Las bombillas incandescentes de más de 100 vatios desaparecerán del mercado de la Unión Europea (UE) a partir del próximo martes, lo que supondrá el primer paso hacia la eliminación total en 2012 de las lámparas incandescentes y de bajo rendimiento.
En septiembre de 2010, desaparecerán del mercado las bombillas de más de 75 vatios y, un año después, se retirarán las que superen los 60 vatios para finalmente eliminar todos los tipos en 2012, tal y como aprobó la UE el pasado diciembre.
Dentro del sistema de clasificación energética de la UE, que ordena los electrodomésticos desde la clase menos eficiente (G) hasta la A, las bombillas que se empezarán a retirar el martes pertenecen al grupo E, mientras que las lámparas fluorescentes, consideradas como las más eficientes, se clasifican con la A.
Según los datos de la Comisión Europea, las bombillas incandescentes gastan entre cuatro y cinco veces más energía que las de nueva generación.
Por ello, la sustitución permitirá un ahorro anual de hasta 50 euros por hogar, lo que equivale a un total de entre 5.000 y 10.000 millones de euros en toda la UE.
La UE calcula que el cambio total hacia dispositivos de iluminación eficientes supondrá un ahorro de casi 40 teravatios/hora (equivalente al consumo de Rumanía o a once millones de hogares europeos) y un recorte de 15 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Los consumidores podrán elegir a partir de ahora entre las bombillas fluorescentes compactas de larga duración (que ahorran un 75%) o las halógenas, equivalentes a las incandescentes en la calidad de iluminación y que ahorran entre un 25 y un 50%.
La diferencia de precio es importante, ya que una bombilla "tradicional" cuesta unos 60 céntimos de euro, mientras que el coste de las eficientes oscila entre 2 y 10 euros, aunque permiten ahorrar más energía y tienen una mayor vida útil.
Junto al incremento del coste, la posibilidad de que las bombillas fluorescentes puedan tener riesgos para la salud fue otro de los aspectos más polémicos.
En esta línea, la asociación de consumidores para la estandarización de la legislación europea (ANEC) celebró la nueva medida, pero lamentó que se haya obviado a las personas que por razones de salud deben utilizar lámparas incandescentes.
Pese a las quejas, la UE negó repetidamente que los fluorescentes puedan tener repercusiones negativas sobre la salud.
Según un documento de trabajo del Ejecutivo comunitario, las lámparas fluorescentes compactas contienen pequeñas cantidades de mercurio y emiten luz ultravioleta que, en determinadas circunstancias, podrían afectar a personas con ciertas dolencias.
Sin embargo, también subraya que todos los estudios demuestran que el uso "normal" de este tipo de bombillas no implica efectos negativos sobre la salud.
No obstante, ANEC reclamó "medidas inmediatas" para que las personas sensibles a los nuevos dispositivos puedan seguir adquiriendo bombillas incandescentes.
Junto a los consumidores, la agrupación de organizaciones no gubernamentales "Coolproducts for a Cool Planet" -que promueve un consumo respetuoso con el medio ambiente- pidió hoy a la UE que se comprometa a reducir el contenido tóxico y las radiaciones electromagnéticas de las bombillas alternativas.
Por su parte, la asociación ecologista WWF también celebró hoy el fin de las viejas bombillas, pero pidió que se retiren otros dispositivos poco eficientes como las halógenas que sólo permiten un ahorro de entre un 25 y un 50%.
Para guiar a los consumidores, WWF ha puesto en marcha junto a otras asociaciones la página web www.topten.info.
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