"Los europeos dicen que no está ahí y los estadounidenses que sí, nosotros hemos considerado ambas opciones", confiesa a este diario Mercedes López-Morales, investigadora del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC-CSIC) y coautora de un trabajo que ha recalculado el tamaño de Gliese 581, la estrella que calienta a Zarmina, si es que existe.
Mundo invisible
En septiembre, un equipo liderado por el astrónomo estadounidense Steven Vogt proclamó el descubrimiento de Gliese 581 g, el planeta más parecido a la Tierra. El investigador llegó a decir que en su Zarmina, con una masa unas tres veces la de la Tierra y un radio 1,5 veces mayor, había un 100% de posibilidades de que hubiera vida.Unas semanas después, otro equipo europeo apeaba a Vogt del caballo. De acuerdo con las nuevas observaciones del cazador de exoplanetas más preciso del mundo, el telescopio HARPS, en Chile, el planeta no existe. Desde entonces, Zarmina habita en un limbo del que será difícil sacarle hasta dentro de dos años, cuando haya observaciones suficientes. El hecho sigue alimentando el morbo de que la vida esté brotando en un mundo a 20 años luz de la Tierra.
Los nuevos cálculos del equipo de López-Morales, hechos con el telescopio CHARA, cerca de Los Ángeles, indican que Gliese 581 es un poco más grande y fría de lo que se pensaba. Eso redefine dónde se encuentra la zona habitable en la que puede haber agua líquida y, por tanto, vida. El nuevo cálculo, que será publicado en Astrophysical Journal Letters, dejaría a Gliese 581 g en medio de la zona habitable, con unas temperaturas que oscilarían entre los 51 y los 9 grados bajo cero. El truco está en que, si como se piensa, el planeta tiene atmósfera capaz de hacer efecto invernadero, la temperatura máxima llegaría hasta los 21 grados. "Sería como estar en Canarias", fantasea López-Morales.
Si está ahí, Zarmina es más una melliza que una gemela. Sus años duran 10 veces menos (36 días), y su estrella emite 100 veces menos luz que nuestro Sol, lo que hace que reciba una radiación casi idéntica que la que recibe nuestro planeta, según López-Morales. Pero según una revisión estadística del astrónomo Phillip Gregory, de la Universidad de la Columbia Británica (Canadá), las observaciones de los dos telescopios que han usado los rivales de EEUU y Europa, el Keck de Hawai y el HARPS en Chile, el planeta g no existe. Tampoco el f, que también fue anunciado por Vogt.
"Si está ahí, el Gliese 581 g es el lugar perfecto para ir de vacaciones", opina Ignasi Ribas, un experto en exoplanetas del IEEC-CSIC que no ha participado en ninguno de los dos estudios. Ribas se inclina por que Zarmina sea sólo un espejismo. "El equipo de EEUU calculó órbitas totalmente circulares para los planetas de Gliese 581, pero cuando se usan otras elípticas, más parecidas a lo que vemos en otros sistemas solares, Gliese 581 g desaparece", explica Ribas.
"No voy a admitir todavía que [Zarmina] es un planeta muerto", explica Sarah Seager, experta en exoplanetas del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Vogt y el resto de su equipo siguen defendiendo la existencia de su planeta y ya están recabando nuevos datos. "Claramente se necesitan más observaciones para que podamos llegar a un consenso", opina Seager.
Lo mismo cree la propia López-Morales, que advierte de que aunque el sistema Gliese 581 está siendo "bombardeado con observaciones" por muchos grupos, se necesitarán al menos dos años para confirmar o descartar a Zarmina. "La otra opción es comenzar a mandar señales de radio hasta que nos contesten", concluye la investigadora.
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