muestran que las concentraciones de contaminantes en el aire o en el agua son mayores que las que mantiene el Gobierno, pero en esta ocasión ha recurrido a organismos oficiales. Las cinco muestras de agua fueron analizadas por un laboratorio húngaro y por la Agencia de Protección Ambiental de Austria. Los resultados muestran concentraciones de arsénico de 1.300 microgramos por litro, más de diez veces lo permitido en Austria, y 200.000 microgramos por litro de aluminio, cien veces la cantidad legal. El informe también muestra una concentración de carbono orgánico siete veces superior a lo tolerado, según Tömöri.
En un comunicado, la organización aseguró que los niveles de contaminación en el agua analizada violan la ley comunitaria y pidió a la Comisión Europea que exija al Gobierno húngaro, presidente de turno de la UE, que reaccione ante los nuevos vertidos.
Tömöri dice que el Gobierno húngaro ha contestado que los análisis no son oficiales y ha acusado a la organización de estar "mintiendo". Los responsables del Gobierno a cargo de la gestión de la limpieza del vertido no respondieron a este diario para aportar su versión de los hechos.
Tras la rotura de la balsa número 10 el pasado 4 de octubre, un millón de metros cúbicos de barro rojo con arsénico y otros metales pesados resultantes de la producción de aluminio se precipitaron sobre Kolontár y Devecser, dos poblaciones cercanas a la fábrica. La riada causó diez muertos, arrasó decenas de casas y anegó cientos de hectáreas en cuya limpieza todavía trabajan los operarios oficiales.

Otra balsa

Tras el desastre, el Gobierno tomó las riendas de su gestión y reinició la producción, acumulando los nuevos residuos en una pequeña balsa contigua a la número 10. Las muestras se tomaron en una tubería que se encuentra en la base de esta balsa y cerca de una estación de bombeo con la que la compañía regula la concentración de residuos en cada piscina, según las localizaciones de GPS enviadas por Tömöri. La tubería vierte a un canal que rodea las balsas y donde la empresa arroja yeso y otros productos para intentar mitigar la concentración de sustancias tóxicas, dice Greenpeace. Este caudal acabaría en el río Torna, que pasa por Kolontár y Devecser en su camino hacia el sistema fluvial del Danubio. "Estos vertidos suceden desde noviembre, a menudo de noche", asegura Tömöri. "Los peces no pueden sobrevivir con estas concentraciones de químicos, que permanecerán en el lecho del río durante años", concluye.

Publico

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