Las lesiones medulares son muy difíciles de reparar, ya que las neuronas que se pierden son reemplazadas por una cicatriz que se cree que estabiliza el tejido e impide que vuelvan a crecer las células nerviosas. Hasta ahora, se pensaba que dicha cicatriz estaba formada por unas células del sistema nervioso llamadas astrocitos, un tipo de células gliales, que sirven de relleno y soporte.
Un estudio publicado hoy en Science, con participación del investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Mariano Barbacid, ha demostrado por primera vez que las células que forman la hasta ahora conocida como cicatriz glial no son de origen neurológico, sino derivadas de los pericitos, un pequeño grupo de células que rodean los vasos sanguíneos.
El experimento realizado en ratones ha demostrado que estas células se empiezan a dividir después de un trauma, lo que da lugar a una masa de tejido conectivo que migra hacia la lesión, formando la cicatriz. El hallazgo podría implicar una modificación de la formación de la cicatriz, algo hasta ahora no conseguido.
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Un estudio publicado hoy en Science, con participación del investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Mariano Barbacid, ha demostrado por primera vez que las células que forman la hasta ahora conocida como cicatriz glial no son de origen neurológico, sino derivadas de los pericitos, un pequeño grupo de células que rodean los vasos sanguíneos.
El experimento realizado en ratones ha demostrado que estas células se empiezan a dividir después de un trauma, lo que da lugar a una masa de tejido conectivo que migra hacia la lesión, formando la cicatriz. El hallazgo podría implicar una modificación de la formación de la cicatriz, algo hasta ahora no conseguido.
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