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2010/10/25

Cuando los libros impresos relegan a los e-books

La Nacion

Intercambian mensajes de texto con sus amigos todo el día. De noche investigan para sus trabajos de fin de curso en sus computadoras portátiles y se comunican con sus padres vía Skype. Sin embargo, mientras se dirigen al Hamilton College , a los estudiantes aún les agrada cargar con libros de texto voluminosos.
"La pantalla no puede quedarse en blanco", dijo Faton Begolli, un estudiante de primer año de Boston. "No puede haber un virus. No sería lo mismo sin libros. Han definido la vida académica por mil años".
Aunque el mundo de los libros impresos está cediendo ante la marejada de libros digitales, blogs y otros sitios en la Red, una generación de estudiantes universitarios que creció con la tecnología parece aferrarse a los libros de texto tradicionales. Esa lealtad tiene su precio. Los libros de texto son caros, entre 700 y 900 dólares, y la frustración de los estudiantes por el costo, así como la aparición de una nueva tecnología, han producido una variedad de opciones para obtenerlos.
Minoristas de internet como Amazon y Textbooks.com están vendiendo libros nuevos y usados. A ellos se han unido varios servicios en la red que alquilan libros de texto a estudiantes por semestre. Unas 1500 librerías de college también están ofreciendo alquileres este otoño boreal, comparado con solo 300 librerías el año pasado.
En Hamilton, los estudiantes este año tienen una nueva manera de evitar al intermediario: un sito en la red sin fines de lucro, creado por el Entrepreneur Club de la casa de estudios que les permite venderse libros directamente entre sí.
La explosión de bocas de expendio y formatos -incluyendo los libros digitales que rápidamente se vuelven más sofisticados- ha dejado a algunos estudiantes confundidos. Luego de completar su selección de cursos, se ven obligados a sopesar el costo versus la conveniencia, analizar sus propios hábitos de estudio y adivinar qué textos querrán quedarse y cuáles no van a extrañar.
"Depende de la materia" dijo Victoria Adesoba, una estudiante del ingreso a medicina de la Universidad de New York, que estaba parada a la entrada de la librería de la institución, con una bolsa para libros azul colgada de un hombro. "El semestre pasado alquile los de psicología y fue más barato. Pero para cosas como química orgánica, necesito quedarme con el libro. Los libros electrónicos son buenos, pero cansan la vista. Además, es una distracción cuando uno se tienta con Facebook".
Por más que se diga que su generación es la que más maneja la tecnología, los libros de texto de papel no parecen destinados al olvido por mucho tiempo.
Según la National Association of College Stores , el organismo que agrupa a las diversas tiendas de intercambio en las casas de estudio, los libros digitales representan poco menos del 3 por ciento de las ventas de libros de texto, aunque la asociación prevé que su participación crecerá a entre el 10 y el 15 por ciento para 2012, al ponerse más títulos a disposición como libros electrónicos.
En dos estudios recientes -uno realizado por la asociación y otro por una red nacional patrocinante- tres cuartos de los estudiantes encuestados dijeron que preferían un libro encuadernado a su versión digital.
Muchos estudiantes son renuentes a renunciar a la capacidad de pasar capítulos rápidamente, escribir en los márgenes y resaltar pasajes, aunque nuevas aplicaciones de software están permitiendo a los estudiantes a usar los libros de texto electrónicos de ese modo.
"Los estudiantes crecieron aprendiendo de libros impresos" dijo Nicole Allen, el director de campaña de uno de los estudios realizados. "Al pasar a la educación superior, no sorprende que tengan preferencia por un formato al que están acostumbrados".
Incluso muchos estudiantes de Hamilton hablaron apasionadamente de los pesados tomos que siguen llevando de su dormitorio al aula y a la biblioteca, al mismo tiempo que miran insistentemente sus teléfonos inteligentes en busca de mensajes de texto y correo electrónico.
"Creo que el códice es una de las mejores invenciones del hombre" dijo Jonathan Piskor, un estudiante de primer año de Carolina del norte, usando el término latino.
Esa pasión puede ser uno de los motivos por el que Barnes & Noble College Booksellers está trabajando tan duro para vender su nueva aplicación de software, NOOKstudy , que permite a los estudiantes navegar libros de texto electrónicos en Macs y PC. La compañía que tiene 636 librerías en campus en todo el país, incluyendo el de Hamilton, presentó la aplicación gratuita el verano boreal pasado, con la esperanza de atraer más estudiantes a la compra de libros de texto electrónicos.
"La primera dificultad es lograr que los prueben" dijo Tracey Weber, vicepresidente ejecutiva de la compañía para libros de texto educación digital.
La compañía está regalando "Equipos para iniciar los estudios" a estudiantes que descarguen NOOKstudy en el semestre, con recetas para hacer fideos y una docena de libros electrónicos clásicos, tales como "Los cuentos de Canterbury" y "La Letra Escarlata". CourseSmart, un consorcio de importantes editores de libros de texto, está permitiendo que los estudiantes prueben cualquier libro electrónico gratis por dos semanas.
Pero no todos los libros de texto están disponibles en formato digital o alquiler. En Hamilton, por ejemplo, solo un quinto de los títulos se venden como libros de texto electrónicos este otoño. Una visita a la tienda del campus revela la diferencia de precio. Un libro sobre derecho constitucional, por ejemplo, costaba 189,85 dólares nuevo, 142,40 usado y 85,45 en alquiler. Comúnmente, un libro electrónico es más barato que un libro usado, aunque más caro que el alquiler.
El gasto en libros de texto universitarios, que se estima que aumento cuatro veces lo que la tasa de inflación en los últimos años, se ha convertido en tal preocupación que algunos políticos están tomando el tema. El mes pasado el senador Charles Schumer de New York urgió a que más tiendas universitarias alquilen libros, luego de que un estudio de 38 librerías de campus por gente de su oficina descubrió que 16 de ellas no ofrecían esa opción.
Por ahora, la compra de libros a la vieja usanza, nuevos o usados, prevalece. Charles Schmidt, el vocero de la Asociación Nacional de Tiendas de College, dijo que si una tienda en el campus vende un libro nuevo por 100 dólares, comúnmente recompra el libro a 50 dólares al final del semestre y se lo vende al siguiente estudiante a 75 dólares. Pero el precio de recompra se hunde si el profesor deja de pedir ese libro (o edición) o si la librería tiene suficientes libros para responder a la demanda.
Cuando Louis Boguchwal, estudiante de segundo año en Hamilton que se especializa en economía y matemática, trató de revender un libro de texto de álgebra lineal a la librería del college, le ofrecieron 15 dólares.
"Fue un insulto", dijo. "Te dan casi nada".
De allí la creación del nuevo sitio sin fines de lucro de Hamilton, getmytextbooks.org . Hasta ahora el tráfico ha sido liviano: solo se vendieron unos 70 libros este otoño. Pero Jason Mariasis, presidente del Entrepreneur Club, dijo que prevé que aumenten las en tas cuando corra la voz. El sitio también tiene ofertas de cientos de colleges.
Begolli, miembro del club, recientemente vendió tres novelas alemanas por 17 dólares en el sitio. "Si las hubiera vendido a la librería, me hubieran dado entre 7 u 8 dólares", dijo. "La librería es rey cuando se trata de vender libros de texto. Pensamos que tenía que haber algo para los estudiantes, hecho por los estudiantes".
Pero algunos estudiantes se las tienen que arreglar solos. Rosemary Rocha, de 26 años, estudiante de NYU que busca un título en administración de hospitalidad y turismo, hizo la cuenta de lo que tendrá que gastar en libros en el semestre: 600 dólares. "Eso es duro -dijo- actualmente cobro el seguro de desempleo, así que no voy a poder pagar esa suma".
En cambio espera poder tomar prestadas las pocas copias que sus profesores dejan reservadas en su biblioteca o dependerá de la buena voluntad de sus compañeros de curso. "Mis amigos me dejan tomar prestados sus libros a cambio de café o una porción de pizza", dijo.

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