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2012/02/08

Las poblaciones de atún y caballa han disminuido un 60% en 50 años

El debate sobre el impacto de la pesca sobre las diferentes especies de atunes dura ya 50 años. Uno de los últimos estudios presentados concluye que las poblaciones de atunes y especies afines han disminuido un 60% de media en todo el mundo en el último medio siglo. El trabajo, que publica la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), añade que la mayoría de estas poblaciones se han explotado al borde de la sostenibilidad.
Las poblaciones que han visto su abundancia más afectada son las de atunes de aguas frías, como el atún rojo del Atlántico y el atún rojo del sur, que han disminuido hasta un 80%. Son especies de gran tamaño, longevas y con un alto valor económico.
También ha sufrido un descenso acusado la caballa, que suele ser más pequeña y con ciclos de vida más cortos. Según el trabajo, esta información es un indicativo de que la pesca puede ser una amenaza para todo tipo de especies, independientemente de su tamaño.
Sin embargo, María José Juan-Jordá, investigadora del la Universidad de A Coruña y autora principal del estudio, declara a SINC que "los resultados de este estudio, que se basan en una recopilación de las estimaciones de abundancia más precisas, muestran una situación global de las poblaciones de atunes que difiere de las interpretaciones más pesimistas descritas en el pasado".
Es el caso de un estudio publicado en la revista Nature en 2003 que concluía que la abundancia de grandes peces pelágicos, principalmente atunes, se había reducido en un 90% en el último medio siglo. Pese a ello la experta recuerda que "existen factores preocupantes que los organismos regionales de gestión pesquera deberían resolver pronto para asegurar un futuro sostenible en estas pesquerías".
En opinión de los autores, la gestión de las poblaciones de atunes puede funcionar, "aunque con algunas especies la gestión pesquera necesita ayuda. Las de mayor valor comercial son las más sobreexplotadas. Claramente aún se obtienen beneficios económicos de la pesca ilegal de atunes rojos, un caso en el que el comercio internacional desborda la gestión pesquera, que normalmente es efectiva", indica Nicholas Dulvy, investigador de la Universidad Simon Fraser (Canadá) que también ha intervenido en el trabajo.
Juan-Jordá añade que "los organismos de gestión de la pesca no deben usar sus recursos solo para gestionar las especies de alto valor económico, como los grandes atunes, sino también para las especies con menor valor en los mercados, que son muy importantes por ser una gran fuente de proteínas para muchos países en desarrollo".
El estudio sugiere que aumentar las capturas puede seguir siendo arriesgado y que, como la demanda sigue aumentando, cualquier esfuerzo pesquero a nivel global debería hacerse "con mucho cuidado". Iago Mosqueira, científico pesquero de la Comisión Europea y coautor del trabajo, apunta que "por lo tanto, toda la presión debe concentrarse ahora en lograr un futuro real para estas poblaciones y las pesquerías que dependen de ellas".
En opinión de Juan Freire, Profesor de la Universidad de A Coruña y participante en el trabajo, "se necesitan compromisos serios y acciones efectivas para reducir el exceso global de capacidad pesquera, recuperar las poblaciones sobreexplotadas y regular el comercio que las pone en peligro. Solo así podremos garantizar unas capturas mayores, rendimientos económicos estables y reducir nuestro impacto en los ecosistemas marinos".

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