De susto en susto. Así andan los británicos estos días, sabedores de que sus datos, personales y bancarios, están, en el mejor de los casos, perdidos en el cajón de algún courier despistado, en el peor, a merced del mejor postor que quiera pujar por ellos en Internet para vaciarles el bolsillo.
Apenas dos semanas después de que se desvelara que Revenue & Customs, la Agencia Tributaria del Reino Unido, había perdido en el correo dos disquetes con detalles bancarios de 25 millones de ciudadanos —un escándalo que ha puesto en aprietos al Primer Ministro, Gordon Brown—, 'The Times' aseguraba que b>había conseguido descargarse de la Red informaciones bancarias de 32 personas, incluido un juez del Tribunal Supremo.
Aunque los dos hechos no tienen por qué estar relacionados, el hallazgo del periódico británico pone aún más en entredicho la fiabilidad de la protección de datos en el Reino Unido, y podría ahondar la crisis de competencia del ya maltrecho Gobierno de Brown. Entre los detalles a los que tuvo acceso 'The Times', sin pagar un sólo penique, hay números de cuentas bancarias, claves y códigos de seguridad, direcciones, teléfonos y e-mails.
Se ofrecían en más de 100 páginas web, una de las cuales prometía acceso a números de tarjetas bancarias (incluida la fecha de validez y el código de seguridad) de 30.000 británicos al precio de una libra por cada una. En otra, se vendía hasta uno de los supuestamente inviolables pasaportes electrónicos.
En resumen, una ganga para defraudadores. Algunas de estas páginas cuentan con secciones en las que los compradores pueden recomendarse unos a otros las mejores oportunidades y los vendedores más fiables.
Scotland Yard y la agencia oficial encargada de la protección de datos, la Information Commissioner's Office, están ya investigando los hechos. De hecho, los responsables de este organismo quieren plantear nuevas medidas de seguridad, como que se persigan de oficio los fallos en la custodia de este tipo de detalles o que su personal pueda hacer redadas en agencias gubernamentales y empresas privadas.
El objetivo es evitar casos como el que hace dos semanas sacudió a la Agencia Tributaria, que, por otra parte, ya había perdido en septiembre un ordenador personal con datos de 400 personas y, a principios de noviembre, otro CD, esta vez con información sobre 15.000 pensionistas.
El pasado domingo se desvelaba un nuevo escándalo: el hallazgo de otros dos discos que se encontraban esta vez en manos de un empleado del departamento de Trabajo y Pensiones. Estuvieron en su casa, durante un año, simplemente porque olvidó devolverlos. Contenían los números de la Seguridad Social de otras 18.000 personas.
Mientras el rosario de descuidos continúa, las víctimas del fraude desvelado por 'The Times' expresaban un temor que puede estar haciendo mella también entre sus conciudadanos: "Estoy profundamente afectado. Es desconcertante saber que algo tan personal está disponible para cualquiera", se preguntaba el juez Robert Seabrook.
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