Brasil está descubriendo del modo más duro que su reciente bonanza económica, que le valió aplausos y estatus a escala mundial, también trajo consigo problemas que le tomaron desprevenido, advierten expertos.
Desde flujos de inmigrantes sin papeles hasta la saturación de carreteras y aeropuertos, pasando por una moneda más cara o un mercado más tentador para el narcotráfico, los retos aparejados al "éxito" brasileño son diversos.Según los especialistas, el modo en que la sexta mayor economía mundial responda a esos nuevos obstáculos puede ser clave para sostener su ascenso económico.
"En América Latina todo desarrollo trae consecuencias buenas y negativas", sostuvo Pedro Cezar Dutra Fonseca, catedrático de economía de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul.
"Brasil no estaba preparado para (sus problemas de crecimiento) en varios sectores, como la infraestructura", dijo el experto en desarrollo económico a BBC Mundo. "Ese es un desafío que debe encarar para crecer más".
Inmigración y papeles
Brasil parece haber comenzado a enfrentar algunos de los dilemas de política migratoria que tienen los países ricos.
La cantidad de inmigrantes con papeles en el país aumentó 57% durante 2011, impulsada sobre todo por el ingreso de trabajadores de otros países latinoamericanos, según datos del ministerio de Justicia divulgados este mes.
Las estadísticas oficiales carecen de referencias al flujo de inmigrantes sin papeles, que según expertos también sienten atracción por un país donde el desempleo en enero fue de 5,5%, bien por debajo de las tasas de Estados Unidos y Europa, destinos tradicionales de trabajadores latinoamericanos.
Autoridades y empresarios admiten que Brasil hoy necesita mano de obra extranjera, pero para responder bien a eso debe adaptar sus estructuras burocrática y legal, en algunos casos herencias de la dictadura militar.
Una señal reciente de los retos que enfrenta Brasil fue su respuesta ambigua al ingreso por la frontera amazónica de miles de inmigrantes haitianos que huyen de su país, en ruinas tras el terremoto de 2010.
El gobierno brasileño ha defendido en foros internacionales que la emigración es un derecho humano y decidió conceder 4.000 visas de trabajo y humanitarias a los haitianos.
Pero, en medio de una polémica, también buscó limitar la llegada de más inmigrantes de Haití, anunciando hace unas semanas que pasaría a darles un máximo de 100 permisos temporales al mes.
La cantidad de inmigrantes con papeles en el país aumentó 57% durante 2011, impulsada sobre todo por el ingreso de trabajadores de otros países latinoamericanos, según datos del ministerio de Justicia divulgados este mes.
Las estadísticas oficiales carecen de referencias al flujo de inmigrantes sin papeles, que según expertos también sienten atracción por un país donde el desempleo en enero fue de 5,5%, bien por debajo de las tasas de Estados Unidos y Europa, destinos tradicionales de trabajadores latinoamericanos.
Autoridades y empresarios admiten que Brasil hoy necesita mano de obra extranjera, pero para responder bien a eso debe adaptar sus estructuras burocrática y legal, en algunos casos herencias de la dictadura militar.
Una señal reciente de los retos que enfrenta Brasil fue su respuesta ambigua al ingreso por la frontera amazónica de miles de inmigrantes haitianos que huyen de su país, en ruinas tras el terremoto de 2010.
El gobierno brasileño ha defendido en foros internacionales que la emigración es un derecho humano y decidió conceder 4.000 visas de trabajo y humanitarias a los haitianos.
Pero, en medio de una polémica, también buscó limitar la llegada de más inmigrantes de Haití, anunciando hace unas semanas que pasaría a darles un máximo de 100 permisos temporales al mes.
Dos caras del consumo
La bonanza económica y los programas de sociales de Brasil permitieron sacar a más de 20 millones de personas de la pobreza en una década, un logro saludado por organismos internacionales.
Pero Adriano Pires, director Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE), sostuvo que eso causó un aumento del consumo que subió la presión sobre las redes de energía eléctrica, carreteras e incluso aeropuertos del país.
"La entrada de la llamada clase emergente al mercado consumidor empeoró la calidad (de servicios) para todas las clases, porque la infraestructura no fue expandida ni modernizada", dijo Pires a BBC Mundo.
Este reto se verá incrementado con la llegada de cientos de miles de turistas a Brasil para el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro 2016.
Hoy Brasil está abocado a impulsar varios proyectos tipo para responder a estos desafíos, incluida la modernización y concesión de aeropuertos y la construcción de hidroeléctricas en países vecinos.
Sin embargo, Pires expresó dudas de que las acciones anunciadas alcancen para resolver los problemas planteados. "Si el gobierno no acelera el proceso de privatización de la infraestructura, cada vez tendremos más problemas", dijo.
Los industriales se quejan de falta de competitividad frente a China y Brasil se ha vuelto un país caro. El metro cuadrado de algunos inmuebles en barrios acomodados de Río puede llegar a costar US$9.000.
El fenómeno monetario y el aumento del poder adquisitivo de los brasileños también parecen haber contribuido a hacer a Brasil un mercado más atractivo para el narcotráfico.
Las incautaciones de cocaína dentro del país se triplicaron entre 2004 y 2009 y los consumidores brasileños de esa droga suman un tercio del total de América del Sur y Central, según el último reporte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
"El narcotráfico, como actividad económica ilegal, también es alentado por mayores oportunidades de consumo", dijo José Maria Nóbrega, un profesor de la Universidad Federal de Campina Grande (PB) especializado en temas de criminalidad.
"La mejora de la condición socio-económica y el propio desempeño de la economía viene estimulando la criminalidad, por existir en el nordeste una parálisis del aparato coercitivo del Estado", explicó a BBC Mundo.
La situación contrasta con lo que ocurre en el sureste brasileño, incluido Río y Sao Paulo, donde la tasa de homicidios cayó casi a la mitad en ese período gracias a las políticas de seguridad aplicadas por las autoridades.
El aumento de la riqueza en Brasil también puede provocar conflictos por mejoras salariales, como mostraron las recientes huelgas policiales en Bahía y Río de Janeiro.
"Somos una economía pujante y Río se apresta a recibir eventos deportivos internacionales", argumentó durante la huelga Francisco Chao, director del sindicato de policía civil en esta ciudad. "Hay dinero en Río con los royalties del petróleo".
Pese a todo, muchos creen que es preferible que Brasil tenga este tipo de problemas que las dificultades de otrora asociadas al estancamiento económico.
"Todas estas consecuencias pueden ser administradas, depende del Estado", dijo Dutra Fonseca. "No creo en la idea de que es mejor no desarrollarse que administrar los problemas".
Pero Adriano Pires, director Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE), sostuvo que eso causó un aumento del consumo que subió la presión sobre las redes de energía eléctrica, carreteras e incluso aeropuertos del país.
"La entrada de la llamada clase emergente al mercado consumidor empeoró la calidad (de servicios) para todas las clases, porque la infraestructura no fue expandida ni modernizada", dijo Pires a BBC Mundo.
Este reto se verá incrementado con la llegada de cientos de miles de turistas a Brasil para el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro 2016.
Hoy Brasil está abocado a impulsar varios proyectos tipo para responder a estos desafíos, incluida la modernización y concesión de aeropuertos y la construcción de hidroeléctricas en países vecinos.
Sin embargo, Pires expresó dudas de que las acciones anunciadas alcancen para resolver los problemas planteados. "Si el gobierno no acelera el proceso de privatización de la infraestructura, cada vez tendremos más problemas", dijo.
Cuestión de mercado
El mayor consumo en Brasil también responde a la apreciación de su moneda, el real, por el aumento de las exportaciones y la llegada de capital extranjero al país, lo que planteó otras dificultades.Los industriales se quejan de falta de competitividad frente a China y Brasil se ha vuelto un país caro. El metro cuadrado de algunos inmuebles en barrios acomodados de Río puede llegar a costar US$9.000.
El fenómeno monetario y el aumento del poder adquisitivo de los brasileños también parecen haber contribuido a hacer a Brasil un mercado más atractivo para el narcotráfico.
Las incautaciones de cocaína dentro del país se triplicaron entre 2004 y 2009 y los consumidores brasileños de esa droga suman un tercio del total de América del Sur y Central, según el último reporte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
"El narcotráfico, como actividad económica ilegal, también es alentado por mayores oportunidades de consumo", dijo José Maria Nóbrega, un profesor de la Universidad Federal de Campina Grande (PB) especializado en temas de criminalidad.
Crimen y progreso
Nóbrega aseguró que la disparada de la violencia en el nordeste brasileño, donde la tasa de homicidios casi se duplicó entre 1999 y 2009, está directamente vinculada al crecimiento de la economía y el consumo en una región clave de los programas sociales del gobierno."La mejora de la condición socio-económica y el propio desempeño de la economía viene estimulando la criminalidad, por existir en el nordeste una parálisis del aparato coercitivo del Estado", explicó a BBC Mundo.
La situación contrasta con lo que ocurre en el sureste brasileño, incluido Río y Sao Paulo, donde la tasa de homicidios cayó casi a la mitad en ese período gracias a las políticas de seguridad aplicadas por las autoridades.
El aumento de la riqueza en Brasil también puede provocar conflictos por mejoras salariales, como mostraron las recientes huelgas policiales en Bahía y Río de Janeiro.
"Somos una economía pujante y Río se apresta a recibir eventos deportivos internacionales", argumentó durante la huelga Francisco Chao, director del sindicato de policía civil en esta ciudad. "Hay dinero en Río con los royalties del petróleo".
Pese a todo, muchos creen que es preferible que Brasil tenga este tipo de problemas que las dificultades de otrora asociadas al estancamiento económico.
"Todas estas consecuencias pueden ser administradas, depende del Estado", dijo Dutra Fonseca. "No creo en la idea de que es mejor no desarrollarse que administrar los problemas".
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