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2012/08/09

El declive de los empleos industriales en EE.UU.


En la planta de AMI, una productora de pilas de combustible con base en Michigan, Estados Unidos, se puede escuchar el futuro de la manufactura.
Es muy, muy silencioso.

El ruido más fuerte es el sonido de un ascensor hidráulico utilizado para reemplazar bombillas.
El contraste con la manufactura tradicional es fuerte: casi no hay ruido, casi no hay mugre, hay poco esfuerzo físico. Y los requisitos para los trabajadores son muy diferentes.
"Hay que tener personas listas que ayudan a construirla de abajo a arriba", dice el presidente de AMI, Aaron Crum.
"No forjamos más las cosas. Usamos láser para cortar metal, extrudimos cerámica, hacemos cosas que son diferentes. Y entonces, por eso, necesitamos una fuerza laboral distinta para hacerlo realidad".

Décadas de pérdidas

En Estados Unidos, la industria manufacturera está experimentando la misma revolución tecnológica que envió a los trabajadores de la agricultura a la industria al final del siglo XIX, dice Lou Glazer, del grupo consultor Michigan Future Inc.
En los años 50, dice, los trabajos de fábrica correspondían a un tercio del trabajo total en Estados Unidos. Ahora son menos del 10%.
Aunque el empleo industrial ha aumentado ligeramente en los últimos meses -añadiendo 30.000 empleos desde marzo- los beneficios palidecen junto a las pérdidas de la última década.

En diez años han desaparecido 3,5 millones de empleos en el sector, lo que lleva el total a poco menos de 12 millones.
Pero mientras el empleo ha caído, la productividad se ha disparado.
No en vano, la Asociación Nacional de Manufactureros de Estados Unidos se precia de que los trabajadores de fábrica estadounidenses sean "los más productivos del mundo".
A unos 30 minutos en auto de la planta de AMI está el fantasma del pasado manufacturero: Willow Run.
Es una planta increíblemente grande con más de 460.000 metros cuadrados, que alguna vez produjo aviones bombarderos Liberator, luego autos Kaiser, luego transmisores y cuerpos de vehículos para General Motors.
Willow Run cerró en 2010 cuando General Motors quebró y buena parte de la fábrica es un recordatorio impresionante de lo que era la manufactura: pesadas prensas del tamaño de una casa de tres pisos se llenan de polvo, los corredores serpentean sin fin aparente hacia la penumbra y el aire es denso por el olor del aceite para máquinas.

"No se necesitaba diploma"

Reunidos en una mesa en un restaurante cercano, antiguos trabajadores de Willow Run recuerdan sus primeros días en la planta.
Ahora cuando tienen alrededor de 50 años, ellos explican cómo consiguieron el trabajo en la planta.

"No se necesitaba un diploma de secundaria", dice Sterling Mullins.
"Uno sólo debía ser un buen trabajador", dice Gerry Gardner, "y debía ir todos los días, pues no era un trabajo fácil".
Tom White creció en una finca, "así que las habilidades que tenía no eran muy aplicables".
Era la época en que la manufactura servía a los hombres poco educados para incluirse en la clase media industrial de Estados Unidos.
"Uno podía meter a los hijos a la universidad, teníamos un par de semanas de vacaciones", dice Gardner.
"Y uno tenía suficiente dinero para salir a comprar un auto nuevo. No éramos ricos -no conduzco un Rolls Royce ni nada- pero sí me compré un auto de General Motors".

Cambios

Los trabajos manufactureros todavía son bien remunerados, con un promedio en 2010 de US$77.186 en pagos y beneficios. Pero hay muchos menos y están cambiando, según Glazer, el consultor.

"La vía hacia el trabajo masivo de clase media se ha ido", dice.
"El único trabajo de fábrica con altos salarios va a ser para personas que pueden programar y mantener máquinas. Ese trabajo va a ser bien remunerado pero requiere habilidades más desarrolladas".
Estados Unidos todavía es un jugador importante en la industria manufacturera. Más del 18% de la producción global manufacturera viene de fábricas estadounidenses.
E incluso aunque la manufactura en Estados Unidos ha tropezado un poco recientemente a causa de la caída en órdenes de trabajo desde la eurozona, muchos de los fabricantes de Michigan son optimistas sobre el futuro.
Pero el genio no puede volver a meterse en la botella.
La manufactura en Estados Unidos ya cambió y continuará cambiando, presionada por un lado por la tecnología y por el otro por la globalización.
Será muy difícil que los trabajadores estadounidenses menos hábiles obtengan un estilo de vida similar al que obtuvo la generación que los precedió.




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