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2011/06/08
Sí hay burbuja: se llama 'community manager'
Pocas veces un puesto de trabajo ha generado tanta confusión sobre sus responsabilidades, sueldo, función y encaje organizativo. Hace tres años no existía este término y hoy pululan en España decenas de miles de community managers. Se han organizado en la Asociación Española de Responsables de Comunidades Online (AERCO), con más de 1.000 miembros. Al 60% de los parados les gustaría reorientar su carrera profesional, según Adecco. Este es uno de los perfiles favoritos para hacerlo. Pese a ello, nadie, ni empresas, candidatos, ni consultoras online, tienen claro qué es un community manager.
"Si preguntas a 10 personas, recibirás 12 definiciones diferentes", dice José Antonio Gallego, presidente de AERCO. Gallego lo intenta. Según él, un community manager es la persona en una empresa encargada de gestionar las comunidades online afines a la marca. Aún así, reconoce que "el término es ambiguo, una moda, cambia de un día para otro y empieza a generar cierto cansancio".
Google tiene una herramienta en la que comparte el volumen de búsquedas que recibe una determinada palabra clave en su plataforma: Google Insights. Son capaces de dividir dicha información por los países con mayor volumen de búsquedas sobre el término requerido. Al introducir el anglicismo community manager, España es el primer país del mundo en demandar información sobre este nuevo oficio. Un boom tan inusual como desconcertante si tenemos en cuenta que se trata de una profesión sin las lógicas barreras de entrada en forma de títulos universitarios, conocimientos técnicos específicos o una definición exacta de las funciones requeridas por parte de la empresa contratante.
España, además, es uno de los pocos países donde este fenómeno ha adquirido el comportamiento de las llamadas burbujas: rápida popularización, establecimiento de una lucrativa industria en torno al mismo (asociaciones, academias, agencias, consultoras...), debate sobre su validez y, es de esperar, posterior pinchazo y desaparición. O reconversión, como ya ocurrió en EE UU y otros países europeos donde, digerida la novedad, plantean el community manager no como un puesto concreto, sino como una función dentro de los departamentos de comunicación o marketing.
En plena burbuja del término muchos intentan sacar partido a la confusión. "Algunas escuelas de negocio cobran 15.000 euros por un master en community management o 3.000 por un curso de fin de semana. Es vergonzoso", dice una consultora de 37 años, autodidacta, que prefiere mantener el anonimato. Gestiona como freelance la presencia en redes sociales de varias marcas y explica que, fruto del desconocimiento, las empresas están muy desorientadas. "Te encuentras de todo. Desde una zapatería que te llama porque dice que necesita un community manager a una multinacional española que ofrece una miseria de 500 euros al mes por gestionar sus redes sociales en 28 países".
La crisis económica y el desempleo, la necesidad, han ayudado a inflar la burbuja. Un profesional del sector consultado culpa a las agencias de publicidad por colarse sin conocer el terreno y a los especialistas en marketing y comunicación en paro transformados de la noche a la mañana en 'expertos' en social media. "Tendrá que pasar un tiempo hasta que la situación se normalice", comenta, también bajo anonimato. Es ingeniero técnico informático, tiene 23 años y gestiona la presencia online de una gran empresa española. ¿Cómo aprendiste? "Soy autodidacta".
Mientras el ruido continúa, la Red se va poblando poco a poco de blogs, comentarios y mensajes en Twitter cargando contra el concepto de community manager. Para unos es una falacia, para otros simplemente no existe, es transversal junto al resto de funciones de comunicación. Los hay que incluso critican la labor de AERCO por oportunista. "Alimentan una moda, utilizan la asociación en beneficio de unos pocos", opina otra fuente.
Internet no solo ha auspiciado nuevos roles profesionales desde su nacimiento, sino que ha transformado los esquemas de las necesidades de personal en muchos departamentos convencionales. Marketing, comunicación, tecnología, redacción, incluso en gerencia, casi ningún área ha permanecido inmune a los evidentes cambios en la manera de comunicarnos. El protagonismo de las redes sociales y, sobre todo, su trepidante incremento en el uso diario de la gente ha traído una serie de consecuencias que han dejado a muchas empresas fuera de juego en su estrategia con respecto a la comunicación, investigación y repercusiones sobre sus marcas. De este modo, muchas de ellas se han convertido en cómplices de una vorágine de servicios de community manager sin tarifas, ni resultados tangibles o, al menos, donde empresas con criterio conviven con "vendedores de humo" que perjudican una actividad con varios indicadores de sobreestimación.
"Muchas compañías cobran en virtud del tamaño de la empresa, no del servicio ni objetivos, lo que hace que la competencia sea tan alta como poco cualificada en los resultados del trabajo. Conviven firmas serias con cierta experiencia con otras que solo buscan dar un pelotazo en un momento de auge", señalan algunas compañías consultadas sobre las causas que no ayudan a dignificar la incipiente actividad.
En enero de 2009 Twitter tenía unos 20.000 usuarios al día en España. Dos años más tarde superan los 300.000 diarios. Las cifras de la conversación en Facebook son todavía más impactantes. Según Google Trends ocho millones de personas entran diariamente en la red social fundada por Mark Zuckerberg desde España. La tendencia muestra que el fenómeno sigue creciendo a medida que se popularizan dentro del teléfono móvil de los usuarios. Son un hábito masivo, ya sea individual o colectivo, de comunicación, expresión y manifestación (pública o privada, según elija el usuario). La burbuja se infla por la evidente necesidad de participar. Sin embargo, la cautela sobre cómo hay que hacerlo, al menos en nuestro país, es inexistente, lo que contribuirá a que tras un pinchazo, se reajuste.
El Pais
Despierta el fantasma de la burbuja de Internet
En las últimas cinco semanas, los inversionistas han aplaudido las salidas a Bolsa de compañías de Internet y han inflado los precios en las primeras transacciones de esos títulos, como fue el caso de la red de contactos LinkedIn Corp. y de los motores de búsquedas NV y Renren Inc. Los papeles de Renren, sin embargo, han caído por debajo de su precio de colocación.
El sitio web de cupones Groupon Inc. presentó el jueves una solicitud al regulador para una altamente esperada Oferta Pública Inicial (OPI). Inversionistas todavía están esperando anuncios de Facebook y Twitter.
Doce años atrás, una estampida hacia acciones de Internet terminó con miles de millones de dólares en pérdidas. Tras ocho años de litigios, agentes colocadores que incluyen a Bank of America Corp., Citigroup Inc., Credit Suisse Group AG y Goldman Sachs Group Inc. alcanzaron un acuerdo por 586 millones de dólares (400 millones de euros) en el 2009 para resolver cientos de demandas de inversionistas.
Los críticos de entonces dijeron que los colocadores manipularon el mercado en contra de los inversionistas individuales para favorecer a los corporativos y obtener mejores comisiones. Los bancos niegan cualquier actuación incorrecta.
Los abogados de los demandantes están prestando especial atención a la nueva ola de ofertas públicas iniciales. "Estamos mirando cuidadosamente para asegurarnos de que las irregularidades de la burbuja de las 'puntocom' no se repitan una década después y que no se inventen nuevos trucos que causen la misma implosión", dijo Stanley Bernstein, socio de Bernstein Liebhard y abogado líder de los inversionistas en el acuerdo por las OPI anteriores.
Sin póliza de seguro
La mayor parte del mercado de las OPI sigue igual que hace una década y muchas de las prácticas que causaron controversia están todavía vigentes. Tradicionalmente en una OPI, un sindicato de bancos de inversión coloca acciones entre inversionistas institucionales y clientes minoristas. Algunas acciones van a corredoras que las distribuyen entre los clientes y los bancos logran comisiones en base al valor de las acciones vendidas.En una disputa sobre la burbuja "puntocom", los inversionistas reclamaron por prácticas que favorecían a los colocadores. Una de esas prácticas pide a los inversionistas de una OPI comprar más acciones una vez que los papeles comienzan a cotizar. Los críticos aseguran que eso crea precios artificialmente altos que permiten vender en mejores condiciones e incrementar las comisiones de los bancos.
Otra práctica cuestionada fue que los bancos habrían presionado a los analistas para fijar precios objetivos poco realistas a los títulos de compañías que estaban a las puertas de una OPI.
En el 2003, el entonces fiscal general de Nueva York Eliot Spitzer alcanzó un acuerdo civil con 10 bancos de inversión que prohibía algunas prácticas cuestionadas y ordenaba una investigación de analistas independientes. Los bancos no admitieron haber actuado inadecuadamente.
Aunque se han aplicado cambios en la industria para evitar los conflictos con los analistas, aún están pendientes prohibiciones más estrictas de algunas de las prácticas cuestionadas.
Expertos legales dicen que los inversionistas podrían enfrentar una nueva batalla legal si esta nueva ola de OPI se marchita más tarde. Esto es, en parte, porque prácticas que parecen ser injustas pueden ser completamente legales bajo las leyes federales de valores. "Toda la ley dice que si vendes valores, debes proveer a los inversionistas toda la información que necesiten para tomar una decisión informada", dijo el profesor Michael Perino de la St. John's University School of Law. "No hay una póliza de seguros contra las pérdidas del mercado", agregó.
20minutos
2011/06/01
¿Y si Apple divide su acción para aprovechar la burbuja?
El motivo de estas dudas es sencillo. Sus acciones se han movido muy poco en Bolsa desde febrero, e incluso han caído cerca de un 8% desde su máximo anual. La publicación financiera Seeking Alpha se preguntaba ayer cómo una compañía como Apple, que es una máquina de generar cash flow gracias a dispositivos estrella como el iPad y el iPhone y a negocios como las aplicaciones móviles, no se han movido apenas en Bolsa con esta euforia. La empresa contaba con 65.000 millones de dólares entre tesorería e inversiones a corto y largo plazo al término del último trimestre y podría superar los 70.000 millones al final del trimestre en curso.
A partir de aquí han comenzado las sugerencias y opiniones críticas. Una de las visiones que se están extendiendo es la de expertos que advierten de la necesidad de que Apple realice un split de sus acciones y se atreven a decir que esta división del valor de los títulos sea de 1x10. En estos momentos, cada acción de la compañía de la manzana vale en Bolsa cerca de 337 dólares (unos 234 euros), cuando el iPad más barato cuesta en EE UU 499 dólares. Estos precios están alejando a muchos inversores minoristas para quienes este valor es una gran barrera psicológica. No sucedería lo mismo si cada título, tras el citado split, tuviera un precio próximo a los 33 dólares. Google está en una situación similar porque sus títulos valen en torno a 525 dólares, situación que también le aleja del pequeño inversor.
Con un split, Apple tendría una base de accionistas mucho mayor. En la actualidad, de hecho, es muy pequeña. La empresa de Steve Jobs tiene 29.400 accionistas registrados, según consta en su informe anual, cuando, por ejemplo, en España, Telefónica tiene 1,42 millones de partícipes. Hasta empresas como Ezentis, antigua Avánzit, cuenta con más de 80.000 inversores. No sería su primer split. De hecho, ha dividido el valor de sus acciones hasta tres veces desde su salida a Bolsa en 1980. Eso sí, la última vez fue en febrero de 2005.
La otra gran reclamación que Apple recibe es la referente a la retribución al accionista. La empresa ni paga dividendo ni recompra acciones a pesar de su fortaleza financiera. La compañía insiste siempre en que los citados 65.000 millones que tiene en la caja estarán destinados a operaciones vinculadas con el desarrollo del negocio. Diversos blogs financieros han señalado en los últimos días que un dividendo del 2% o el 3% de su beneficio anual apenas debilitaría su posición.
Jobs vuelve el 6 de junio
Las dudas que sí está empezando a despejar Apple son las referidas al estado de salud de Jobs. El consejero delegado presentó por sorpresa el iPad 2 en marzo, cuando se encontraba de baja. La empresa comunicó ayer que Jobs, junto con un equipo de directivos de la compañía, hará una presentación en la Conferencia Mundial de Desarrolladores que Apple celebra todos los años, y que esta vez tendrá lugar el 6 de junio. Jobs hablará del nuevo sistema operativo para el iPad y el iPhone, de los servicios basados en la nube, bautizados como iCloud, y posiblemente presente el iPhone 5. Quizá su retorno sea un acicate para las acciones de Apple. Ayer ya recibieron un impulso.
Cinco Dias
2011/05/30
La nueva burbuja tecnológica en cifras
¿Burbuja social?
Muchos la han citado en los últimos días, a raíz de la salida a bolsa de la red social profesional LinkedIn, cuya capitalización alcanzó los 8.900 millones de dólares y cuyas acciones se dispararon un 109% el día de su debut en el parqué de Wall Street.
¿Burbuja 2.0? Alan Patrick, analista de la consultora Broadsight, habla de “dotcommania-Facebook”, pero admite que a diferencia de las empresas de la época de la burbuja 1.0, LinkedIn genera beneficios. La compañía de Reid Hoffman ganó 15 millones de dólares en el 2010, con unos ingresos de 243 millones de dólares.
John Batelle, fundador de The Industry Standard, confiesa estar cansado de las “comparaciones fáciles con la burbuja 1.0” porque simplemente, dice, “no son exactas”. Es más, afirma que, a estas alturas, ya no existen empresas puntocom.
Michael Birch, fundador de la red social Bebo, que vendió a America Online en el 2008 por 850 millones de dólares, se lo discute. Birch asegura tener la sensación de vivir otra burbuja puntocom, aunque admite que no le gusta la palabra. El empresario, que hace un año montó una incubadora llamada Monkey Inferno, confiesa en Reuters que ha dejado de invertir en Estados Unidos “porque es una locura”.
Aún así, Birch no renuncia a crear proyectos relacionados con las redes sociales porque “el punto de saturación social todavía no ha llegado”, dice. “Siempre está más allá de lo que la gente imagina”, añade. Pero hay que pensar en algo que no tenga nada que ver con Facebook. “No tiene sentido ser como Facebook, tiene sentido ser lo que no es”.
“La mayor amenaza para Facebook es que la gente quiera algo fresco y nuevo”, insiste. En eso trabaja. En “una pequeña red social” diferente. Aunque todavía no puede dar detalles sobre ella. ¿Aire para la burbuja? Farai recuerda en el Observer que desgraciadamente, la única forma de saber si existe o no una burbuja 2.0 es esperar que explote.
La Vanguardia
2011/05/11
La compra de Skype por Microsoft aumenta el temor a una nueva burbuja
Aunque algunos medios especializados han intentado desechar la idea en los últimos meses -después de conocerse el continuado aumento de las valoraciones sobre Facebook, principalmente-, la operación de 8.500 millones de dólares ha aumentado el temor a una burbuja 2.0.
Los expertos han apuntado que el precio pagado podría ser más del doble de lo que habría ofrecido Google, que también estaba interesada en la compañía, en la puja por una empresa que el pasado año tuvo unas pérdidas netas de siete millones de dólares.
Asimismo, como apunta el 'Financial Times', el precio pagado por Microsoft supone 32 veces los beneficios antes de impuestos de Skype -264 millones de dólares-, y tres veces el precio que pagó Ebay por la empresa hace seis años.
Otras operaciones han hecho que se vuelva a hablar de una posible burbuja, como la valoración de Facebook en los mercados secundarios, de 65.000 millones de dólares -32 veces sus ingresos del pasado año- y creciendo prácticamente mes a mes.
LinkedIn, una red social empresarial que salió de pérdidas hace poco, prepara su salida a Bolsa con el objetivo de lograr una valoración inicial de 3.300 millones de dólares.
Pese a todo, alguno expertos incluso creen que la operación de Microsoft no ha sido tan cara. "En esta atmósfera de burbuja 2.0, hacerse con una empresa pagando unas 10 veces sus ingresos probablemente es barato", afirmó un analista ayer a Reuters.
Los analistas creen que el precio pagado por Microsoft se debe a que Skype no es sólo una inversión financiera, sino, principalmente, una apuesta estratégica para recuperar terreno en el mercado de móviles, donde sus rivales Apple y Google le han tomado la delantera.
Sin embargo, el 'desastre' de MySpace sigue en la memoria reciente ya que no es un fracaso de la anterior burbuja sino actual. News Corp, el conglomerado de Ruppert Murdoch, lo compró en 2005 por 580 millones de dólares. Ahora lo intenta vender por 100 millones.
El Mundo
¿Burbuja tecnológica? No... por ahora
Nuevas salidas
Las valoraciones de las empresas por internet vuelven a crecer, vuelven a producirse salidas a Bolsa... y compras caras, como la protagonizada ayer por Microsoft y Skype. Esta operación ha llevado el total de operaciones de fusiones y adquisiciones hasta los 94.500 millones de dólares, lo que supone un incremento del 56% respecto al año pasado. Es el mayor volumen que se registra desde 2000. Eso sí, según apunta Wall Street Journal, estos niveles apenas se pueden comparar con los registros de 2000, cuando solo las cinco primeras operaciones sumaron 226.280 millones de dólares.
Y más allá de estas operaciones, la excitación de los analistas comienza a hacerse palpable. Como hace 11 años.
Parece comenzar una tímida ola de consolidación en internet. Las grandes empresas tratan de tomar posiciones para tratar de no perder ritmo frente a Google. Y así, cada pocos días, una nueva compañía obtiene valoraciones multimillonarias por parte de los bancos de inversión. Zynga, la compañía que lanzó el jugo para Facebook FarmVille llegó fue valorada en 9.000 millones. Todo un boom social incapaz de generar beneficios como Twitter ha llegado a estar valorado en 10.000 millones. Groupon, la web líder de cupones de descuentos se permitió rechazar una oferta de Google que la valoraba en 6.000 millones, y calcula ingresar hasta 15.000 millones con su salida a Bolsa. En marzo, Bloomberg había elevado ya el precio de sus acciones hasta 25.000 millones. Goldman Sachs ha llegado a valorar Facebook en 60.000 millones de dólares, es decir, 11.000 millones más de lo que vale General Motors en Bolsa. AOL, el gran derrotado en su pelea contra Microsoft a finales de la década anterior (y culpable de falsear cuentas), pagó 315 millones de dólares por el diario online Huffington Post, es decir, diez veces más de lo que factura el periódico.
Excesivo
"Creo que hablar de burbuja tecnológica es excesivo", asegura Covadonga Fernández, analista de Selfbank. "Las redes sociales tienen mucho tirón y están creando una nueva forma de comunicación". Eso sí, Fernández considera que la compra de Skype por parte de Microsoft ha sido "cara", dado que es una empresa en pérdidas que apenas obtiene 33 dólares por cliente, cuando ha pagado más de 1.000 dólares por usuario. No obstante, si se compara con otras operaciones tecnológicos, la de ayer apenas da para colarse en el top 20.
"Yo me colocaría en la categoría de los escépticos en relación a la burbuja", coincide por su parte Luke Taylor, profesor de Finanzas de Wharton. Taylor , incluso, resta importancia al hecho de que la banca conceda valores altos a empresas como Twitter, aun en pérdidas. "Esta cuestión enciontrará respuesta cuando Twitter salga a bolsa en el futuro y tenga que poner todas las cartas sobre la mesa". El analista, además asegura que en 1999, no se sabía a ciencia cierta cómo las empresas de Internet obtendrían beneficios (incluso, si algún día llegarían a obtenerlos). "Esta vez, los rumores de una nueva burbuja tecnológica se refieren a las empresas con flujos de ingresos y hasta de beneficios".
En todo caso, ¿por qué tiende a haber estas valoraciones tan altas? Diversos expertos aseguran que una razón ha sido la ausencia de opv en los últimos años, que ha generado un exceso de capital entre los fondos de capital riesgo. Pero sobre todo, por la incertidumbre. "Mientras que haya incertidumbre, las personas pagarán por el potencial de ventajas", sostiene Lubos Pastor, profesor de Finanzas de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago. "No sabemos a qué velocidad crecerá ese mercado. No sabemos si todos en el planeta harán negocios a través de Facebook. Si eso sucede, el precio de Facebook se podría considerar una ganga hoy en día".
Y por eso, más vale tomar posiciones ahora. No sea que Google termine por conquistarlo todo.
Cinco Dias
2010/03/15
Los fantasmas de la burbuja de las 'puntocom' cumplen 10 años
Quizá la operación más emblemática de la época fue la fusión entre America Online (AOL) y Time Warner, con predominio de la primera y valorada en 164.000 millones de dólares. Los aplausos recibidos por sus impulsores, Steve Case y Gerald Levin, se transformaron en protestas por parte de los inversores en pocos meses. Tres años después, Case se marchó y AOL desapareció del nombre de la empresa de Bugs Bunny. En diciembre de 2009 tuvo lugar el divorcio definitivo con la segregación de AOL, que Time Warner valoró en 2.600 millones.
En el mundo de la fibra óptica también hubo operaciones históricas. En pleno estallido de la burbuja, en junio de 2000, las compañías JDS Uniphase y SDL anunciaron su fusión, valorada en 41.000 millones. En estos momentos, la compañía vale en Bolsa 2.500 millones.
No fueron ni mucho menos las únicas fusiones millonarias. La citada AOL compró Netscape en noviembre de 1998 por 4.200 millones de dólares; no fue a ningún sitio porque Microsoft dejó fuera de combate a Netscape en el mundo de los navegadores. Yahoo destinó 5.700 millones a la compra de la empresa de radio online Broadcast.com y otros 3.570 millones a la adquisición de GeoCities. Está claro que no tuvieron mucho éxito porque esta última, por ejemplo, cerró sus operaciones en octubre de 2009.
Grandes decepciones
La burbuja trajo también una oleada de salidas a Bolsa de start-ups que hicieron millonarios a algunos y provocaron duras pérdidas a la mayoría. La revista Cnet recordaba esta semana algunas de las más memorables. La empresa de juguetes Etoys protagonizó un debut fulgurante en el Nasdaq en mayo de 1999, llegando a alcanzar un máximo histórico de 84 dólares por acción. En febrero de 2001, cada título valía 9 centavos.
Pets.com atrajo el interés de los estadounidenses a final de la década de los 90 gracias a sus anuncios televisivos en la Super Bowl o en su presencia en la cabalgata del Día de Acción de Gracias. En febrero de 2000, la firma de productos para mascotas debutó en el Nasdaq y sus acciones llegaron a valer 11 dólares. Nueve meses después la empresa colapsó.
Los inversores también se llevaron una gran decepción con Boo.com, que en pocos meses se quiso convertir en un referente en la moda. No lo consiguió, pero sí logró todo un récord: se pulió 188 millones de dólares aportados por sus inversores en sólo seis meses.
Estas operaciones tuvieron igualmente un duro coste para brókeres y analistas especializados en tecnología en Wall Street, especialmente porque sus previsiones nunca se cumplieron. Henry Blodget de Merrill Lynch, Jack Grubman de Salomon y Frank Quattrone de Credit Suisse se hicieron muy famosos y más de uno tuvo que encarar litigios por falsedad en sus recomendaciones.
La burbuja también provocó la aparición de gigantes empresariales que acabaron diluyéndose cuando la moda desapareció. Nortel y Lucent llegaron a valer en Bolsa más de 200.000 millones; ahora, la primera está en proceso de liquidación tras suspender pagos (y haber sufrido durante los últimos años algunos litigios por irregularidades en su contabilidad) y la segunda salvó un match-ball gracias a su fusión con Alcatel. En España estuvo el ejemplo de Terra, que llegó a situarse entre las primeras empresas del Ibex 35 compitiendo en capitalización con grupos como Repsol y Endesa.
Otras destacadas de la época como Sun, acaba de caer en manos de Oracle tras una década sin una dirección clara. Microsoft y Cisco siguen siendo referencia en la actualidad, sin embargo, ambas cotizan a precios muy lejanos de los alcanzados en la burbuja. De todas maneras, todavía tienen opciones de volver a esas cotas en el futuro. Otras muchas no han podido contarlo.
WorldCom y la aventura del vaquero
La quiebra de WorldCom en julio de 2002, con una deuda de 41.000 millones de dólares y unos activos de 107.000 millones, supuso una auténtica sacudida para las bolsas mundiales. Era el punto final para su cofundador, Bernard Ebbers el vaquero, quien tuvo que encarar un proceso judicial que acabó por llevarle a prisión. Durante la investigación que hizo la SEC se supo que WorldCom (se hizo poderosa por la compra de MCI y siempre presumió de batir las previsiones del mercado) había inflado sus activos en 11.000 millones.2010/03/12
Hace diez años estallaba una de las mayores burbujas de la historia
Una mirada de corto plazo permite afirmar que el Promedio Industrial Dow Jones, que cerró el martes en 10.564 puntos, logró acumular un alza del 61% desde su punto más bajo alcanzado durante la recesión, hace un año.
Sin embargo, mirando el mediano plazo, esta suba lograda en este último período sólo sirvió para recuperar la mitad de las pérdidas registradas desde su máximo de 14.165 unidades en octubre de 2007. Y, si se observa el largo plazo, surge que las acciones del índice se están negociando 19% por debajo del máximo alcanzado al estallar la burbuja de las “.com” hace exactamente diez años. Es decir, pasada una década aún no han logrado equiparar tales valores.
La referencia es más que válida pues hoy, 9 de marzo de 2010, se cumple uno de los aniversarios más amargos en la historia de las bolsas modernas.
Es que hace exactamente diez años, estallaba la inmensa burbuja generada en torno a las empresas tecnológicas, incluyendo el incipiente desarrollo de las vinculadas a Internet.
¿Cómo se infló la burbuja?
Eran los tiempos en que las compañías se valoraban en función de las páginas vistas de sus sitios web y en los que nombres como AOL, el principal proveedor de Internet en EE.UU. de la época, llegó a cerrar la mayor fusión de la historia con Time Warner, valorada en 124.000 millones de dólares, precisamente, mediante un intercambio de acciones.
La unión AOL Time marcó el momento álgido de las punto.com. Pero antes de que se diese esa operación, AOL había firmado otro de los capítulos en la historia del sector con la compra del navegador Nestcape Communications, en 1998, por algo más de u$s4.000 millones.
Fue precisamente esa marca la que encarnó los primeros coletazos de aquella fiebre. En 1995, el navegador fundado por Marc Andreessen comenzó a cotizar en Wall Street. Sus acciones se multiplicaron por 10 el primer día.
Entre septiembre de 1998 y marzo de 2000, el conjunto de acciones de este mercado se dispararon un 240% en un episodio de generación de expectativas sin antecedentes.
La promesa de un mundo nuevo, con beneficios globales e ilimitados, se dio la mano con un fenómeno bien conocido entre los inversores: la avaricia y la generación de 'humo', o proyectos empresariales quiméricos sin un modelo de negocio sustentable.
El estallido
Pero de repente, como siempre ocurre con las burbujas, el mundo se anotició de que comenzaba a vivir un crash bursátil que siguió a la euforia de finales de los 90 y se ha convertido en uno de los mayores mercados bajistas de la historia, junto a los registrados tras las crisis de 1929, en los años 70 o en el credit crunch de 2007 y 2008.
Luego de haber alcanzado niveles máximos, basados en la exuberancia y el entusiasmo, la burbuja fue creciendo hasta superar los 5.000 puntos que alcanzó el índice tecnológico Nasdaq por aquellas fechas.
Pero una vez que estalló la burbuja, se produjo una verdadera caída libre, que llevó al cierre masivo de empresas, deslistado de compañías que días antes valían millones de dólares, con el correlato de inversores que veían perder enormes fortunas.
Un año después del desastre el Nasdaq, según consigna El País de Madrid, el índice de empresas tecnológicas de Wall Street, aún cotizaba por debajo de los 2.000 puntos, esto es un 60% por debajo del momento del quiebre, afectando a empresas sólidas como Intel o Cisco Systems, que se vieron también afectadas por la crisis.
Pero no todo terminó ahí. Había transcurrido un año y medio después del crack, el Nasdaq seguía en caída libre y acumulaba un retroceso de casi el 80% de su valor. El mínimo lo marcó el 9 de octubre de 2002, cuando el índice se situó en 1.114 puntos.
- El Dow Jones Internet Composite Index vale hoy un 79% menos que en aquel momento.
- El Nasdaq que hoy se ubica en los 2.369 puntos, está por debajo de la mitad de los máximos registrados a principios de marzo de 2000.
Casos paradigmáticos
El tamaño de la burbuja se puede graficar desde otro punto de vista: las quiebras que se produjeron tras su explosión.
- Boo.com gastó u$s188 millones en apenas seis meses para montar una gran infraestructura de moda online, pero el esfuerzo fue en vano ya que en mayo de 2000 quebró.
- Con la burbuja en pleno auge Yahoo compró GeoCites por u$s 3.500 millones en febrero de 1999, pero en octubre de 2009 se vio obligada a cerrarla.
- eToy's tenía un precio por acción de 80 dólares en mayo de 1999 y cuando declaró su quiebra en febrero de 2000 valía menos de un euro, según relata The daily Maverik.
Luego de un rápido avance producto de una demanda eufórica que no paraba de comprar, se llegó a cotizar en máximos cercanos a los 140 euros, que se dieron curiosamente, en febrero de 2000.
Con el paso del tiempo, en su última salida a bolsa, las acciones fijaron su valor en 3,04 euros.
Sus repercusiones en Argentina
El primer caso testigo en nuestro país fue el portal ElSitio.com, que con oficinas en el inicio de Puerto Madero llegó en su momento a tener mayor valor de mercado que Perez Companc, que en aquellos días era la mayor compañía que cotizaba en la bolsa local.
Otro caso emblemático fue Patagon. Con menos de u$s10.000, Wenceslao Casares había creado Patagon, junto a su ex socio y ex amigo Constancio Larguía, en 1997.
En dos años habían logrado capitalizar a la empresa en tres oportunidades: primero un millón, luego 8 y más tarde 53. Hasta que dieron el gran golpe en marzo de 2000, cobrando un cheque del por entonces Banco Santander Central Hispano por u$s528 millones por el 75% del portal, especializado en finanzas personales.
Más allá de estas empresas, el impacto de la burbuja también se hizo sentir en el Merval. Pero hay que aclarar que su desarrollo en aquellos días también tuvo un fuerte componente local.
En el camino de ida, desde septiembre de 1998 hasta el momento en que estalló la burbuja, el Merval ganó el 106%, pero luego del 9 de marzo el declive fue importante, ya que hasta fines de enero de 2001 había perdido el 36 por ciento.
Más adelante, surgieron factores de fuerte incidencia como el ingreso a la Convertibilidad en abril de 2001 que impulsaron una suba del mercado, pero posteriormente volvieron a prevalecer los factores externos y prácticamente dos años después la bolsa porteña mostraba una caída del 64 por ciento.
La gravedad de este crash, que no fue el último, pero sí uno de los más violentos de la historia de Wall Street, fue tal que al año siguiente, el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan acuñaría una expresión que pasó a la posteridad: “La exuberancia irracional de los mercados”.
2010/01/23
China, ¿una burbuja a punto de explotar?
China creció un 8,7% el año pasado y va camino de ser la segunda potencia económica mundial y amenazar la supremacía de Estados Unidos.
Sin embargo, algunos analistas comparan al dragón chino actual con el boyante Japón de los los años '80 (cuando los japoneses compraron, por ejemplo, el Rockefeller Center de Nueva York) y su burbuja económica que acabó explotando, seguida de dos décadas de crecimiento raquítico.
Si fuese cierto, esto supondría una amenaza muy seria a las economías mundiales, sobre todo las latinoamericanas, cada vez más dependientes del empuje chino para salir de la crisis actual.
Las semejanzas entre ambos casos son muchas: altos índices de ahorros, una moneda infravalorada y un crecimiento impulsado por las exportaciones.
Y las señales de que la economía china se estaría recalentando ya están aquí. La inflación en diciembre, por ejemplo, fue la más alta en casi dos años, y los precios de las propiedades inmobiliarias en Pekín y Shanghai se han disparado.
Por si estas semejanzas fueran pocas, Japón invirtió una fortuna en proyectos de infraestructura en ese entonces para evitar la crisis, construyendo lo que después se llamaron “puentes hacia la nada”, y acumulando una deuda masiva que sigue arrastrando hoy en día.
China, por otro lado, lanzó el año pasado un masivo programa de estímulo económico -US$586.000 millones- para evitar la recesión, dinero que entre otros fue a la construcción de carreteras y una red de trenes de alta velocidad.
Iguales…no tanto
Aún así, muchos expertos recuerdan que hace años que se dice que China caerá pero sigue creciendo más que nadie. Y aseguran que la comparación con Japón en los ’80 es incorrecta.“China probablemente es uno de los que más ha estudiado lo que hizo Japón, incluyendo los errores que cometió en las últimas décadas”, afirma Martin Schulz, economista jefe del Fujitsu Research Institute.
“Están impulsando su economía doméstica y los precios de los bienes están creciendo por las nubes, así que intentarán controlar esto desde el inicio para no terminar como Japón hoy en día”, añade.
Pekín parece ya haber tomado nota. Las autoridades acaban de ordenar a algunos de los grandes bancos que restrinjan sus préstamos en lo que queda de este mes, tras un incremento del crédito en las últimas dos semanas.
A ello se suma el reciente aumento en los requerimientos de reservas para los bancos para enfriar algo las cosas.
Difícil equilibrio
El equilibrio que tiene que hacer el gobierno chino es muy delicado, señala el corresponsal de la BBC en Pekín, Chris Hogg.Hogg dice que si China, por ejemplo, retira los estímulos de forma demasiado brusca, ello podría amenazar la recuperación de su economía, así que tiene que andarse con cuidado.
Casi nadie cree que el colapso de la economía china vaya a ser inminente o inevitable.
Pero tal como apunta la revista británica The Economist, si sacan las conclusiones equivocadas de la experiencia japonesa, entonces algún día su economía podría terminar siendo tan frágil como la de su vecino y eterno rival asiático.