El ordenador, la consola, el móvil -sobre todo el móvil- y, desde hace un tiempo, la tableta. Este es el equipamiento común de buena parte de los adolescentes. Con él, además de realizar tareas escolares, arañan más o menos tiempo para estar en Facebook, conectarse a YouTube, escuchar música, guglear buscando cuestiones que están de moda o que tienen que ver con sus aficiones... Es indudable que se desenvuelven con aparente soltura, pero ¿tienen un conocimiento sólido sobre este tipo de herramientas y lo que pueden hacer con ellas?
Los adultos se inclinan a afirmarlo, mientras que los expertos advierten que el uso cotidiano de la tecnología -que para los adolescentes, en su condición de nativos digitales, forma parte de su vida desde que nacieron- no comporta ni de lejos su dominio. Una proporción notable de los padres "mitifica" y "sobrevalora" el dominio que tienen sus hijos de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), según una de las primeras conclusiones del exhaustivo estudio elaborado por el grupo de investigación Conincom, que coordina la facultad de Comunicación Blanquerna.
"Muchos piensan que los niños lo saben todo, que nacen enseñados. Y es engañoso -explica Jordi Busquet, investigador principal de El uso de las TIC y la brecha digital entre adultos y jóvenes. Encuentros y (des)encuentros en la escuela y el hogar (Austica)-, porque los menores siguen necesitando que se les explique, que se les acompañe. Su conocimiento suele ser superficial. Aunque tienen una gran facilidad para usar por ejemplo las pantallas táctiles, eso no supone de manera automática que sepan usar cualquier aplicación".
Para Roger Martínez, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), "cuando hablamos de nativos digitales no podemos olvidar su heterogeneidad, existen diferencias importantes entre ellos. Muchos saben muy poco, lo justo sobre las TIC; no exploran; no desarrollan usos complejos en Spotify o las redes sociales. También están convencidos de que, si lo necesitan, pueden aprender con facilidad". Martínez, que acaba de publicar junto con Irene Cussó una investigación sobre los familias y los medios digitales, defiende que los padres y profesores "no pueden desentenderse, deben implicarse y hacer que los chicos se fijen, que tengan amor e interés por aprender y por sacar provecho a las nuevas herramientas que tienen a su alcance".
Dolors Reig, psicóloga social y experta en innovación y tecnología, destaca también la importancia de la educación. "Los menores son poco competentes utilizando las TIC en ámbitos de aprendizaje, porque no se ha trabajado con ellas en la escuela. El concepto de nativo digital se ha puesto en duda a menudo en ese sentido: si no se forma en el uso de las TIC más vinculado al aprendizaje, los chicos no van a aprender a hacerlo solos".
Los investigadores de Conincom vinculan esta percepción de los padres a su falta de familiarización con las TIC. Un estudio reciente del Instituto Nacional de Industria (INI) revela que el 16% de los adultos de entre 35 y 44 años nunca usa el ordenador ni navega por internet, mientras que otro 21% se considera un "usuario básico". El porcentaje de los que carecen de ordenador y no son internautas se eleva hasta el 28,5% entre aquellos que tienen entre 45 y 54 años -a los que hay que sumar otro 23,5% de usuarios básicos-. En paralelo, conviene recordar que los hogares con hijos escolarizados suelen ser los mejor equipados tecnológicamente.
Además, la brecha que separa a los adultos (léase inmigrantes digitales) de los niños y jóvenes (nativos digitales) no se acorta, según la investigación de Austica. Un punto clave que explica esta distancia se encuentra en el denominado factor R, es decir, la importancia de la tecnología como instrumento de relación para los más jóvenes. El estudio está realizado por Conincom, una red multidisciplinar formada por investigadores de la Universitat Ramon Llull, UOC, Universidad de Zaragoza, Universidad de Sevilla y Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Como parte del trabajo de campo, han realizado 30 grupos de discusión en cinco ciudades (Sevilla, Santiago de Compostela, Zaragoza, Madrid y Barcelona) con estudiantes de ESO y bachillerato (de 12-13 años y de 16-17 años) y con adultos (padres y profesores). Esta investigación, financiada por el Ministerio de Educación, constata que, mientras los adultos hacen un uso de las TIC más centrado en el consumo y condicionado por sus necesidades profesionales y personales, para los adolescentes es vital en sus relaciones. "Para nosotros -explica Busquet- predomina el carácter funcional de las TIC; para ellos, los jóvenes, resulta fundamental en la construcción de redes sociales y relacionales y, a determinada edad, de su propia identidad. Hay diferencias entre la significación y la intensidad en el uso de las TIC".
Aparte del gran peso de las redes sociales, de la posibilidad de estar conectados las 24 horas del día y de navegar con facilidad a través del móvil, hay otros aspectos que mantienen abierta esta brecha generacional en constante evolución. Las conclusiones de este estudio destacan que, "para desconcierto de adultos", los adolescentes no entienden la división que los inmigrantes digitales hacen entre vida real y vida virtual: estas dos dimensiones se han fundido en una sola. "Los jóvenes perciben el ciberespacio como una continuación de la realidad de la vida cotidiana: saben distinguir entre el patio de la escuela y las redes sociales, pero para ellos no existe una vida presencial y otra digital", finaliza Busquet.
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