Hace apenas dos semanas el FBI dio un golpe a la piratería con el cierre de Megaupload, uno de los mayores sitios de descargas. A partir de ese momento se desató una oleada de fallos en el resto de páginas web cuyo negocio tiene como base fundamental la piratería. El miedo se extendió entre los portales de descargas que veían cómo los tentáculos se la Policía se cernía sobre ellos.
Con esta iniciativa se cumplieron las amenazas y los anhelos que la industria cinematográfica venía reclamando desde hace tiempo para que se pusiera freno a las descargas ilegales masivas que tantas pérdidas anuales causan al cine.
Sin embargo, el sector del celuloide no es el único afectado por esta situación. La industria de la música grabada, en la que las compañías compiten con uñas y dientes para captar a nuevos talentos, es también víctima del negocio fraudulento que tiene sus raíces en las copias y descargas ilegales.
En un informe elaborado por Warner para la SEC en donde se señalan los principales riesgos del negocio, la compañía afirma que la industria discográfica viene registrando tasas negativas desde 1999 como consecuencia de la contracción sufrida por el mercado de la música grabada. Las descargas ilegítimas, la piratería de los CD, la recesión económica y las quiebras de mayoristas y minoristas son los factores fundamentales.
Hasta el momento la principal fuente de ingresos de este sector sigue siendo la venta de discos. Sin embargo, la piratería y la aparición de otros formatos que sustituyen a los antiguos CD están provocando una disminución de los ingresos. Esta tendencia lejos de calmarse lo que hará será perpetuarse.
Ante este panorama, que se traduce en un impacto negativo en los resultados de la compañía, las empresas dedicadas al sector de la música buscan alternativas de ingresos que puedan contrarrestar la crisis que vive la industria. Algunas de las nuevas vías surgidas son el patrocinio, los clubes de fans, los sitios web de artistas, el merchandising, las giras y ventas de entradas o las descargas legales y la distribución de música en dispositivos móviles. Estas últimas tienen su origen en la red, en ocasiones enemiga y en otras, aliada.
Internet ha abierto un amplio abanico de posibilidades a las que aferrase para poder salir a flote. Pero además de las nuevas alternativas de negocio también ha traído consigo nuevas amenazas como la piratería organizada. Según un estudio de Frontier Economics citado por International Federation of the Phonographic Industry (IFPI) se calcula que la piratería de música, películas y software podría oscilar entre los 30 mil y los 75 mil millones de dólares. Asimismo la organización señala que en 2008 el 95% de las descargas realizadas correspondían a descargas ilegales. Otro informe que viene a confirmar los malos datos de un negocio que circula al margen de la ley es el elaborado por Tera Consultans in Europe en donde se indica que entre 2008 y 2015 el negocio de la piratería podría generar unas pérdidas para la industria creativa de 240 mil millones de euros.
El escenario que se presenta es bastante sombrío y las empresas dedicadas al negocio de la música no cesan en sus reclamaciones a los Gobiernos para que aprueben leyes más duras que castiguen la violación de los derechos de autor. Una de las más polémicas a día de hoy es la ley Sopa, pendiente de aprobación, que incluye entre sus supuestos el cierre de las páginas con contenidos sospechosos de atentar contra la propiedad intelectual.
A pesar de las numerosas trabas que están apareciendo en el camino, Warner cree que los canales legales de música digital son una promesa de futuro y la compañía está esforzándose por posicionarse y tomar ventaja en este sector.
Los costes asociados a las ventas físicas de discos, tales como los derivados de la fabricación y distribución, desaparecen lo que haría pensar que los márgenes de beneficio procedentes de la venta de música digital serían mayores. Pero aunque estos gastos se eliminen, surgen otros como la inversión en infraestructuras necesarias para la producción, comercialización y venta de música digital. A ello hay que añadir que cualquiera de los canales legales de la red generan menos ventas y resultan menos rentables que los copias. No obstante, todavía es demasiado pronto para evaluar el impacto de las nuevas vías de negocio abiertas así como el efecto que tendrá la opción de comprar una sola canción en lugar del álbum.
Pero por si esto no fuera suficiente la venta online cuenta con problemas añadidos. La dependencia de un pequeño número de tiendas en la nube hace que estas dispongan de una gran influencia para fijar los precios. Entre ellas destaca iTunes la tienda de contenidos multimedia de Apple. Según el informe de Warner dos tercios de las ventas a través de internet en EE UU son controlados por iTunes y los precios por descarga van desde los 0,69 a los 1,29 dólares. Si el gigante de la manzana decide cambiar los precios o introducir una forma distinta de valorar las descargas se produciría una reducción significativa de los ingresos que solo podría verse compensado por un incremento de las descargas.
Con esta iniciativa se cumplieron las amenazas y los anhelos que la industria cinematográfica venía reclamando desde hace tiempo para que se pusiera freno a las descargas ilegales masivas que tantas pérdidas anuales causan al cine.
Sin embargo, el sector del celuloide no es el único afectado por esta situación. La industria de la música grabada, en la que las compañías compiten con uñas y dientes para captar a nuevos talentos, es también víctima del negocio fraudulento que tiene sus raíces en las copias y descargas ilegales.
En un informe elaborado por Warner para la SEC en donde se señalan los principales riesgos del negocio, la compañía afirma que la industria discográfica viene registrando tasas negativas desde 1999 como consecuencia de la contracción sufrida por el mercado de la música grabada. Las descargas ilegítimas, la piratería de los CD, la recesión económica y las quiebras de mayoristas y minoristas son los factores fundamentales.
Hasta el momento la principal fuente de ingresos de este sector sigue siendo la venta de discos. Sin embargo, la piratería y la aparición de otros formatos que sustituyen a los antiguos CD están provocando una disminución de los ingresos. Esta tendencia lejos de calmarse lo que hará será perpetuarse.
Ante este panorama, que se traduce en un impacto negativo en los resultados de la compañía, las empresas dedicadas al sector de la música buscan alternativas de ingresos que puedan contrarrestar la crisis que vive la industria. Algunas de las nuevas vías surgidas son el patrocinio, los clubes de fans, los sitios web de artistas, el merchandising, las giras y ventas de entradas o las descargas legales y la distribución de música en dispositivos móviles. Estas últimas tienen su origen en la red, en ocasiones enemiga y en otras, aliada.
Internet ha abierto un amplio abanico de posibilidades a las que aferrase para poder salir a flote. Pero además de las nuevas alternativas de negocio también ha traído consigo nuevas amenazas como la piratería organizada. Según un estudio de Frontier Economics citado por International Federation of the Phonographic Industry (IFPI) se calcula que la piratería de música, películas y software podría oscilar entre los 30 mil y los 75 mil millones de dólares. Asimismo la organización señala que en 2008 el 95% de las descargas realizadas correspondían a descargas ilegales. Otro informe que viene a confirmar los malos datos de un negocio que circula al margen de la ley es el elaborado por Tera Consultans in Europe en donde se indica que entre 2008 y 2015 el negocio de la piratería podría generar unas pérdidas para la industria creativa de 240 mil millones de euros.
El escenario que se presenta es bastante sombrío y las empresas dedicadas al negocio de la música no cesan en sus reclamaciones a los Gobiernos para que aprueben leyes más duras que castiguen la violación de los derechos de autor. Una de las más polémicas a día de hoy es la ley Sopa, pendiente de aprobación, que incluye entre sus supuestos el cierre de las páginas con contenidos sospechosos de atentar contra la propiedad intelectual.
A pesar de las numerosas trabas que están apareciendo en el camino, Warner cree que los canales legales de música digital son una promesa de futuro y la compañía está esforzándose por posicionarse y tomar ventaja en este sector.
Los costes asociados a las ventas físicas de discos, tales como los derivados de la fabricación y distribución, desaparecen lo que haría pensar que los márgenes de beneficio procedentes de la venta de música digital serían mayores. Pero aunque estos gastos se eliminen, surgen otros como la inversión en infraestructuras necesarias para la producción, comercialización y venta de música digital. A ello hay que añadir que cualquiera de los canales legales de la red generan menos ventas y resultan menos rentables que los copias. No obstante, todavía es demasiado pronto para evaluar el impacto de las nuevas vías de negocio abiertas así como el efecto que tendrá la opción de comprar una sola canción en lugar del álbum.
Pero por si esto no fuera suficiente la venta online cuenta con problemas añadidos. La dependencia de un pequeño número de tiendas en la nube hace que estas dispongan de una gran influencia para fijar los precios. Entre ellas destaca iTunes la tienda de contenidos multimedia de Apple. Según el informe de Warner dos tercios de las ventas a través de internet en EE UU son controlados por iTunes y los precios por descarga van desde los 0,69 a los 1,29 dólares. Si el gigante de la manzana decide cambiar los precios o introducir una forma distinta de valorar las descargas se produciría una reducción significativa de los ingresos que solo podría verse compensado por un incremento de las descargas.
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