Amar hasta el suicidio. En la inmortal novela que Tolstoi publicó en 1877, Ana Karenina, vivimos el tormento de una hermosa y virtuosa mujer que de pronto tendrá que enfrentarse a su corazón dividido: ¿continúa con su marido y su hijo o arriesga todo por su nuevo amor? Ana está dispuesta a sacrificarlo absolutamente todo. Convierte así un amor aparentemente imposible en simplemente difícil, pero sólo en un principio y en apariencia, ya que a Ana Karenina se le va a complicar la vida hasta un punto insoportable.
Cuando las convenciones mandan. Ese es el destino que Alejandro Dumas (hijo) quiso dar al amor en La dama de las camelias (1848). Una cortesana parisina y un joven de alta alcurnia protagonizan un enamoramiento capaz de saltar por encima de las trabas morales del xix. Sin embargo, no será definitivo su desafío, y el paraíso construido tendrá fecha de caducidad. Son tiempos, y así nos lo deja ver la literatura de entonces, demasiado complicados para estas relaciones.
Amor por encima de las aspiraciones sociales. Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, publicada en 1813 bajo seudónimo, es la más famosa novela de su autora. Nos muestra Austen a través de esta novela aquella sociedad donde la clase y las aspiraciones de subir mediante el matrimonio pretendían superar a nuestro protagonista, el amor. Amable y hermosa, esta historia ha resistido el tiempo con toda la dignidad de la buena literatura.
Los modernos
Toda una vida de espera. Fue Gabriel García Márquez quien en su novela El amor en los tiempos del cólera (1985) logró una de las más intensas e inolvidables historias de amor. En ella, sus personajes son capaces de esperar más de media vida para volver a intentar amarse.Casarse con la hermana de la amada. No menos interesante es la novela de Laura Esquivel, Como agua para chocolate (1989), en la que la comida se convierte en vehículo de expresión de un profundo amor. Uno de los personajes de esta historia es capaz de casarse con la hermana de su amada para así lograr estar cerca de ella.
Pasión lejos de la juventud. Es lo que Robert James Waller nos da en la novela que la mayoría conoce por su adaptación al cine, Los puentes de Madison (1992). El enamoramiento se produce aquí entre una mujer casada y madre de dos hijos y un fotógrafo que viaja por todo el mundo: sus vidas son tan distintas que casi parece imposible la unión. Un breve amor el de esta historia (apenas unos días), pero tan intenso como solo puede serlo el inicio del enamoramiento y las historias condenadas a un inminente final.
Ni la muerte pudo separarlos
Sobrevivieron al Holocausto, pero dramáticamente separados: él, en un campo de concentración; ella, escondida. Cuando volvieron a encontrarse juraron no separarse más, ni siquiera la muerte podría hacerlo. Y cumplieron su pacto, cuando a él le diagnosticaron una enfermedad que terminaría con su vida, tomaron la decisión con la que cumplirían aquel pacto de amor: se suicidaron juntos. Es la historia real de los abuelos de la sueca Johana Adorján, quien ahora nos cuenta aquel amor irrompible en la recién publicada novela Un amor único (Seix Barral).20minutos
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