Sólo en los Estados Unidos se espera que para finales de año se hayan vendido más de 40 millones de e-readers y 60 millones de tablets. Su uso generalizado cambia necesariamente los hábitos hasta ahora establecidos: desde la lectura matinal del periódico hasta la forma de anotar recordatorios en la agenda.
La FAA (Federal Aviation Administration) está dispuesta también a revisar sus políticas por las que se prohibía el uso de dispositivos durante el despegue, aterrizaje y el rodaje. Eso sí, no se incluyen entre los gadgets los smartphones.
La razón por la que su utilización ha estado prohibida hasta ahora se ha debido a las posibles interferencias, pero lo cierto es que las últimas pruebas que se hicieron para demostrar lo perjudicial de su uso en esas fases se remontan a 2006. Y no, no había ni e-readers y tablets por aquel entonces, como recuerda The New York Times.
Si bien la FAA está dispuesta a revisar su política, lo cierto es que demostrar que no interfiere con la electrónica de los aviones es una tarea muy costosa. Habría que probar cada modelo, de forma independiente en vuelos sin pasajeros. Hacer pruebas de este tipo podría llevar años, un tiempo en el que los dispositivos probados quedarían probablemente obsoletos.
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