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2011/07/11

Si los peces no pueden volver a Bolivia...

 Las comunidades en la región sureña de Tarija en Bolivia dependen en gran medida de la pesca en el río Pilcomayo. Ahora, la irregularidad de las lluvias ha provocado una rápida acumulación de sedimentos, lo que ha interrumpido los ciclos de vida de los peces, poniendo en riesgo el medio de sustento de estas comunidades.
Estamos en el punto más alto de la temporada de pesca en el sur de Bolivia y decenas de hombres, mujeres y niños se reúnen con grandes expectativas en las orillas fangosas del Pilcomayo.

Con la ayuda de un bote de madera y un par de hombres a quienes el agua les llega a la cintura, la gente de Capirendita, una comunidad indígena weehnayek, lanza una red de pesca a lo ancho del río.
En cuestión de minutos, comienzan a tirar de una cuerda y la red comienza a emerger de las aguas marrones.
Los ojos de toda la comunidad revisan la red, en busca de una abundante pesca en la malla, pero muy pocos peces aparecen en la orilla.
"Son sólo cinco", dice un hombre, después de colocarlos dentro de una gran bolsa de fibra, que sirve de recordatorio de la cantidad que se pescaba antes.
"El año pasado, capturamos 10.000 al día", señala José Segundo, un líder de la comunidad, compuesta por 220 familias.
"Pero ahora ni siquiera mil. Ni siquiera lo suficiente para podernos alimentar", lamenta.
Su esposa, Roxana Cabrera, junto con sus tres hijos pequeños, observa lo que sucede desde su tienda de campaña. Ella también está preocupada porque la familia ya no puede ganarse la vida con la pesca.
"Cada vez que lanzamos la red, a los sumo aparecen 10 o 15 peces", dice Roxana.
"Ahora no ganamos más de 10 bolivianos (US$1.44). Solíamos ganar 300 bolivianos", agrega.

Cambio en las precipitaciones

El gobierno de Bolivia declaró a la región del Pilcomayo una zona de desastre nacional.
"Estamos viviendo un momento muy crítico", afirma Alejandro Romero, de la Oficina Técnica Nacional de los ríos Pilcomayo y Bermejo.

"Vemos una degradación ambiental de gran magnitud en toda la cuenca del Pilcomayo".
Romero explica que el río naturalmente transporta hasta 170 millones de toneladas de sedimentos cada año, que se depositan en la cuenca baja, en los países vecinos de Paraguay y Argentina, hacia donde fluye el Pilcomayo.
Sin embargo, en los últimos dos años, un irregular patrón de lluvias en Bolivia, donde crece el río, ha acelerado el proceso de sedimentación, indica Romero.
Lluvias más intensas significan que el río lleva más agua río abajo a una velocidad más alta, causando una erosión más rápida a su paso.
Este fenómeno, explica Romero, crea bancos de arena más grandes que los habituales en las llanuras de Paraguay y Argentina.
Los sedimentos allí bloquean el flujo del Pilcomayo después de la temporada de lluvias, cuando es natural que disminuya sustancialmente el volumen de agua.
"Hay una zona del río donde se registra una progresiva acumulación de sedimentos y ahora está bloqueada", señala Romero.
La zona a la que se refiere está ubicada a la entrada del Bañado La Estrella, un enorme pantano en la provincia de Formosa en Argentina, donde el sábalo, el pez del Pilcomayo, se alimenta y engorda.

Camino cerrado

Al igual que el salmón en América del Norte y Europa, el sábalo, pez del que dependen 6.000 familias sólo en Bolivia, nada río arriba para desovar.
Pero, debido a la acumulación de barro, ahora no puede completar su ciclo de vida y alcanzar sus lugares naturales de reproducción en el sur de Bolivia.

 "La situación de los pueblos indígenas es muy preocupante", dice Moisés Sapiranda, el líder de Orcaweta, una organización que agrupa a los 42 miembros de las comunidades indígenas weehnayek y tapiete en Bolivia.
"Hemos dependido de la pesca por más de 500 años. Es el único alimento que tenemos durante la temporada de pesca", indica, refiriéndose al período del 15 de abril al 15 de septiembre.
"Si la gente no pesca, pasan hambre y emigran a otras zonas en busca de trabajo", afirma.
Debido a los patrones cambiantes del clima, el gobierno boliviano teme que el problema se repita cada año y afecte regularmente a los 1,5 millones de personas que viven en toda la cuenca del Pilcomayo.

La búsqueda de soluciones

"En primer lugar, necesitamos llevar a cabo trabajos de ingeniería para garantizar el constante flujo de agua", dice Nelson Rodríguez Aguilar, de la Oficina Técnica Nacional de los ríos Pilcomayo y Bermejo.
"La otra opción es la construcción de lagunas artificiales en el territorio boliviano, de forma tal que podamos tener peces allí", añade.
Tal decisión no sería popular entre los países vecinos de Bolivia porque significaría desviar agua de su agricultura y su industria.
Bolivia reconoce que esta opción sería el último recurso. Bolivia quiere que Argentina haga un dragado de los sedimentos en su zona del río, para que los peces puedan nadar contra la corriente, una vez más.
Argentina indicó que ha empezado a hacer este trabajo y que tomará semanas terminarlo.
A pesar de las garantías de los países vecinos y del gobierno de Bolivia de que las partes involucradas están haciendo todo lo posible, la gente que depende del río no está satisfecha.
"Para nosotros, el Pilcomayo es como una madre que nos da vida", dice Moisés Sapiranda, el líder de Orcaweta.
"Nuestra gente está unida y vamos a seguir presionando a las autoridades", asegura.
Sapiranda añade que van a establecer controles de carretera y que están dispuestos a seguir protestando hasta que el problema se resuelva.

BBC Mundo

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