El satélite ruso fue lanzado en 1986 con la misión de espiar a la armada de Estados Unidos. Era parte del sistema de espionaje radiotecnológico en la Guerra Fría que pretendía descubrir preparativos para cualquier tipo de operación gracias a los cambios de intensidad en el volumen de información. Tras su inutilización, el aparato viajaba por el espacio como cualquier basura espacial, hasta que el 4 de abril de 2012 puso en peligro al telescopio estadounidense.
Los expertos detectaron la posible colisión un mes antes y comenzaron a hacer un seguimiento de la trayectoria de ambos cuerpos. Los primeros datos determinaron que ambos pasarían a una distancia de apenas 213 metros. "Es algo así como predecir lluvia en un lugar concreto y en un momento concreto una semana antes de que suceda", explican los expertos de la NASA, quienes han indicado que "a medida que se acercaba la fecha el pronóstico se hace menos difuso y el escenario inicial podía cambiar de forma dramática".
De hecho, a solo unos días de la supuesta colisión, los datos apuntaban a que los satélites iban a coincidir en un mismo punto del espacio con una diferencia de 30 milisegundos. "Estaba claro que teníamos que prepararnos para desplazar el Fermi, le comuniqué al equipo de control que se prepararan para la maniobra", ha indicado una de las responsables de este caso, Julie McEnery.
La única posibilidad que había de hacerlo era encender los motores a reacción del telescopio, que están pensados para sacarlo de su órbita una vez que termine su vida útil. Sin embargo la situación se hacía un poco complicada porque en todos estos años de utilización estos motores nunca se habían encendido por motivos de seguridad.
Tras los cálculos que determinaban que la colisión del telescopio Fermi a una velocidad de 17 kilómetros por segundo con el satélite espía, que pesa una tonelada, destrozaría completamente ambos aparatos, el 3 de abril los ingenieros dieron la orden de detener los trabajos de investigación del telescopio, retraer los paneles solares y desviar la antena de comunicaciones para evitar que entrara en contacto con el chorro de reacción.
La investigadora ha explicado que "los motores se encendieron todos al instante" y, al terminar la misión, todos los miembros del equipo "pudieron respirar tranquilos". Así, el Fermi "escapó de la amenaza del satélite soviético cuando estaban a una distancia de cuatro kilómetros", ha indicado McEnery.
La NASA ha tardado un año en hacer pública esta historia y, según ha señalado, lo hace ahora para concienciar sobre el problema de la contaminación del espacio más cercano a la Tierra.
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