La pasada semana se cumplieron diez años desde que el Nasdaq alcanzó su máximo histórico al superar la cota de los 5.048 puntos. Un momento considerado como el inicio del estallido de la llamada burbuja de las puntocom y que supuso una de las mayores orgías de dinero de toda la historia con cientos de fusiones y salidas a Bolsa que cosecharon unos números rojos multimillonarios. Sólo en capitalización bursátil por el hundimiento global de los mercados, las pérdidas superaron los cinco billones de dólares (unos 3,63 billones de euros) en los dos años y medio siguientes.
Quizá la operación más emblemática de la época fue la fusión entre America Online (AOL) y Time Warner, con predominio de la primera y valorada en 164.000 millones de dólares. Los aplausos recibidos por sus impulsores, Steve Case y Gerald Levin, se transformaron en protestas por parte de los inversores en pocos meses. Tres años después, Case se marchó y AOL desapareció del nombre de la empresa de Bugs Bunny. En diciembre de 2009 tuvo lugar el divorcio definitivo con la segregación de AOL, que Time Warner valoró en 2.600 millones.
En el mundo de la fibra óptica también hubo operaciones históricas. En pleno estallido de la burbuja, en junio de 2000, las compañías JDS Uniphase y SDL anunciaron su fusión, valorada en 41.000 millones. En estos momentos, la compañía vale en Bolsa 2.500 millones.
No fueron ni mucho menos las únicas fusiones millonarias. La citada AOL compró Netscape en noviembre de 1998 por 4.200 millones de dólares; no fue a ningún sitio porque Microsoft dejó fuera de combate a Netscape en el mundo de los navegadores. Yahoo destinó 5.700 millones a la compra de la empresa de radio online Broadcast.com y otros 3.570 millones a la adquisición de GeoCities. Está claro que no tuvieron mucho éxito porque esta última, por ejemplo, cerró sus operaciones en octubre de 2009.
Grandes decepciones
La burbuja trajo también una oleada de salidas a Bolsa de start-ups que hicieron millonarios a algunos y provocaron duras pérdidas a la mayoría. La revista Cnet recordaba esta semana algunas de las más memorables. La empresa de juguetes Etoys protagonizó un debut fulgurante en el Nasdaq en mayo de 1999, llegando a alcanzar un máximo histórico de 84 dólares por acción. En febrero de 2001, cada título valía 9 centavos.
Pets.com atrajo el interés de los estadounidenses a final de la década de los 90 gracias a sus anuncios televisivos en la Super Bowl o en su presencia en la cabalgata del Día de Acción de Gracias. En febrero de 2000, la firma de productos para mascotas debutó en el Nasdaq y sus acciones llegaron a valer 11 dólares. Nueve meses después la empresa colapsó.
Los inversores también se llevaron una gran decepción con Boo.com, que en pocos meses se quiso convertir en un referente en la moda. No lo consiguió, pero sí logró todo un récord: se pulió 188 millones de dólares aportados por sus inversores en sólo seis meses.
Estas operaciones tuvieron igualmente un duro coste para brókeres y analistas especializados en tecnología en Wall Street, especialmente porque sus previsiones nunca se cumplieron. Henry Blodget de Merrill Lynch, Jack Grubman de Salomon y Frank Quattrone de Credit Suisse se hicieron muy famosos y más de uno tuvo que encarar litigios por falsedad en sus recomendaciones.
La burbuja también provocó la aparición de gigantes empresariales que acabaron diluyéndose cuando la moda desapareció. Nortel y Lucent llegaron a valer en Bolsa más de 200.000 millones; ahora, la primera está en proceso de liquidación tras suspender pagos (y haber sufrido durante los últimos años algunos litigios por irregularidades en su contabilidad) y la segunda salvó un match-ball gracias a su fusión con Alcatel. En España estuvo el ejemplo de Terra, que llegó a situarse entre las primeras empresas del Ibex 35 compitiendo en capitalización con grupos como Repsol y Endesa.
Otras destacadas de la época como Sun, acaba de caer en manos de Oracle tras una década sin una dirección clara. Microsoft y Cisco siguen siendo referencia en la actualidad, sin embargo, ambas cotizan a precios muy lejanos de los alcanzados en la burbuja. De todas maneras, todavía tienen opciones de volver a esas cotas en el futuro. Otras muchas no han podido contarlo.
Quizá la operación más emblemática de la época fue la fusión entre America Online (AOL) y Time Warner, con predominio de la primera y valorada en 164.000 millones de dólares. Los aplausos recibidos por sus impulsores, Steve Case y Gerald Levin, se transformaron en protestas por parte de los inversores en pocos meses. Tres años después, Case se marchó y AOL desapareció del nombre de la empresa de Bugs Bunny. En diciembre de 2009 tuvo lugar el divorcio definitivo con la segregación de AOL, que Time Warner valoró en 2.600 millones.
En el mundo de la fibra óptica también hubo operaciones históricas. En pleno estallido de la burbuja, en junio de 2000, las compañías JDS Uniphase y SDL anunciaron su fusión, valorada en 41.000 millones. En estos momentos, la compañía vale en Bolsa 2.500 millones.
No fueron ni mucho menos las únicas fusiones millonarias. La citada AOL compró Netscape en noviembre de 1998 por 4.200 millones de dólares; no fue a ningún sitio porque Microsoft dejó fuera de combate a Netscape en el mundo de los navegadores. Yahoo destinó 5.700 millones a la compra de la empresa de radio online Broadcast.com y otros 3.570 millones a la adquisición de GeoCities. Está claro que no tuvieron mucho éxito porque esta última, por ejemplo, cerró sus operaciones en octubre de 2009.
Grandes decepciones
La burbuja trajo también una oleada de salidas a Bolsa de start-ups que hicieron millonarios a algunos y provocaron duras pérdidas a la mayoría. La revista Cnet recordaba esta semana algunas de las más memorables. La empresa de juguetes Etoys protagonizó un debut fulgurante en el Nasdaq en mayo de 1999, llegando a alcanzar un máximo histórico de 84 dólares por acción. En febrero de 2001, cada título valía 9 centavos.
Pets.com atrajo el interés de los estadounidenses a final de la década de los 90 gracias a sus anuncios televisivos en la Super Bowl o en su presencia en la cabalgata del Día de Acción de Gracias. En febrero de 2000, la firma de productos para mascotas debutó en el Nasdaq y sus acciones llegaron a valer 11 dólares. Nueve meses después la empresa colapsó.
Los inversores también se llevaron una gran decepción con Boo.com, que en pocos meses se quiso convertir en un referente en la moda. No lo consiguió, pero sí logró todo un récord: se pulió 188 millones de dólares aportados por sus inversores en sólo seis meses.
Estas operaciones tuvieron igualmente un duro coste para brókeres y analistas especializados en tecnología en Wall Street, especialmente porque sus previsiones nunca se cumplieron. Henry Blodget de Merrill Lynch, Jack Grubman de Salomon y Frank Quattrone de Credit Suisse se hicieron muy famosos y más de uno tuvo que encarar litigios por falsedad en sus recomendaciones.
La burbuja también provocó la aparición de gigantes empresariales que acabaron diluyéndose cuando la moda desapareció. Nortel y Lucent llegaron a valer en Bolsa más de 200.000 millones; ahora, la primera está en proceso de liquidación tras suspender pagos (y haber sufrido durante los últimos años algunos litigios por irregularidades en su contabilidad) y la segunda salvó un match-ball gracias a su fusión con Alcatel. En España estuvo el ejemplo de Terra, que llegó a situarse entre las primeras empresas del Ibex 35 compitiendo en capitalización con grupos como Repsol y Endesa.
Otras destacadas de la época como Sun, acaba de caer en manos de Oracle tras una década sin una dirección clara. Microsoft y Cisco siguen siendo referencia en la actualidad, sin embargo, ambas cotizan a precios muy lejanos de los alcanzados en la burbuja. De todas maneras, todavía tienen opciones de volver a esas cotas en el futuro. Otras muchas no han podido contarlo.
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