Desde el prisma del profesor de Criminología en la Universidad de East London, Andrew Silke, "el hecho de que las agen-cias de inteligencia prohíban a su propio personal el uso de redes como Twitter o Facebook debería decirnos algo acerca de su valor potencial".
Piratas y ladrones
Los terroristas lo tienen claro y, de hecho, estudios como los del español Fernando Ibáñez, responsable del master en Seguridad Global y Defensa de la Universidad de Zaragoza, revelan que los piratas somalíes han organizado durante mucho tiempo sus abordajes a pesqueros con ayuda de internet.Este es el motivo por el que, según explica Erica Cheno-weth, directora del Programa de Investigación de Terrorismo e Insurgencia de la Universidad de Wesleyan en Connecticut (EEUU), "muchas agencias de inteligencia están desarrollando tecnologías con las que obtener información de redes sociales como Facebook o Twitter". Y no sólo quieren recopilar información, también pretenden infiltrarse en organizaciones terroristas: el Mando Central de EEUU utiliza software para simular perfiles falsos en los movimientos yihadistas que utilizan estas redes.
Millones de personas divulgan sus datos voluntariamente
Internet y las redes sociales se han convertido en un arma de doble filo, pues la ingente cantidad de información obliga a las agencias de inteligencia a destinar muchos recursos analíticos para poder hacer frente a estos volúmenes de datos. Así es como ha surgido recien-temente el proyecto CAPER, iniciativa de I+D financiada por la Comisión Europa con 7,2 millones de euros. CAPER cuenta con 16 socios de seis países y está liderada por la empresa española S21sec. El objetivo es crear una plataforma común para la prevención de la delincuencia organizada a través del intercambio, la explo-tación y el análisis de fuentes de información abiertas y privadas. Óscar Álvarez, máximo responsable de SIEG Inteligencia Estratégica, empresa del grupo S21sec, explica que "con esta herramienta de vigilancia digital se podrán emitir alertas tempranas cuando se detecten posibles amenazas".
La tecnología desarrollada por la compañía española es capaz de analizar en tiempo real millones de datos texto, fotos, vídeo y soni-do, clasificándolos por áreas geográficas y ofreciéndolos, hasta el momento, en 16 idiomas.
Otro obstáculo es que hay que comprobar la fiabilidad de estas informaciones, pues en ocasiones son tergiversadas intencionadamente por grupos terroristas. En este sentido, el teniente coronel del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Ignacio Antonio Rosales precisa que la inteligencia, para que verdaderamente aporte un conocimiento útil para tomar decisiones, "suele elaborarse con información procedente de diversos tipos de fuentes, de forma que se puedan contrastar los datos y se pueda realizar un análisis más completo".
En este punto surge el debate sobre la privacidad de estas actuaciones policiales. Pero la realidad es que la información obtenida es pública y, como precisa Silke, "procede de millones de personas divulgando voluntariamente información acerca de sus familias, sus amigos, sus trabajos, sus intereses, sus posiciones políticas, incluso de sus rutinas diarias".
Se trata de una auténtica "mina de oro" para la inteligencia, según explica el criminólogo. Como indica Silke, "muchos terroristas y, sobre todo, muchos simpatizantes y partidarios, postean regularmente en estas redes, lo que proporciona una cantidad de información que habría sido impensable tener hace 20 años".
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