Los virus, gusanos y troyanos tienen una existencia cada vez más corta e insustancial. Esta es la principal conclusión de un estudio de Panda Security, que estima que el 52% de nuevas amenazas lanzadas al ciberespacio tan sólo dispone de una vida útil de 24 horas.
La actividad infecciosa de estas creaciones se limita a una sola jornada, ya que después de transcurrido un día pasan a ser inofensivas y a establecerse como inactivas. Gran parte de culpa de este componente de “fast malware” la tienen sus autores, que modifican los códigos y forman nuevas amenazas para distribuirlas otra vez con el objetivo de que no sean detectadas.
Estos rápidos cambios son los responsables de que en los últimos veinte años se haya pasado a 18 millones de elementos maliciosos a 30 millones.
“Es una carrera continua en la que, lamentablemente, nos siguen ganando los hackers. Nos tienen que llegar sus creaciones para poder analizarlas, clasificarlas y combatirlas”, comenta Luis Corrons, director técnico de PandaLabs. “Aquellos fabricantes que trabajan con procesos tradicionales de análisis manual irremediablemente llegan tarde a ofrecer la vacuna a sus clientes, ya que el período de distribución e infección es muy pequeño.
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