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2010/03/27

Esa cosa del 3D

Fuente: El Mundo.

Llevo una semana en Los Ángeles aprendiendo como se filma, produce, edita y  disfruta de las tres dimensiones en todos sus sabores y colores. Para algo que es en principio tan natural –por si no lo sabe usted ve el mundo en 3D, ¡y sin necesidad de gafas!- resulta sorprendente lo complicado que es domesticarlo y ponerlo en una pantalla, sobre todo en el caso del cine.
Empecemos por la propia grabación de una película. Se puede usar una cámara tridimensional, pero no todas son iguales. Grabar en 3D es muy sencillo, basta con usar dos cámaras, en teoría, y se ha hecho desde principios de siglo XX, aunque con poco éxito comercial. Pero grabar buen 3D es muy complejo. Por ejemplo, es interesante que la separación entre las cámaras pueda variar para generar diferentes efectos de profundidad, es decir, para que los objetos destaquen más o menos en la pantalla, y que puedan converger en diferentes puntos de la escena. No resulta fácil y hay que usar soportes especiales que permiten acercar las cámaras lo suficiente sin que las lentes choquen –normalmente mediante espejos-.
Los directores tienen también la posibilidad de grabar en 2D y añadir la sensación de profundidad en un proceso de postproducción, lo que tiene sentido en algunos tipos de película y ahorra algo de tiempo y dinero. En general, hacer una película 3D cuesta entre un 5 y un 20% más que hacer la misma película en 2D.
Pero no todos los problemas son tecnológicos o económicos. El cine, durante los últimos 100 años, ha consistido en el arte de llevar una historia tridimensional a una pantalla bidimensional. Los directores han desarrollado técnicas específicas para ello, por ejemplo el control de la profundidad de campo o el desenfoque selectivo de ciertas zonas de la imagen. Todas esas técnicas valen en 3D lo mismo que la habilidad de herrar un caballo en un taller de coches. Hay que aprender un nuevo lenguaje visual, hay posiciones de cámara que no funcionan y escenas que grabadas como se ha hecho toda la vida quedan de espanto y sólo generan dolor de cabeza.
Para educar a los directores varios estudios han empezado a crear centros de enseñanza de tecnología 3D. Yo he estado visitando y atendiendo a algunas clases en el Sony 3D Technology Center en los estudios de Sony Pictures en Culver City, inaugurado hace unas semanas. El curso, por cierto, es gratis aunque sospecho que debes ser alguien en Hollywood para acceder, sobre todo teniendo en cuenta el nivel del profesorado. La velocidad con la que se está intentando educar a la nueva generación de cineastas, y el hecho de que los grandes estudios estén haciéndolo gratis deja claro que a estas alturas la apuesta ya esta hecha y el 3D va a quedarse, incluso aunque las primeras aplicaciones no tengan la recepción esperada.
Avatar ha dado cierta esperanza a la industria, sin duda, pero sigue habiendo gente que considera las 3D como una floritura prescindible, fuegos artificiales para atraer la atención de una generación que prefiere quedarse en casa antes que ir al cine.
Lo que, en cierto modo, es lo que se decía del color en los años 50 y de cualquier otro cambio en la industria cinematográfica (¿Quién quiere escuchar a los actores? ¡Qué locura! La música del piano que tenemos es fantástica y estos cartelones con los diálogos escritos entre escena y escena quedan majísimos).
De esta semana, que aún estoy digiriendo, me quedo con algunos detalles:
 - Hay demasiadas técnicas de grabación, demasiados nuevas posibilidades, mucha confusión y cierto aire de estar navegando por terreno desconocido. Esto quiere decir que las primeras experiencias van a ser muy variables y que se harán muchos experimentos que merecerá la pena olvidar.
 - No todo tiene que acabar convertido en 3D. La idea es que será utilizado como una herramienta más en cierto tipo de películas o eventos. En Hollywood nadie está pensando en un futuro sin cine tradicional en 2D. Si hay un cambio será muy gradual. Aún hay muchos directores, por ejemplo, que se niegan a grabar en digital y siguen usando película. Cuando uno aprende una técnica es difícil cambiar, sobre todo si los resultados son buenos.
 - Para el consumidor la experiencia va a ser diferente en casa y en el cine. Vamos a convivir con sistemas pasivos y activos, es decir, gafas polarizadas, que pueden servir en la gran pantalla y gafas activas de cristal líquido que son las que llegarán a los hogares. No es un capricho. Las gafas activas son la única forma, hoy por hoy, de conseguir que cada ojo reciba la señal Full HD con la velocidad de refresco adecuada.
 - Se ha cometido un crimen y el asesinado, como de costumbre, es el sentido común. La primera generación de televisores 3D para el hogar usará gafas activas con formato propietario. Es decir, no servirán unas gafas Samsung en un televisor 3D Sony o viceversa. No creo que sea únicamente un truco para ganar dinero vendiendo estas gafas –se van a tratar de vender a casi a coste para atraer al público-. Las diferentes marcas están trabajando, de hecho, para conseguir un estándar en la transmisión de señales a las gafas activas que podría llegar al mercado en 2011.

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