Son los cuatro gigantes del mundo de Internet, pero sus amplios territorios y actividades cada vez más despiertan los temores y la preocupación de los Estados, por su creciente influencia en la vida de las personas y de las economías y culturas globales.
Se trata de Google, Apple, Facebook y Amazon, que se pueden comparar con árboles cuyas ramas son cada vez más extensas.
Por ejemplo, el 21 de octubre de 2008, cuando Google lanzó su sistema operativo móvil Android, muy pocos creían que hoy los “smartphones” con esta plataforma iban a eclipsar al iPhone de Apple.
Hace ocho años, Facebook se ponía en marcha en la cabeza de Mark Zuckerberg. Hoy, este joven empresario puede ver los perfiles de unos mil millones de “amigos”. Si fuera un país, sería el tercero más grande del mundo.
Apple es un coloso del capitalismo, que representa el 4,3% del valor del indicador Standard & Poors 500 y el 1,1% del mercado de renta variable global.
Unas 425 millones de personas utilizan la tienda en línea iTunes de Apple, cuyos estantes virtuales están llenos y rebosan de música y otros contenidos digitales.
Google es el líder mundial indiscutible en búsquedas y publicidad “online”. Y su poderoso sistema operativo Android está presente en tres cuartas partes de los teléfonos inteligentes que se despachan a las góndolas.
Amazon domina los mercados de venta al por menor en línea y de libros electrónicos en muchos países, aunque resulta menos conocida su otra actividad principal: es uno de los grandes jugadores del “backstage” (“detrás de escena”) de la computación en la nube (“cloud computing”).
La revolución digital creada por estos gigantes generó enormes beneficios a los consumidores y a las empresas, y promueve la libertad de expresión y la difusión de la democracia a lo largo del mundo.
Pero su creciente poder provocan miedo y asombro, por su tamaño y por la velocidad con la que pueden sofocar a la competencia.
Es por esta razón que están atrayendo el escrutinio y la lupa de los reguladores estatales de los Estados Unidos y la Unión Europea e, incluso, China.
Google
La empresa con sede en Mountain View, California, es la más amenazada de los cuatro.
La Comisión Europea y la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos (FTC) investigaron las acusaciones sobre presuntas manipulaciones de sus resultados de búsqueda a favor de sus propios servicios.
La compañía también está acusada de varios otros delitos, entre ellos el uso de patentes para obstaculizar la competencia en el mercado de teléfonos inteligentes.
Los reguladores quieren que Google, que niega las acusaciones, cambie sus prácticas.
Si las conversaciones fracasan, este gigante podría terminar envuelto en costosas luchas legales en ambos lados del océano Atlántico.
Esta pelea podría ser la definición de las batallas antimonopolios de la era de Internet, algo similar a lo que ocurrió con la guerra de Microsoft hace una década en torno a la “monogamia” informática de su navegador web Internet Explorer con su sistema operativo Windows.
El 3 de enero el buscador tuvo una victoria: la FTC consideró que no hay pruebas que indiquen que favorezca a sus propios servicios en los resultados de su motor de búsqueda, aunque le ha pedido que abra a los competidores sus patentes en telefonía móvil.
El presidente de la FTC, Jon Leibowitz, informó que no hay evidencias que sostengan las denuncias de que Google beneficia a sus propios servicios en contra del interés de sus competidores de manera injusta, como alegaban compañías de menor tamaño.
Estas firmas acusaban al gigante de Internet de posicionar mejor sus propios productos en las listas que resultan de búsquedas en segmentos lucrativos, como por ejemplo “hoteles”, y relegar las web de sus rivales en los resultados para que los usuarios no los encuentren.
Leibowitz reconoció, no obstante, las dificultades de vigilar los algoritmos de Google para determinar si manipula los resultados.
El dictamen se produce después de 19 meses de investigación y millones de páginas de documentos revisados.
Google se comprometió a hacer concesiones en la manera en que gestiona sus patentes y su sistema de anuncios insertados en su buscador.
También aceptó cambiar algunos de sus procesos de muestra de resultados, después de que la FTC haya apuntado que recibió quejas de que la firma, en algunas ocasiones, hace pasar como suyos contenidos de otros, como el caso de las recomendaciones de restaurantes de Yelp.
La FTC pide a Google que facilite licencias de patentes a competidores en el mercado de móviles inteligentes, de manera que no excluya a competidores, y con más razón luego de la compra del fabricante Motorola Mobility.
Según la FTC, Google está de acuerdo en no poner obstáculos a aquellos que intenten acceder a patentes que obtuvo con la adquisición de Motorola.
Alarmas
¿Qué es lo que alarma entre quienes piensan que estos gigantes digitales se están convirtiendo en demasiado poderosos para el bien de los consumidores?
Uno de esos síntomas es que la posición dominante que tienen estas compañías cuando ganan un segmento del mercado.
Por ejemplo, Microsoft invirtió mucho en su motor de búsqueda Bing, pero Google todavía representa más de dos tercios de las búsquedas realizadas en Estados Unidos y ¡90%! o más de ellos en algunos mercados europeos.
Facebook también goza de un cuasi monopolio en el ámbito de las redes sociales, pese a los esfuerzos de Google por su red Google+.
Otra razón inquietante es que estos gigantes buscan que los consumidores queden enganchados a sus plataformas, una combinación de servicios en línea y las aplicaciones que se ejecutan en los teléfonos inteligentes y las tabletas.
Estas plataformas pueden ser muy atractivas. Ahí está el ejemplo de Apple, con su iPhone altamente rentable que se convirtió en un mando a distancia para las vidas de muchas personas digitales.
Sin embargo, existe la preocupación de que Apple y sus colegas están creando “jardines amurallados”, que hacen que sea difícil para los usuarios mover su contenido de una plataforma a otra.
Otro síntoma es la costumbre de estas compañías de deglutir empresas prometedoras antes de que se conviertan en una amenaza.
Por ejemplo, Amazon, que recaudó recientemente u$s3.000 millones en una emisión de bonos, derrocha ese dinero en empresas como Zappos, una tienda de zapatos en línea que tenía la ambición de competir con ella.
Facebook y Google han hecho grandes adquisiciones también, como Instagram y AdMob, respectivamente, algunos de los cuales han atraído la lupa de los reguladores.
Hasta ahora, los organismos de control se concentran en ataques quirúrgicos, en áreas como la búsqueda en línea y el mercado del libro electrónico, donde Apple está siendo investigada por presunta cartelización con varios editores.
¿Cuáles son los argumentos de estas empresas ante estos temores? Si las personas acuden en forma libre a sus plataformas, esto sugiere que los consumidores están perfectamente dispuestos a cambiar algo de apertura por mayor comodidad y facilidad de uso.
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