El mercado indio de las telecomunicaciones crece vertiginosamente en esta potencia emergente, donde las suscripciones a líneas telefónicas móviles acaban de superar los 900 millones.
Datos oficiales difundidos esta semana muestran que en enero se alcanzaron los 903 millones de este tipo de líneas gracias a diez millones de nuevas suscripciones en ese mes, que son el doble de las conexiones inalámbricas totales que existían hace una década.
La cifra, en un país de 1.210 millones de habitantes, puede hacer pensar que el objetivo de una teledensidad plena se acerca.
La realidad es algo distinta: solo el 70% de las líneas son activas y queda mucho potencial, asegura a Efe Mrutyunjay Mishra, portavoz de Juxt, una consultora especializada en el ramo.
Su organismo cuestiona los datos oficiales y calcula que aunque en más de la mitad de los hogares (61%) hay al menos un usuario de teléfono móvil, solo un cuarto de los indios son usuarios activos.
Este fenómeno -alega Mishra- encuentra justificación en la disparidad existente entre los entornos urbanos y rurales.
Pese a todo, la industria india de las telecomunicaciones ya da empleo de manera directa o indirecta a diez millones de personas, y está previsto que crezca este año un 26 % hasta alcanzar un volumen de unos 75.880 millones de dólares, según datos del sector.
Lejos de allí, en un barrio de clase media, se levanta el establecimiento de Paranjit Singh, una pequeña tienda de recargas de móviles por la que cada día se pasan unas 400 personas.
Entre los visitantes figuran jóvenes que quieren hablar con sus amigos o furtivamente con sus parejas, amas de casa y, sobre todo, trabajadores emigrantes que recargan de media y con frecuencia unas 40 rupias (80 centavos de dólar) para conversar con sus familias.
En la India, donde la renta per cápita anual supera por poco los mil dólares, el precio marca la diferencia. La quincena de empresas que proveen servicios de telefonía compiten duramente por captar clientes con continuas ofertas que fijan incluso en media rupia el coste de la llamada por minuto.
Solo así se entiende que marcas tan implantadas en Occidente como Iphone o Blackberry no lleguen a un 1% de cuota en un mercado en el que apenas un quinto de los móviles utilizados disponen de cámara.
Datos oficiales difundidos esta semana muestran que en enero se alcanzaron los 903 millones de este tipo de líneas gracias a diez millones de nuevas suscripciones en ese mes, que son el doble de las conexiones inalámbricas totales que existían hace una década.
La cifra, en un país de 1.210 millones de habitantes, puede hacer pensar que el objetivo de una teledensidad plena se acerca.
La realidad es algo distinta: solo el 70% de las líneas son activas y queda mucho potencial, asegura a Efe Mrutyunjay Mishra, portavoz de Juxt, una consultora especializada en el ramo.
Su organismo cuestiona los datos oficiales y calcula que aunque en más de la mitad de los hogares (61%) hay al menos un usuario de teléfono móvil, solo un cuarto de los indios son usuarios activos.
Este fenómeno -alega Mishra- encuentra justificación en la disparidad existente entre los entornos urbanos y rurales.
Pese a todo, la industria india de las telecomunicaciones ya da empleo de manera directa o indirecta a diez millones de personas, y está previsto que crezca este año un 26 % hasta alcanzar un volumen de unos 75.880 millones de dólares, según datos del sector.
Lejos de allí, en un barrio de clase media, se levanta el establecimiento de Paranjit Singh, una pequeña tienda de recargas de móviles por la que cada día se pasan unas 400 personas.
Entre los visitantes figuran jóvenes que quieren hablar con sus amigos o furtivamente con sus parejas, amas de casa y, sobre todo, trabajadores emigrantes que recargan de media y con frecuencia unas 40 rupias (80 centavos de dólar) para conversar con sus familias.
En la India, donde la renta per cápita anual supera por poco los mil dólares, el precio marca la diferencia. La quincena de empresas que proveen servicios de telefonía compiten duramente por captar clientes con continuas ofertas que fijan incluso en media rupia el coste de la llamada por minuto.
Solo así se entiende que marcas tan implantadas en Occidente como Iphone o Blackberry no lleguen a un 1% de cuota en un mercado en el que apenas un quinto de los móviles utilizados disponen de cámara.
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