Según noticias locales, una serie de erupciones en el Sol esta semana enviaron radiación y plasma solar a gran velocidad hacia la Tierra, pero al final la tormenta geomagnética registró el nivel más bajo, G1, en una escala de cinco pasos.
"Nuestros meteorólogos realmente debieron lidiar con esto", dijo Joseph Kunches, científico de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA, por su sigla en inglés). Esa agencia había señalado que la tormenta podría alcanzar el nivel tres, o "fuerte", y que sería la peor desde 2006.
"Es muy difícil para los meteorólogos, literalmente casi imposible, mientras observan la eyección de masa coronal que sale del Sol poder predecir la orientación del campo magnético intrínseco", dijo Kunches.
El experto indicó que no hubo reportes de interrupción de los sistemas de geoposicionamiento global (GPS), ni de problemas de energía eléctrica, y que la aurora boreal será visible más al norte de lo pronosticado inicialmente por la NOAA. Sin embargo, el impacto podría empeorar en las próximas 24 horas mientras la tormenta continúa, dijo.
La NOAA y la NASA advirtieron el miércoles que la tormenta podría afectar los sistemas de GPS, satélites y redes de energía, y que ya había llevado a algunas compañías aéreas a cambiar las rutas de vuelo cercanas a los polos. Los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional no se vieron afectados por la tormenta de radiación, afirmó la agencia espacial.
Las tormentas geomagnéticas y de radiación son cada vez más frecuentes a medida que el Sol pase de su período de mínima a máxima actividad en los próximos años, pero los humanos estarían protegidos por el campo magnético de la Tierra. Sin embargo, algunos expertos están preocupados porque, como la dependencia de la tecnología de satélites GPS es mayor de lo que era durante el último máximo de actividad solar, podría haber más trastornos en la vida moderna.
Las llamaradas solares solo causaron breves apagones de radio de alta frecuencia, según la NOAA. Kunches dijo que los meteorólogos estaban tratando de equilibrar la necesidad de alertar a la gente y al mismo tiempo no dar pronósticos que provoquen falsas alarmas."¿Cómo dar una buena información a los usuarios para protegerlos y que les permita tomar medidas de precaución, sabiendo que en realidad podría llegar a no ser tan grave como se podría pensar?", se preguntó. "Realmente nos preocupa dar falsas alarmas".
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