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2010/03/22

¿Cómo se hace Pocoyó?

Fuente: Terra España.

Un coche de juguete con Pocoyó de piloto nos da la bienvenida desde una ventana del número 27 de la C/ Infantas de Madrid. En estas céntricas oficinas se elabora casi íntegramente la animación; tan sólo los guiones vienen de fuera, concretamente de EEUU, pero sus últimos detalles se fraguan en el barrio madrileño de Chueca.
Varias plantas de este edificio antiguo, multitud de salas, mesas, ordenadores y unos 100 trabajadores completan el elenco que diariamente, y desde hace casi 10 años, colaboran en dar vida a Pocoyó y sus amigos. Su desarrollo ha ido de la mano de Zinkia, una empresa que aspira a ser la ‘Pixar’ española.
Los resultados que han logrado hasta ahora, tanto a nivel nacional como internacionalmente, son un claro reflejo de que van camino de alcanzar su sueño. Están presentes en más de cien países, y supone una de las producciones de animación españolas más exitosas. Han recibido además numerosos galardones, entre los que destacan el Premio a la Mejor Serie de Televisión en el Cristal de Annecy 2006 y el Premio BAFTA 2006 a la mejor Serie de Animación Preescolar.
Los menos ilustrados en el terreno audiovisual no imaginarían que tras la sencilla apariencia de un capítulo de alrededor de 6 minutos de duración de Pocoyó, con un escenario tan sobrio y una cantidad de objetos tan limitados, se esconde un trabajo de gran envergadura.
Proceso de producción
¿Qué hay detrás de Pocoyó? Cuatro pasos son los necesarios para dar forma a cada uno de los movimientos de la pequeña animación y a sus inseparables amigos el perro Loula, la 'elefanta' Elly, el pajaroto y el pato Pato.
A partir de un guión ya acabado e ideado entre los guionistas norteamericanos y los empleados de Zinkia, se hace un 'story board' del capítulo. Apuntes muy rápidos realizados directamente en flash que genera las poses necesarias de los personajes y reflejan la historia. Este primer boceto va al departamento de animación dónde se dota al dibujo de huesos y piel, y se le otorga movimiento. "Los animadores son los actores que están detrás de los personajes", se describía a sí mismo uno de los encargados de dar vida a Pocoyó.
Una vez renderizada la imagen, de haber convertido una imagen ficticia en real, con luces y sombras, se procede a acompañar a las secuencias con música. Tanto las melodías como los efectos sonoros son realizados sobre la marcha y de forma instantánea mientras los encargados de la música ven por primera vez el capítulo, por lo que cada episodio posee una banda sonora totalmente diferente a los demás.
Más que una serie
Pocoyó presenta un concepto multiplataforma que le permite adaptarse a casi cualquier soporte más allá de la pequeña pantalla. Móvil, web, consola... Una de las herramientas que más éxito ha tenido entre los internautas, no sólo infantiles sino también adolescentes y mayores, es el pocoyizador. Es una pequeña incursión a las redes sociales, que ya suma en ellas más de 100.000 seguidores, y que atrae a un público muy heterogéneo.
Y si el deseo del más pequeño es interactuar con Pocoyó y acudir junto a él al zoo, el parque de atracciones o la playa, el mundo virtual que Zinkia ha creado lo hace posible. Una dimensión interactiva para que el niño se exprese de forma segura, sin mensajería interna ni chats, y una forma de que los padres disfruten con sus hijos.
La experiencia de entretenimiento de un capítulo es también trasladado a una pequeña consola. 'Hello Pocoyó!' es el primer videojuego de la animación, concretamente para Nintendo DS, creado, desarrollado y producido por Zinkia.
Un fenómeno de masas
Pocoyó ha cautivado los corazones de muchos. Conquistó a los telespectadores asiáticos, antes incluso de estrenar los episodios en China, y aunque originalmente nació como serie de televisión, hoy es una marca de entretenimiento a nivel global. Un ejemplo de su éxito son los más de 2 millones de juguetes de Pocoyó vendidos tan sólo en España, y que ha generado unas ventas de más de 45 millones de euros.
Símpatico, alegre, curioso y travieso, el pequeño niño con pijama azul traspasa fronteras, conquista allá dónde va, y logra su objetivo: incentivar el aprendizaje mediante la risa

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