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2009/08/29

«Granjeros de oro» por un puñado de dólares

Fuente: ABC.

Es un fastidio que a uno lo maten. Sin embargo, existe la posibilidad de resurrección a los pocos minutos. Dentro del mundo virtual, claro. En Occidente, un jugador aprovecharía para ir a la nevera o al servicio. En China, a Min Qinghai una situación similar le cierra el estómago. Trabaja en una «gold farm» (granja de oro) situada en Nanjing (importante capital del sureste) y dedica doce horas al día a «farmear», o lo que es lo mismo, a aniquilar monstruos y recoger las recompensas que se desprenden de éstos -bien objetos, como espadas; bien oro, útil para comprar pócimas, por ejemplo-.

Práctica ilegal y extendida

Min no se detiene ni para comer. Le pagan en función del oro que consigue, no del tiempo que invierte en lograrlo. «Cobro alrededor de tres dólares diarios», declara al New York Times. Sin embargo, gana para su jefe una suma treinta y tres veces superior, pues los dueños de los ciber lo revenden a compañías, ubicadas en Estados Unidos en su mayoría, que lo subastan a nivel mundial.

La compra-venta de oro es una práctica, en teoría, perseguida desde los mismos servidores, que «banean» -eliminan- cuentas sospechosas de llevar a cabo estas ilegalidades. Muy mal vistas, también, entre los propios usuarios. Aunque Gael, que juega con sus amigos al World of Warcraft (WoW), reconoce que muchos de los que critican la praxis la fomentan en secreto: «Los MMOG (videojuegos de rol «online») se basan en equipar al personaje lo mejor posible para fardar. Algunos ceden las contraseñas de sus cuentas a los «chino-farmers» para que les pasen el juego más rápido. Pero, a veces, éstos acaban robándoles el personaje».

«Identificas a los «chinos farmers» porque se ponen nombres en inglés como «Armario 1» y «Armario 2». Además, cuando les hablas no te contestan. Son como robots, hacen los mismo durante horas», asegura Javier.

Li Hua no se queja a The Guardian de las condiciones de su empleo -sólo libra un día al mes-, sino de la retórica que circula dentro del juego: «Los «farmeadores» de oro chinos deben morir». «Mi inglés no es muy bueno, pero a veces me gustaría poder decirles a los otros jugadores que mientras ellos se divierten, otros trabajamos». Compara su oficio con el que tienen los jóvenes chinos en fábricas. Confiesa que no tiene otras «facultades». Algunos días, hasta disfruta jugando, menciona.

En España, una ocupación similar no sería posible, según Adolfo: «Con nuestro nivel de vida y la gran cantidad de horas que hay que meter, a lo mejor una semana recogiendo oro día y noche te renta 30 euros».

El póquer, más occidental

«En realidad no necesitas tanto oro, la propia mecánica del juego te lo facilita, a no ser que tengas un problema de adicción», sostiene Jesús, que pasa dos horas diarias frente al ordenador. El doble invertía Javier cuando jugaba de manera profesional al WoW. «Tenías que presentarte, además, con tu personaje perfectamente pertrechado. Por eso, muchas hermandades -grupos de unos 30 jugadores- hacen un fondo para comprar oro y adquirir, por ejemplo, vendas con las que curarse durante la batalla». Dos años después decidió dejarlo: «Me di cuenta de que lo había perdido todo, salud, novia y curro. Encima, no ganaba bastante dinero cuando vendía mi cuenta, lo justo para unas vacaciones». Así que se pasó al póquer.

Li Qiwen, que quiere casarse y formar una familia, relata que es difícil tener ahorros. «Economizo mucho». Su sueldo actual como «granjero» no es mejor que el que tenía como mecánico en su pueblo. El salario se le va en transporte, cigarrillos y la conexión a internet. Puede que le convenga pasarse a las apuestas de cartas, como hizo Javier. Aunque la OCDE (Organización Cooperación y Desarrollo Económico) sostiene que los «goldfarmers» abundarán en un futuro próximo.

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