Afable como pocos y enamorado de las panorámicas vistas al Mediterráneo que se pueden ver desde la 'suite' de su hotel en Barcelona, Eugene Kaspersky desgrana con una facilidad apabullante los entresijos de la 'ciberguerra' y augura más casos de espionaje en los próximos años que, a su juicio, serán "muy difíciles de detectar y de evitar".
Todo entre risas y bromas a pesar de ser el rey Midas de la seguridad en la red, capaz de descubrir el virus Flame que afectó a centenares de ordenadores en Irán el año pasado.
Rechaza el concepto de 'ciberguerra', al que se opone por su carácter bélico. "No quiero hablar de guerra porque se trata de un término que se refiere a un enfrentamiento directo y constante". Según Kaspersky, el escenario actual no ha llegado a este extremo al tratarse de una serie de "ataques" a corporaciones o estructuras de estado "puntuales".
"Por suerte no ocurren muy a menudo y sólo nos encontramos con dos o tres casos al año", bromea mientras recuerda el efecto demoledor del virus Stuxnet, que destruyó y paralizó toda la actividad de la central nuclear iraní de Natanz durante días.
"Los sistemas informáticos y la comunicación en red pueden dirigir países enteros, por eso son tan peligrosos los ciberataques", resume mientras se plantea qué ocurriría si un 'hacker' decidiera invadir las entrañas del hotel donde él se hospeda. "Dejaría de funcionar todo", asegura.
Sabe que estos ataques a gran escala aún parecen de ciencia ficción para los ciudadanos de a pie y por ello se empeña en explicar con un ejemplo muy gráfico los perjuicios que puede conllevar para la sociedad la denominada ciberguerra.
"En 2003 la costa Este de Estados Unidos sufrió un apagón que dejó sin luz a ciudades como Nueva York o Toronto, en Canadá". Para Kaspersky se trató de un 'ciberataque' a los sistemas de seguridad de la red eléctrica del país. "¿Qué pasaría si alguien saboteará el sistema de gestión de tráfico?", se pregunta mientras se interesa por saber cómo se organiza la ciudad de Barcelona en este sentido.
Sin embargo, lo que más preocupa a este 'gurú' de la seguridad informática en red no son los ciberataques con finalidades económicas sino el espionaje a gran escala. "Es muy difícil de detectar. Sabemos qué idioma habla pero no quién hay detrás", resume.
A su juicio, los encargados de llevar a cabo estos ataques "saben quienes son sus víctimas y que quieren conseguir de ellas" y asegura estar trabajando en nuevas herramientas que actúen de freno. "Soy optimista", bromea no sin antes reconocer que, a día de hoy, "no hay ninguna tecnología que pueda controlar el espionaje".
A su juicio, la poca privacidad que hay en Internet, motivada por la irrupción masiva de las redes sociales y los 'smartphones', tiene pros y contras aunque no juega un papel determinante en esta 'ciberguerra'. "En tan sólo dos meses se pueden detener sospechosos de asesinatos, por ejemplo, a través de sus perfiles de Facebook o de correos electrónicos".
¿Lo malo? La falta de privacidad. "Mucha gente cree que es anónima y eso no es verdad", afirma. Su receta pasa por crear nuevos códigos y herramientas para conseguir una comunicación en red más directa, sin tener que pasar por gigantes como Google que controlen los datos personales de usuarios de medio mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario