Dos ancianas vietnamitas se tambalean en el patio. Sobre sus hombros cargan una barra con una bolsa de botellas de plástico colgando de cada extremo.
En cuanto dejan la carga, sonríen ampliamente y se comunican conmigo a través de lenguaje de signos. Una de ellas trazando las respuestas en mi palma. Trabajó toda la noche, asaltando contenedores de basura en la calle, para ganar alrededor de US$25. Tiene 78 años.
Es media mañana y el centro de reciclaje de residuos del barrio Haight Ashbury de San Francisco se empieza a llenar. La gente trae carritos del supermercado y bolsas de basura rebosantes de aluminio, vidrio y plástico.
El botín de la noche se pesa y se paga en un viejo contenedor de acuerdo a la lista de precios fijada a la pared.
Un joven mira los resultados en su calculadora y parece satisfecho.
"Son US$23 por dos o tres horas de trabajo. Vamos a tener comida, pero primero la bebida, porque le digo la verdad, somos bebedores", dice.
Otro residente de San Francisco, Edward -en las calles desde que tiene 13 años- reconoce que puede hacer de US$6 a US$7 por hora, recogiendo latas de botellas y plástico.
"Es degradante", dice. "No vamos a conseguir ninguna chica mientras lo estemos haciendo".
La mayoría de los clientes están colectando y reciclando de fuentes legítimas y usando el efectivo para aumentar el ingreso familiar. Pero Edward admite que en ocasiones se sumerge en los contenedores de reciclaje doméstico para vaciar su contenido y gasta la mayor parte de lo ingresos que obtiene en heroína.
Cree que es mejor para él y la sociedad hacer esto que sus otras habilidades. "Yo sé traficar drogas", dice.
Demanda mundial
Pero ¿qué ha convertido los contenidos de un bote de basura de residuos no deseados en recursos preciados?La demanda mundial de materias primas hace que el papel, el vidrio, el metal y el plástico puedan encontrar un mercado, frecuentemente en Asia, en donde el litoral de San Francisco les da una ventaja.
Por encima de todo esto está el Proyecto de ley de La Botella de California que busca un depósito por botellas y latas de 5 a 10 centavos por pieza. Así que hay un precio real en la basura.
Mucho de todo esto desaparecerá antes de que pueda ser recolectado por la compañía oficial de recolección de basura de la ciudad, Recology.
"Hemos perdido una enorme cantidad -25%, hasta un 75% en algunas zonas. Millones (de dólares) al año", dice Mike Sangiacomo, director General de Recology.
Escarbar en la basura de los contenedores es ilegal, pero lo que preocupa a Sangiacomo es el aumento constante de una forma más organizada de robo, con algunos criminales utilizando camiones que incrementan el botín robado a los botes de Recology.
Las autoridades están conscientes de estos robos, dice, pero para ellos no es una prioridad tomar medidas.
Los contenedores azules designados para reciclaje son el blanco favorito, no los verdes en los que se pone el material orgánico o los negros para otros residuos.
Y no es poco, San Francisco logra mantener 78% de sus residuos fuera del relleno sanitario. En otras lugares, como Inglaterra, el promedio es de apenas 41%.
Es una fuente de orgullo para los trabajadores, como José Morales, uno de los basureros de la ciudad. Pero también es una fuente de ingresos para ellos y la compañía, Recology, que hace dinero de la venta de reciclaje.
Así como el robo más organizado, los recolectores de basura de las comunidades pobres de la ciudad a menudo llegan primero a los contenedores.
"La gente viene y quiere el plástico y el aluminio. Las botellas son demasiado ruidosas", dice Morales, quien sale antes del amanecer con uno de los camiones de recolección de basura de Recology por las calles ondeantes de la ciudad.
"No podemos tocarlos, nos limitamos a decirles que se vayan de aquí. Voltean, sonríen y nos dicen 'hola'".
"Todo el mundo tiene que ganarse la vida, pero están tomando los ingresos de la compañía. Tenemos acciones, si la empresa mejora, mayor será la porción de la torta".
"Vuelto a usar"
Pero para algunos, el reciclaje de residuos es una solución imperfecta y una oportunidad perdida.
Dan Knapp ha hecho de esta convicción de su negocio, un negocio de varios millones de dólares.
"La gente de la basura tiende a pensar que todo lo que está en este edificio es desperdicio porque ha sido botado. Nosotros pensamos en ello como un recurso", dice.
Su supermercado de segunda mano, Urban Ore, es un emporio de lo "vuelto a usar" que se extiende por más de dos o tres hectáreas.
Allí hay unas 9.000 puertas, centenares de tazas de baño, pasillos de electrónicos, familias de maniquíes y una lonchera del US Space Corps antigua, de estaño.
"Aquí hay una silla de peluquero de antaño. Está lejos de ser un desperdicio, debe ser atesorada. También es un negocio interesante porque todos sus mercados son locales. Hay mucho más dinero en conservar materiales que en gastarlos", dice Knapp.
Ya sea reciclar o reutilizar, San Francisco mantiene su uso de basureros a un nivel mucho más bajo que en muchas otras partes del mundo.
En la terminal de contenedores de San Francisco, muchos de los materiales reciclados por Recology están registrados, embalados y listos para su envío.
El aluminio está destinado a Tennessee, mientras que la mayor parte del papel y del plástico cruzará el Pacífico.
Realmente parece como un producto negociable y no como un problema de residuos.
Y cuando se piensa en que un solo contenedor de papel para reciclar salva de 300 a 400 árboles, parece que bien valen las disputas y tensiones por conseguirlos.
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