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2012/02/13

Los teléfonos chinos alzan la voz

La escena es bien conocida en todo el mundo. Ahí está la larga hilera de ansiosos consumidores capaces de esperar horas, independientemente de las inclemencias meteorológicas, para hacerse con el último gadget tecnológico. No faltan tampoco los empleados, identificables gracias a sus chalecos azules, que tratan de poner orden. Y, cómo no, todo gira en torno a una empresa de tecnología que se frota las manos ante la avalancha. Pero no, la aglomeración no se da frente a una manzana mordida, sino a las puertas de una competidora china que acaba de plantar cara al smartphone por excelencia con un éxito arrollador.
Y lo que más llama la atención es que el establecimiento que esconde el último objeto de deseo tecnológico no se encuentra en alguna depauperada ciudad china de cuarta categoría: es Hong Kong, el centro financiero asiático por antonomasia, y uno de los principales mercados para líderes como Apple y Samsung. Pero el Meizu MX ha llegado con el 2012 para lanzar un órdago. Y en uno de los mercados más fragmentados del mundo, en el que casi mil millones de habitantes tienen un móvil pero en el que la compañía de Steve Jobs solo cuenta con una cuota del 10,4%, menos incluso que Huawei -11%-, el nuevo MX es un competidor serio.
A cierta distancia, perfectamente podría confundirse con el iPhone 4S, pero el precio marca la diferencia: 2.999 yuanes (370 euros) en la versión de 16GB, y 3.999 yuanes (490 euros) con el doble de capacidad. Con un procesador de 1,4 Ghz dual-core -pronto llegará el quad-core-, y capacidad para navegar por la Red hasta 21,6 MBPS, la velocidad no es un problema. Y los consumidores disfrutan con los 8 megapíxeles de una cámara posterior que viene acompañada de un flash, y de los 5 de otra anterior. “Además funciona con Android, lo cual es una gran ventaja en China”, comenta a la salida un cliente británico que considera al MX una interesante alternativa para el iPhone 3 que quiere jubilar.

No está solo en su percepción. En Shanghái el mes pasado ya no quedaban existencias, y eso que es necesario pagar una señal de 200 yuanes (25 euros) para tener acceso a un teléfono que, según el responsable de Ventas de Meizu en la megalópolis, Zhang Xuesong, “está superando todas las expectativas”. Las reacciones de los consumidores tras probar la nueva máquina, así lo corroboran. Cada minuto que este diario pasa en el establecimiento de Meizu en la zona de Pudong, una persona abre la cartera para hacerse con un ejemplar en el futuro, porque de momento se han agotado. “Muchos son clientes antiguos que habían probado el M8 -cuyo cambio la compañía incentiva con 700 yuanes (87 euros) de rebaja en el precio del MX-, o alguno de nuestros MP3”.
Para cumplir con las expectativas de una marca ya bien asentada en China, Meizu tiene una estrategia clara y sencilla: “Hemos decidido concentrarnos en elaborar solo uno o dos modelos que sean buenos, aunque somos conscientes de que el software todavía puede mejorar mucho”. Meizu ofrece actualizaciones gratuitas, y hace hincapié en la fortaleza de su servicio. “A diferencia de otras marcas, disponemos de una extensa red de establecimientos a los que pueden acudir los clientes para reparar sus terminales”, cuenta Zhang.
En mente, sin duda, tiene a su otro gran rival: el Mi-1, conocido en China por el nombre de su fabricante, Xiaomi. Sus lanzamientos han coincidido en el tiempo y en su éxito, y ambos buscarán ampliar sus horizontes fuera de las fronteras del gigante asiático. De hecho, este último ya ha anunciado que saltará pronto el estrecho que separa a China de Taiwán. Pero primero tendrán que combatir la percepción negativa del made in China, así que, de momento, la guerra se libra en la República Popular. Allí, el Mi-1 consiguió vender 100.000 unidades en las tres primeras horas desde su debut, y más de 400.000 en un mes. Pero parece que, aunque se vende por solo 1.999 yuanes (246 euros) y se comercializa como “el teléfono más rápido del mundo”, convence menos que el MX.
Aunque su procesador es más veloz -1,5 Ghz-, los 149 gramos de peso lo dejan en cierta desventaja frente a sus competidores, y los usuarios que ya lo tienen en sus manos critican tanto el servicio -este periódico ha tratado en vano de contactar con algún responsable durante una semana-, como la calidad de los acabados. Parece que no convence la publicidad que asegura que la pantalla es casi irrompible y que incluso se puede meter el teléfono en la lavadora. Porque, como asegura un cliente que está desesperado porque no sabe dónde puede reparar su terminal, “la pintura se cuartea rápidamente, el teléfono se apaga solo, y es imposible cargarlo”. Comentarios como el suyo llenan ya foros de Internet en los que flota la ira. Pero muchos se muestran comprensivos y esperan con ansiedad el Mi-2. “Hay que dar tiempo a la industria china para que se ponga a la altura, ya estamos de camino”, apostilla Zhang.

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