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2011/02/25

La ciudadanía manda

No es cuestión de tecnología, dice Antoni Gutiérrez-Rubí. Pero la tecnología lo ha cambiado todo. “Las reglas del juego, los jugadores y la liga”. Ya no importa quién, sino qué. Más que nunca. La comunicación en tiempo real que permiten las redes sociales ha puesto patas arriba el ecosistema de la información. Y no hay vuelta atrás.
Los expertos que participaban el jueves en el seminario Innovación en la Comunicación Pública: tecnologías para un mejor servicio, que se celebraba en el Citilab de Cornellà, estuvieron de acuerdo en que hay que subirse al carro de la innovación social. También desde los gabinetes de comunicación de la Administración. Pero no de cualquier forma. La cosa 2.0 no consiste sólo en tener cuenta en Facebook, Twitter, YouTube y Linkedin, por citar las redes más conocidas.
“Hablamos de una tecnología que genera relaciones y no sólo de otro canal en el que verter información”, insistía Gutiérrez-Rubí, asesor en comunicación y consultor político. El reto, continuaba el experto, está en ofrecerle al ciudadano la información “en el momento que la quiere, tal como la quiere y en el lugar donde la quiere”. Y, para ello, es básico liberar datos. “Cuantos más, mejor”.
La transparencia es ley. En este punto estuvieron de acuerdo tanto Gutiérrez-Rubí como Cristina Ribas, consultora de Ciencia y Tecnología y profesora de Periodismo de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), y Antonella Broglia, consultora de Infonomia. El “Open Data es la auténtica revolución” porque “es posible que la ciudadanía pueda generar más herramientas de comunicación pública que la propia Administración. No es competencia desleal. Es la naturaleza del cambio”, argumentaba Gutiérrez-Rubí.
Pero el cambio no es fácil. Ni se hace de un día para otro. Sergio Cortés, consejero delegado de Cink, aclaraba que contrariamente a lo que se cree “las redes sociales no son instantáneas”. “Los resultados se consiguen a medio-largo plazo y las métricas, como el número de amigos en Facebook, no lo son todo”.
Por su parte, Cristina Ribas subrayaba que si bien la mayoría de jóvenes utilizan Internet y las redes sociales para relacionarse con sus amigos, tan sólo un 10% es capaz de sacarles partido para sus estudios. Algo parecido ocurre en los procesos de participación. Los gobiernos pueden poner a la disposición de los ciudadanos los datos públicos, en formatos fácilmente recuperables, pero su utilización “no es automática”, dijo. Una de las claves para que puedan generar aplicaciones útiles, remarcaba la experta, es “seleccionar datos relevantes y ofrecer herramientas de visualización que permitan entenderlos de forma muy intuitiva.”
Finalmente, “lo más importante es escuchar al ciudadano”, sentenciaba Antonella Broglia, que ofreció también algunos ejemplos de respuesta rápida a los requerimientos y quejas de los usuarios, como el Twitter del aeropuerto de Gatwick (Inglaterra) o el de algunos de los hospitales de la seguridad social inglesa. Son experimentos que “todavía están verdes”, admitió, pero que ponen cada vez más de manifiesto que “la ciudad es de los ciudadanos y no de los políticos”. “Es cierto que aquí somos menos participativos que en América -donde ya existen numerosas iniciativas Open Data-, pero estos medios pueden reanimarnos”, concluyó. 

La Vanguardia

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