"En los primeros 100 días [de mandato] tomaremos las medidas necesarias para asegurar que todos los estudiantes que empiecen la primaria el próximo año en las escuelas públicas reciban un ordenador portátil". Así anunciaba el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, una de las medidas estrella de su programa electoral durante el discurso de investidura que pronunció a principios del pasado mes de abril.
Sin embargo, lo que debía ser un programa revolucionario para la educación primaria del país se ha convertido en un arma de doble filo para el presidente y su Gabinete. En el próximo año escolar está previsto que 1,35 millones de niños empiecen Standard 1, el equivalente a primero de Primaria, lo que ha obligado al Gobierno a reservar una partida de 53.200 millones de chelines (464 millones de euros) para comprar los ordenadores, formar a los profesores y crear el contenido educativo necesario para desarrollar los cursos.
La medida ha desatado la ira de los sindicatos de profesores, que llevan casi 15 años reclamando el cumplimiento de unos acuerdos firmados en 1997 por el entonces presidente Daniel Arap Moi, pero que nunca se llegaron a materializar a pesar de que han convocado hasta seis huelgas generales.
La Unión Sindical de Profesores de Kenia (KNUT), el principal sindicato del país, ya ha anunciado que no apoyará la medida hasta que no se atiendan sus demandas y ha amenazado con ir a la huelga de nuevo si el Gobierno no empieza a tomar medidas de inmediato.
Déficit de profesores
El presidente del KNUT, Wilson Sossion, ha denunciado que ninguna de las propuestas realizadas por el sindicato se ha tenido en cuenta para elaborar los presupuestos. "Nadie nos toma en serio", declaró la semana pasada tras la presentación del borrador. "No hablamos solo de sueldos, sino también de áreas importantes para el sector como reducir el déficit de profesores en las escuelas".
Según Sossion, el KNUT había reclamado 15.000 millones de chelines (130 millones de euros) para contratar a 40.000 nuevos profesores, aproximadamente la mitad del déficit actual; otros 5.000 millones (43 millones) para incorporar a 24.000 maestros de guardería; y otros 4.000 millones (35 millones) para promociones internas. En total, la cifra no llega a la mitad de la cantidad presupuestada para el proyecto de los portátiles y de ahí el descomunal enfado de los sindicatos.
La Asociación Nacional de Padres (NAP) también ha mostrado su malestar por la medida. Su secretario general, Musau Ndunda, ha criticado que en el pasado ya se han puesto en marcha programas similares que fueron un fracaso. "Antes de iniciar proyectos de esta magnitud el Gobierno debería evaluar cuántos han funcionado" y ha recordado que "libros por valor de 7.000 millones de chelines (60 millones de euros) se fueron por el sumidero" por la mala planificación de anteriores gobiernos.
Escuelas sin infraestructuras
Asimismo, Ndunda ha asegurado que el 70% de las escuelas no están listas para ofrecer una enseñanza basada en ordenadores portátiles y reclama que se priorice la contratación de profesores y la mejora de las infraestructuras escolares ante de dar un paso tan arriesgado.
El Parlamento ha recogido el guante lanzado por los profesores y no ha tardado en responder. "[El Comité de Presupuestos] tiene la responsabilidad de asegurar que las finanzas del país están bien gestionadas", ha declarado Suleiman Musuma. "Las adquisiciones lujosas deben parar y haremos lo necesario hasta conseguir fondos suficientes para que los profesores no vayan a la huelga".
El comité ha empezado a recortar otras partidas de las cuentas nacionales para intentar reunir los fondos que reclaman los sindicatos y una de ellas podría ser la destinada a la compra de los ordenadores portátiles, aunque podrían encontrarse con la oposición del propio presidente, muy consciente de que fue una promesa electoral que de no cumplirse le dejaría en mal lugar.
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