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2012/05/04

El mando de la Wii ayuda a diagnosticar una enfermedad ocular infantil

Profesionales, expertos e incluso consumidores recuerdan a menudo que los videojuegos tienen otras aplicaciones distintas del entretenimiento: en campos como la medicina, la educación, etcétera. Cuando se destacan estas utilidades adicionales se suele pensar en los contenidos y en sus potencialidades. Resulta menos frecuente referirse a los elementos físicos que posibilitan estas experiencias: consolas, mandos, etc. Sin embargo, la popular Wii de Nintendo se está erigiendo en una de las excepciones más notables. Cada vez hay más propuestas que se esfuerzan en demostrar que, de ella, se puede aprovechar casi todo, comenzando por los dispositivos remotos que en su día renovaron el mundo del videojuego.

Los Wiimotes –así se llaman sus controles a distancia– han sido empleados en múltiples iniciativas artísticas y participativas desde hace años. Por ejemplo, el proyecto W-Space, de la coreógrafa Paola Tognazzi, consistía en un traje que llevaba incorporados ocho de estos mandos que registraban todos los movimientos, incluso los más leves, de quien se lo ponía, para convertirlos a continuación en sonidos. O las creaciones del artista madrileño Martín Nadal, autor de Bloop y coautor, junto a Steven Pickes y Juan Fabián, de Plaza animada, películas en las que los espectadores podían manipular cualquier fotograma con este componente.

Recientemente un grupo de investigadores coreanos ha superado el terreno de lo lúdico y ha conseguido usar los Wiimotes para diagnosticar una enfermedad infantil. Y es que esta media docena de científicos vinculados a universidades y hospitales de Seúl ha desarrollado un sistema para descubrir qué niños padecen tortícolis ocular basándose en estas herramientas, por lo general asociadas al ocio. Según detallan en el artículo que han publicado en la revista Investigative Ophthalmology & Visual Science, el método, además, es tan eficaz como barato.

Las posiciones de la cabeza de quienes padecen este problema en los ojos son anormales. Pues bien, gracias a un par de controles remotos, este colectivo de doctores ya cuenta con un monitor de movimiento por infrarrojos que mide en tiempo real el ángulo de inclinación de los afectados y que está conectado a un ordenador que procesa esa información. Son detalles fundamentales para evaluar cómo progresa la tortícolis y qué tratamiento o intervenciones son más adecuados en cada caso. Los datos procedentes de esta modalidad de análisis, denominada IOHT, apenas difieren de los obtenidos con el equipo convencional, el CROM, lo cual ha llevado a los autores, Jongshin Kim, Kyoung Won Nam, Ik Gyu Jang, Hee Kyung Yang, Kwang Gi Kim y Jeong-Min Hwang, a concluir que esta solución podría empezar a introducirse "en la práctica clínica".

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